Fuente: http://yometiroalmonte.blogspot.com/2011/12/mercado-negro-libre-mercado.html
Dicen que la crisis se ha desatado por "falta de control". Una especie
de liberalismo enloquecido que ha terminado por llevar a los países a la
ruina. No obstante, la custodia ha sido permanente, y tanto los bancos
centrales como los señores de las finanzas y otros organismos han sabido
en todo momento lo que hacían, cómo debían hacerlo y dónde.
La operación tiene su clave, efectivamente, en ir retirando la capacidad
de administración de las naciones- estado en beneficio propio, algo que
no podría plantearse de no aparecer circunstancias extraordinarias,
como pueden serlo las guerras, las epidemias ficticias, el terrorismo, o
las burbujas de diferente catadura. Como resulta que todo eso es incontrolable,
debemos ceder la soberanía a esos que dicen saberlo manejar, cosa que
por otra parte es cierta, dado que son ellos mismos quienes previamente
han desatado el ciclón con auténtica precisión matemática.
Si hubiera sido de otra forma, es decir, si nos hallásemos frente un
caos financiero, económico y social genuino, lo más lógico sería ver que
los que más tienen son los que más pierden. Pero ya sabemos que no sólo
no es así, sino que siguen ganando cada vez más. De ahí que, esto que
sus medios llaman crisis, en realidad no sea sino un atraco en una multiplicidad de ámbitos que va aumentando día tras día.
¿Hay, finalmente, algún mercado sin control? De ser así, ¿cómo se
comportan las leyes de la oferta y la demanda? En un sistema en el que
el BCE o la Reserva Federal se encargan de fijar hasta el precio del
dinero que ellos mismos imprimen, hay un margen bajo el paraguas de la
cruzada prohibicionista que tuvo su origen a principios del s. XX, y que
ha permanecido por resultar de extraordinaria utilidad para la
financiación de guerras encubiertas, inflación de burbujas, y por la constante disponibilidad de billetes fresquitos para sobornar aquí y allá.
Leyendo y releyendo la gran obra Historia general de las drogas, de Antonio Escohotado
(una de las mentes más lúcidas de las últimas décadas a nivel global),
nos topamos con algunos datos que hablan por sí solos. Por ejemplo, que
el gramo de cocaína podía obtenerse en las farmacias del franquismo por
el precio equivalente a un kilo de arroz, con una pureza del 100%.
Aunque en los EEUU, por ejemplo, los antiguos capos del alcohol y el
juego ya habían establecido a esas alturas una red de venta en el
mercado negro que manejaban, en España ese mercado estaba ocupado por
distintas necesidades y regido por otras prohibiciones.
Pero viajemos en el tiempo hasta el año 1995, cuando un paquete de
tabaco nos costaba 200 pesetas. Fue la década de la explosión de las
drogas de diseño, época en la que apareció una gran oferta de variantes
sintéticas de la LSD, MDMA, mescalinas, y en las farmacias los
barbitúricos habían cedido su puesto a las actuales benzodiazepinas, más
seguras y de acción mejor definida.
El precio de la pastilla de MDMA, o éxtasis, oscilaba entre las
2.000 y las 2.500 pesetas, o sea, 10 veces el paquete de cigarrillos. El
gramo de cocaína andaba entre las 7.500 y las 10.000, y el de hachís a
unas 400. Escohotado aparecía en las TV intentando razonar sobre la
inutilidad de la prohibición y sus peligros mientras los veinteañeros se
ponían hasta el tranchete en las discotecas bailando un techno primitivo e incipiente.
Hoy pasan cosas parecidas, pero los precios, sorprendentemente, han
cambiado, y mucho. Además del aumento imparable de puntos de venta y
opciones de calidad, no es difícil conseguir esa misma pastilla a un
precio que ronda entre los 4 y los 7 euros. Justo como el tabaco, a lo
sumo el doble. Con la cocaína nos moveríamos entre los 50 y los 60 (el
mismo precio que hace 15 años, aunque la pureza, en este caso, ha ido
degradándose), y el hachís no les andaría a la zaga, pues por el mismo
precio que hace dos décadas podemos obtener el de mejor calidad.
Esto es libre mercado real. A mayor demanda, mayor oferta, más variedad
de calidades y bajada estrepitosa de precios: la MDMA, teniendo en
cuenta los datos, ha disminuido un 90% su precio de venta en la calle,
mientras que la cocaína lo ha hecho en un 60% y el hachís, alrededor de
un 50%. Si el precio medio de una copa ha aumentado sobre el 250%, sale
más barato ponerse de cualquier droga que tomarse una en algún local con
música, que además, casi con total seguridad, será de garrafa.
Muchas veces lo hemos dicho en este blog. No es liberalismo, ni existe
un mercado libre, ni nada que se le parezca. Tanto los precios, como las
burbujas, como la compraventa de los servicios públicos están
cuidadosamente estudiadas. Es, en resumidas cuentas, crear un problema
para ofrecer la solución, lo mismo que las gripes y sus vacunas, el
terrorismo y su seguridad, la prohibición de las drogas y la cura
de sus sociópatas, las guerras y su paz. Otra manera de extender el
control y permanecer en lo alto de la pirámide.
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