Toni Catany |
Era un hombre que, por su profesión,
cuando cometía errores eran siempre de bulto.
Me estoy refiriendo a un maletero
-o porteur, eso depende
de la situación del sujeto respecto a la cordillera pirenaica-
quien, atendiendo por uno u otro nombre,
acababa deslomado cada día
de tanto descargar y cargar trenes.
Yo también cometo errores de bulto:
voy a abrazar tu cuerpo y me abraso en el aire,
voy a pedir tequila y pronuncio te quiero,
voy a aspirar la brisa y estás en mi garganta.
Así, acabo descorazonado cada noche
de tanto acarrear mi amor por todas partes:
un amor que no sé dónde dejar
cuando llega la tarde y tú no estás conmigo.
Ángel González
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