domingo, 18 de diciembre de 2011

Meditaciones en tierras de Alvariño

  Un conocido mío de la red acaba de publicar un artículo en su blog comentando la ignorancia de sus alumnos. Una intuye que el hombre está desesperado porque sus pupilos le asignan a las Torres Picasso la antigüedad de dos siglos. Siempre resulta tranquilizador leer este tipo de noticias de tus colegas; ¡por favor que no se me malinterprete!, digo esto porque a una, que también es profesora de insti en la rama de Ciencias, le sucede otro tanto de lo mismo. Crees que has explicado el tema con claridad y precisión, les recalcas aquellas ideas que te parecen más importantes, y de repente te asombras por alguna pregunta que se te ocurre hacerles, que no han entendido nada (creo que es mejor no pregutarles nada); y digo:”no han entendido” en plural porque, en general, es la totalidad de la clase la que está en la parra la mayor parte del tiempo; esto en el supuesto de que la clase sea pacífica y que tengas la oportunidad de poder darla con una cierta continuidad . Hace unos años este problema se lo achacaba a la falta de medios de que disponíamos y a la masificación; en la actualidad esto sigue siendo cierto y por el camino que llevamos, cada vez más; pero yo tengo alguna clase con un número de alumnos muy reducido, y no llego a comprender demasiado bien el por qué del fracaso tan estrepitoso al que me veo sometida casi todos los días. Por fracaso no me refiero exclusivamente al resultado en notas, que también, sino más bien a la incapacidad con la que me encuentro de poder transmitir conceptos, que en muchos casos no son demasiado complicados. Soy consciente de que los alumnos están en edades difíciles, que la escuela es una institución represora que uniformiza a los chavales y que ellos no quieren uniformes; soy consciente que la mayor parte del profesorado entra en la enseñanza porque no tiene otra forma de empleo y que está desmotivado porque no se valora su labor; sé que en muchas ocasiones las clases son demasiado teóricas y después de tres horas de estar sentados recibiendo información, la atención empieza a declinar; sé que hay problemas con el empleo de un idioma u otro..; pero aún así, creo que el profesorado no tendría porque tener esta sensación de inutilidad permanente que tiene.

  Me pongo a analizar lo que es mi trabajo y me doy cuenta que estoy frente a un grupo de personas, a veces más bajitas que yo, en la que cada una tiene una problemática distinta y que tú te sientes impotente para atenderlas: porque no tienes tiempo o porque no lo sabes hacer. Podrían seguirte en las explicaciones pero están distraidos con lo que tienen en casa y que no asocian a lo que les pasa; o están preocupados por el contrincante: si les hace o no les hace caso; o no les interesa lo más mínimo lo que les dices porque preferirían estar trabajando; o porque no ven la utilidad de estudiar, creyendo que sus vidas ya las tienen trazadas de antemano; o porque la alternativa al insti es el trabajo en el campo o en casa;.......podríamos seguir así hasta el infinito

   Volviendo a la sorpresa de mi colega ante sus alumnos por el tema de las Torres Picasso, yo también puedo decir que me quedé atónita cuando después de explicar: “La célua: orgánulos celulares y mitosis” (la mitosis es un tipo de división celular), pregunté si lo habían entendido, -la clase que estaba sumergida en un sopor que no salió de el hasta que alcé un poco la voz insistiendo en que preguntaran las dudas porque suponía que tenían que tenerlas- uno de la primera fila me dijo: profe puedes volver a explicar qué es eso de la “fimosis”?; todavía no habia salido yo de mi asombro ni mis ojos habían vuelto a sus órbitas, cuando otro de las últimas filas, brazo en alto, declaró que él tampoco entendía muy bien lo de los “orgasmos celulares”. 

   Comprendo muy bien la desesperación de este compañero y creo que las TIC son muy buenas, las prácticas, la memorización, las clases abiertas a la participación, las orientadoras en los centros, las actividades extraescolares etc.....pero... !En fin!, últimamente prefiero hablar más con mis alumnos de sus ambiciones, sus miedos, sus incapacidades, sus familias  ... y menos de sus dificultades académicas

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