Gabriel Tizón |
Había en la película La vida secreta de las palabras
un oceanógrafo que contaba el número de olas y la fuerza con la que se
estrellaban contra la plataforma petrolífera en la que discurrían las
vidas de los personajes del film. Creo haber leído en algún lugar, hace
ya mucho tiempo - la película es del 2005 - que llevaban 25 millones de olas contados.
Me parece de una delicadeza extrema que alguien se dedique
profesionalmente a contar olas en el océano. Y me sorprende haber vivido
sin saberlo, con la importancia que las olas y las mareas tienen. Desde
entonces, y sin poder yo evitar que este cerebro arado mío
haga lo que le venga en gana cuando la realidad se le acartona, llevo
desarrollando en mi cabeza un diverso catálogo de profesiones al margen
de los convenios laborales que, a saber, si no estarán sosteniendo al
mundo. Contadora de Gotas de Lluvia, por ejemplo, es una de las
profesiones que me ilusiona porque, cuando llueve, sé que un batallón de
mujeres tendrán trabajo bien remunerado y en condiciones dignas. En
cuanto empiezan a caer gotas, salen en tromba a hacer el recuento de las
gotas que caen, anotan cómo aterrizan, por dónde han caído y qué tipo
de charcos se están formando con una escrupulosa profesionalidad. Luego,
en los informativos, dan toda esa información en los titulares
nombrando únicamente a las diferentes Estaciones Meteorológicas, que
basan todos sus datos en el trabajo de las Contadoras de Gotas. Ni
presentadores del tiempo, ni telediarios, ni físicos agradecen su
trabajo, son lasnadie laborales galeanas.
Abrazador de Personas Mayores Solas (APMS)
es una profesión para la que no te piden estudios, experiencia, ni
referencias; sólo te piden tener el corazón en el sitio. No en el
cerebro, ni en la cartera, ni en la nevera, donde se lo dejan tantas
personas antes de salir de casa por miedo a ser queridas creyendo que
transitar la realidad sin él es más seguro. Los APMS se dedican
exclusivamente a los ancianos dejados como muebles desvencijados al
lado de un contenedor. Personas mayores solas, en medio de un salón de
luz amarillenta, sentadas el día entero en una mesa camilla mirando la
televisión que quedó encendida la última vez que alguien fue a
visitarlos. Permanecen quietos, callados, con las zapatillas de foam
adheridas a las plantas de los pies de no quitárselas ni para dormir.
Las manos entrelazadas, con los dedos como raíces secas de vid arrancada
y dejada también. Sólo cuando llega el personal APMS, un
poquito antes de irse a dormir por la noche, reaccionan los ancianos y
ancianas y cambian la postura aparentando cobrar vida. Es cuando se les
dibuja una sonrisa feliz que dura mientras dura el abrazo de los APMS, que incluyen doble achuchón en casos de soledad severa.
Existe
otra profesión que cada vez tiene más demanda: Alisador de Dobleces.
Las dobleces en las personas son extraordinariamente peligrosas y pueden
causar daños irreparables en el tejido emocional del entorno, si no se
actúa a tiempo y se planchan bien planchadas. Hay casos documentados
verdaderamente espeluznantes, que detallan auténticas miserias
escondidas en la doblez moral de algunos individuos y que cuentan
sirvieron como base a algunos programas electorales (esto último tómalo
con pinzas, que no lo he podido contrastar). Otra profesión fascinante
es la de Repartidora de Sueños (pienso dedicarme a eso en cuanto termine
este Fémur). La Repartidora de Sueños se pasa la noche entera de
puntillas de aquí para allá asegurándose que cada cual tenga el sueño
que necesita cuando entra en la fase REM.
Los sueños son material delicado y resistente a partes iguales.
Delicado porque se terminan a poco que te despiertes y resistentes
porque pueden suceder dormido en cualquier situación. Existen también
los Fabricantes de Ampos que se dedican a construir los copos de nieve.
