jueves, 6 de abril de 2017

¡Que perturbador es el deseo!


Emilie vient à moi en rêve, collage by jindřich Štyrský, 1933
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   A partir de cierta edad, tan sólo hay ciertas personas a las que, en ciertas circunstancias, permitimos que se amen. Últimamente, mamá ha estado bromendo con que querría a un hombre más joven, e incluso mira a los chicos por la calle y dice: "Es guapo." Me hace sentir escalofríos. La abuela, a sus ochenta años, encontró un amante con el que hacía manitas. Empezó a ponerse perfume y pendientes. Creía que estaríamos encantados de que ya no estuviese sola. ¡Con qué vehemencia incluso los más sediciosos exigimos el respeto a las estrictas convenciones!
   La gente no quiere que disfrutes demasiado, creen que es malo para ti. Podrías empezar a desearlo a todas horas. ¡Que perturbador es el deseo! Es un demonio que nunca duerme ni se está quieto. El deseo es travieso y no se pliega a nuestros ideales, y por eso tenemos tanta necesidad de ellos. El deseo se mofa de todos los esfuezos humanos y los hace dignos de consideración. El deseo es el anarquista primigenio y el primer agente secreto; no es sorprendente que la gente quiera verlo arrestado y a buen recaudo. Y justo cuando creemos que lo tenemos bajo control, nos defrauda o nos llena de esperanza....


Hanif Kureishi

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