Una imagen de Recep Tayyip Erdogan entre banderas de Turquía. - REUTERS |
El pasado 20 de enero, el Parlamento de
Turquía aprobó una revisión constitucional que será sometida a
referéndum este domingo. Promovida por el propio presidente del país, Recep Tayyip Erdogan,
pretende sustituir el actual sistema parlamentario por uno
presidencial. La reforma en la cámara parlamentaria fue apoyada por el
partido en el poder, el islamoconservador AKP, y la derecha nacionalista
del MHP, frente a la oposición del partido pro kurdo HDP y del
socialdemócrata CHP, que tachan la medida como una deriva autoritaria
del mandatario.
Ambas son activistas del movimiento
Biraradaylz, Buradaylz ─Estamos aquí, juntos─ que forma parte de la
Plataforma Demokrasi Için Birlik ─Unión para la Democracia─ y de su campaña HAYIR
─“No” en turco─. Los cambios constitucionales que plantea Erdogan
implican la desaparición de la figura del primer ministro, con lo que el
presidente tendrá la potestad de nombrar y revocar a los ministros,
promulgar decretos, declarar el estado de emergencia, disolver y
reconstruir el Parlamento y reconfigurar el Tribunal Constitucional y el
Consejo Supremo de Jueces y Fiscales.
Además, legitima que Erdogan pueda presentarse a las próximas elecciones de 2019 y mantenerse en el cargo hasta 2029.“Quieren
vender que el referéndum otorgará más seguridad y democracia a la
población, pero es mentira, quieren convertir nuestro país en una
dictadura”, confiesa Karakaş.
Miembros de la campaña Hayir en Estambul. - FACEBOOK HAYIR |
Miedo en las calles
El grupo local Biraradaylz, Buradaylz
(BiBu) inició la campaña en Estambul con panfletos informativos sobre
los costos económicos y políticos del régimen de Erdogan y su gestión
durante el tiempo que dura el estado de emergencia, impuesto desde el
pasado julio tras el fallido golpe. Gracias al éxito de esta acción, los
grupos activistas se sintieron más seguros y comenzaron a organizar
asambleas, talleres políticos y stands informativos en diferentes puntos estratégicos de las poblaciones turcas.
“¡Claro que hay represión!”, señala
Karakaş. “Hay grupos de jóvenes que atacan a las activistas del NO y
dañan edificios de las organizaciones del partido pro kurdo”. El miedo
está presente en las calles, ya que tras la proclamación del estado de
emergencia el Gobierno puede detener a cualquier persona y acusarla de
terrorista.
BiBu se rige bajo un sistema horizontal de
asambleas participativas. Como la mayoría de formaciones de la
plataforma Demokrasi Için Birlik, la organización surgió a raíz de las
protestas ciudadanas de 2013 para detener la destrucción del parque Gezi
de Estambul. “A partir de Gezi, empezamos a organizar asambleas de barrios para defender los derechos de la población ante las vulneraciones por parte del Gobierno”, matiza la investigadora de la UOC.
El objetivo principal de la campaña HAYIR es aclarar y desmentir la información del Gobierno, cuyo discurso se basa en el miedo. “Alegan que si la población no les apoya, el país podría acabar en una guerra civil como la de Siria”.
Karakaş señala que intentan analizar y entender bien el contenido de la
reforma, explicando lo que significa a las personas indecisas. “Nos
centramos más en votantes de AKP y MHP que apoyan al Gobierno, pero que
no creen que el referéndum sea una buena idea”.
De la misma manera, huyen del discurso de
odio que utiliza Erdogan. “En Turquía, desde que se fundó la República,
hay una polarización entre la parte más moderna y la más conservadora.
Esto le sirve a Erdogan para intimidar a la ciudadanía”, matiza la
investigadora en movimientos sociales. “La oposición inició la campaña en tiempos de guerra, en medio de operaciones militares y bajo amenazas. Desde la oposición tenemos que actuar en consecuencia”, afirma Doğan.