¿Sabes que es prácticamente imposible que existan dos copos de nieve
idénticos y que se encuentran hasta 35 tipos de copos de nieve
diferentes según su estructura?... ¿Y sabes que hay alrededor de
doscientos cristales de hielo en un solo copo de nieve?... Esos pequeños
cristales de hielo, formados en las nubes a bajo cero, de apariencia
frágil, encierran en su interior una belleza majestuosa y una geométrica fascinante tan sólo comparable, dicen, a las obras maestras que cuelgan en El Prado de Durero, Bruegel el Viejo, Rembrand o Antonio Moro. Pinturas todas que...
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Casi se me olvida contarte por qué te estoy contando todo este cuento. Disculpa, con el arte de los flamencos
siempre me encanto... Todo este cuento que te cuento te lo cuento por
algo que ha sucedido esta semana entre los Fabricantes de Ampos. Algo
insólito que jamás había ocurrido. En ningún invierno se había producido
un hecho similar. Ha habido una rebelión entre los Fabricantes de Ampos
desplazados a Grecia. Se niegan en rotundo a fabricar más copos de
nieve y han bloqueado las nubes para impedir que sigan cayendo los que
tenían almacenados. He podido hablar hace un rato con la portavoz de los
Ampos y me ha explicado, rota de dolor y llorando qué ha pasado. Dice
que, a principios de semana, descubrieron el cadáver de una niña
refugiada de apenas cuatro años que, tras cruzar el Mediterráneo en
agosto, había muerto de frío después de la intensa nevada de la noche.
La niña tenía un manta de las que reparten las ONGs, pero no había sido
suficiente porque la temperatura había descendido muchísimo en el campo
de refugiados de Moria, en Lesbos, y porque "mandar mantas en lugar de mandar políticos que cambien las leyes",
no es bastante... A su lado, vio al padre de la niña, llorando
desconsolado e intentándola calentar meciéndola entre sus brazos
huesudos, sin permitir que un voluntario se la llevase para ver si
podían reanimarla. Ya sabían que no podrían, la niña estaba muerta, pero
querían intentarlo, por lo menos, eso... Intentarlo. La madre de la
niña estaba sentada junto al padre sin moverse, aterida, tenía la cara
del mismo color blanco que su hija, un blanco que contrastaba con el
granate de sus ojos hinchados tras haber llorado un mar entero, como
lloró en la orilla el día que llegaron a la isla, contando a las
olas que traían la siguiente barcaza que
había salvado a su hija del mar. La madre tenía la mirada fija en los
dos puñados de nieve que había cogido y que apretaba, uno en cada
mano, mientras un bebé pelón asomaba de su regazo. Dice que el bebé no
lloraba, que solo giraba la cabeza a un lado y a otro, mirando la
escena con los ojos muy abiertos, sin pestañear, captando cada detalle
para poder contar a sus nietos como murió su hermana de frío en el siglo
XXI a las puertas de una Europa que había jurado que no sucedería jamás
lo que justo estaba sucediendo.
Cuando
me ha contado lo del bebé, la representante de los Fabricantes de Ampos
se ha derrumbado por completo al otro lado del teléfono... No podía
para de llorar; a duras penas ha podido balbucearme cómo de profundo la
hirió la mirada de aquel bebé, y ha explicado entrecortada, que le
resulta insoportable el recuerdo de aquellos ojos redondos y quietos,
fijos en ella sin acusarla siquiera por ser fabricante de nieve, que
solo la miraban, eso solo... Luego se ha serenado un poco y me ha
dicho que el problema no es la nieve, que la nieve no daña, pero que,
aún así, y como no encuentran otra opción, están haciendo lo imposible
por pararla. Se iba y venía la conexión y ya no he podido preguntarle si
son ciertos los rumores de que la rebelión se está extendiendo por más
zonas. Creo haber entendido que están parado la producción de copos de
nieve cerca de la frontera de Turquía con Bulgaria,
pero esto último tómalo también con pinzas, porque no he podido
verificarlo. Intuyo que esta mujer hará todo lo que esté en su mano para
que no caiga un copo de nieve más sobre los 60.000 refugiados que hay en suelo europeo tiritando
bajo la atenta mirada de los dirigentes de turno y el sobrecogimiento
de los ciudadanos. De eso estoy segura. Ahora mismo voy a comprobar si
esta revuelta histórica de los Fabricantes de Ampos aparece en los
medios y marca las agendas políticas, o si los dirigentes de la UE
siguen agendándose la realidad como, si la realidad, les importase una puta mierda.
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