La socióloga confiesa que si gana el NO
será una gran victoria para la oposición, pero que el Gobierno no se
detendrá e intentará adelantar las elecciones para conseguir más votos e
instaurar la reforma. Karakaş mantiene que Erdogan va a seguir
imponiendo el cambio porque no puede gobernar sin el estado de
emergencia. “El problema es que no tiene un grupo que le apoye para
gobernar el país, ya que ha echado a todas las personas cualificadas,
que pertenecen a Hizmet”.
Hizmet es la organización religiosa del
líder Fethullah Gülen, que ayudó en 2002 al AKP a ganar las elecciones,
filtrándose en el aparato del Estado, en la Administración de Justicia y
en la policía durante 10 años. A partir de 2013, a raíz de Gezi y de la
acusación de Erdogan a Gülen de promover investigaciones por corrupción
que afectaron a su Ejecutivo, empezaron las tensiones y la posterior
ruptura con Hizmet. Además, Erdogan culpa al líder religioso, que vive
en Estados Unidos, de ser el cabecilla del fallido golpe de Estado.
El Gobierno mantiene el estado de
emergencia desde hace casi nueve meses y se escuda en él para presionar a
los medios de comunicación y prohibir las manifestaciones, silenciando
así a la oposición. “Movemos la información a través de panfletos por las calles y en las redes sociales”, expone Karakaş.
Para extender la campaña del SÍ, Erdogan y
su Gobierno han intentado buscar apoyos en Europa, concretamente dónde
más población hay a su favor, Alemania y Holanda, ya que tienen
derecho a votar desde los consulados. Sin embargo, las tensiones
aumentaron debido a que estos países europeos vetaron las intervenciones
de autoridades turcas a favor del referéndum. Erdogan respondió
comparando estas acciones europeas con actividades nazis, justo cuando
se cumplía un año del gran acuerdo entre la Unión Europea y Turquía en
materia de personas refugiadas.
Las activistas estarán el domingo en
Estambul, junto a un grupo de voluntarias y voluntarios que vigilaran en
todo el país el proceso de votaciones, para impedir cualquier
intromisión y ayudar a un correcto funcionamiento del derecho a la libre
decisión de la ciudadanía turca.
Oposición perseguida
Erdogan llegó al poder en 2002 y permaneció
once años como primer ministro. En 2014 fue directamente elegido
presidente. En las elecciones de junio de 2015, el AKP, partido de
Erdogan, perdió el poder absoluto del Parlamento a causa del ascenso del
partido pro kurdo HDP que obtuvo alrededor de un 13% de votos.
Los resultados electorales desembocaron en la ruptura de paz con la población kurda, que derivó en la persecución y detención de sus líderes. Ante este panorama, un grupo de académicos y personalidades de la universidad firmaron una petición para la restauración de la paz con el pueblo kurdo.
Manifestación a favor del 'No' en Estambul. - REUTERS |
Tras la tentativa de golpe de Estado, se
está acusando de terroristas a las personas que firmaron esta petición,
echándolas de sus puestos de trabajo y retirándoles el pasaporte. “Usan las firmas como una lista negra. Han
dejado de renovar contratos e interfieren tanto en universidades
públicas como en privadas”, relata la investigadora de la UOC.
Así, desde julio de 2016 más de 150.000
funcionarios públicos han sido despedidos de sus puestos de trabajo, y
una decena de diputados del HDP ─incluyendo sus líderes─ y más de 150
periodistas han sido encarcelados. De hecho, según el Comité de
Protección de Periodistas, en 2016 Turquía encabezó el ranking de comunicadores entre rejas.
La proclamación del Estado de excepción
siempre es temporal, hasta que la situación que lo justificó se
revierta. “Ahí es dónde está la manipulación de Erdogan: mientras él
siga considerando que se puede volver a producir un golpe de Estado va a
continuar prorrogando el estado de excepción. Esta es la excusa que le da cobertura para poder eliminar a la oposición y a las voces críticas”,
afirma David Bondia, profesor titular de Derecho Internacional Público
de la Universidad de Barcelona y Presidente del Instituto de Derechos
Humanos de Catalunya.
Fuente: http://www.publico.es/internacional/turquia-ciudadania-turca-planta-cara.html
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