El neurólogo Jordi Montero, autor de "Permiso para quejarse" A.M. Ron |
El dolor crónico afecta a entre el 10
y el 30% de la población adulta, con una incidencia especial entre las
mujeres entre 40 y 60 años. En la mayoría de los casos este dolor no
tiene una causa física evidente y está habitualmente relacionado con
factores emocionales, pero los pacientes se ven inmersos en una espiral
médica en la que nadie les da respuesta y de la que no encuentran
salida. El doctor Jordi Montero pertenece a un grupo de neurólogos que afronta este problema desde hace unos años con otro enfoque. En su libro "Permiso para quejarse" (Ariel,
2017) este especialista conocido por su trabajo en el Hospital
Universitario de Bellvitge y con más de cuarenta años de experiencia
ofrece una visión más humana de estas afecciones y explica la
importancia del componente emocional de buena parte de los casos.
Charlamos con él en un céntrico hotel de Madrid.
¿Qué siente un experto en dolor cuando le da un cólico nefrítico?
Mucho
dolor agudo. Y miedo. Piensas: ¿me voy a morir? ¿El diagnóstico es
correcto? ¿Cómo acabará esto? Después, una vez que tienes el
diagnóstico, ya llega la tranquilidad y baja muchísimo la angustia.
Entonces te tratas con analgésicos, sin miedo ya.
¿El dolor es menos intenso cuando tienes una explicación?
Claro,
porque el dolor tiene siempre esa connotación emocional, y el dolor es
primo hermano del miedo. Cuando pierdes el miedo, queda la nocicepción,
el dolor, y este sabes que es tratable con medicamentos opiáceos.
Entonces ya solo queda saber cuánto va a durar, pero ya tienes la
tranquilidad de saber por qué es.
¿Se podría soportar a nivel consciente?
Es
el famoso episodio del doctor Livingston atacado por un león, cuando
cuenta que no notó nada. En situaciones de estrés se produce una
descarga de endorfinas que van directas a los receptores y detienen la
entrada de sensación de daño, es decir, hay una analgesia fisiológica.
Además, es lógico, porque no notar el dolor de una herida es algo que ha
sido útil a nivel evolutivo, tanto para el animal que ataca como para
el que es comido.
Pero me refiero a si es posible el control consciente del dolor.
Existen
métodos que pueden generar endorfinas, algunos orientales. Y desde
luego el ejemplo práctico lo tenemos en el efecto placebo. De hecho, el
efecto placebo es reversible con naloxona. Alguien que tenga analgesia
psicogénica, si le das esta sustancia, vuelve a tener dolor.
¿Ha recetado alguna vez placebo a algún paciente?
Sí,
cuando mi nieta se da un golpe en la rodilla yo le doy unos besitos y
le canto una canción que me cantaba mi abuela y se le pasa el dolor.
Me refiero en la consulta...
Bueno,
en algunos lugares existen pastillas de azúcar que se utilizan para
esto. Pero tú has de ser consciente y debes emplear métodos éticos, es
decir, que no engañes y no causen un gasto. Y además, no está de más que
al paciente le hagas entender de alguna forma que estamos jugando con
estas ideas. Y hay que saber que el placebo solamente actúa en dolor,
inflamación y depresión, que son los mecanismos de defensa. Pero no
actúa en una infección, en un cáncer o en un infarto de miocardio. Y el
efecto es transitorio, nunca dura más de un mes y medio.
A menudo le pregunta a los pacientes si el dolor solo les afecta despiertos, ¿qué relevancia tiene esto?
Es
importantísimo, porque ayuda a distinguir el dolor crónico del agudo.
Si tienes un dolor de muelas o una apendicitis, el dolor te despierta,
pero si el dolor es por memoria, duermes. Ese dolor crónico se ha
producido por una memoria del dolor. Se ha creado una sensibilización y
de una forma inconsciente se produce porque se ha evocado una memoria de
dolor que está ahí instalada.
¿El dolor es hereditario y aprendido?
Nosotros
aprendemos por imitación, los humanos nos hacemos con lo que estamos
viendo delante. Por ejemplo, copiamos la sonrisa de nuestra madre a los
cuatro meses y medio de vida. Si tú delante tienes modelos
emocionalmente inestables, con dolor, es muy fácil que utilices los
mismos modelos. Igual que tienes la sonrisa de tu madre, puedes tener el
dolor de tu madre.
Aquí es cuando el paciente le replica lo de "¿se piensa que me lo invento?". ¿Cuántas veces le han hecho esta pregunta?
Muchas veces. Pero esto lo puede entender cualquiera, si se lo explicas bien. Ysi
yo sé la explicación, mejoro. Muchos pacientes me dicen "ostras, es la
primera vez que me explican algo lógico". Cuando uno entiende lo que le
pasa, rebaja muchísimo su miedo.
¿Tomamos demasiados analgésicos o más de los necesarios?
Para
el dolor crónico son inútiles, en general. A veces el dolor crónico es
debido a una amplificación de un dolor agudo, de daño. Con muy poco daño
se produce mucho dolor, cuando existe una amplificación, que es algo
que nuestro cerebro hace constantemente. Por ejemplo, fíjate en la
sensación que te está llegando ahora de tu pie izquierdo. Hasta que no
te lo he dicho no lo notabas, ¿no? A veces, un pequeño daño produce un
gran dolor. Aquí es donde entra el dolor crónico, esta sensibilización.
El neurólogo Jordi Montero, durante un momento de la entrevista |
Vivimos en una sociedad que no quiere sentir dolor.
Sí,
claro. No queremos tener dolor, pero esto es cultural. Los analgésicos
deberían usarlos para el dolor agudo. Somos la tercera generación de
seres vivos que podemos luchar contra el dolor agudo, después de 3.000
millones de años. Tu abuelo, si tenía dolor de muelas, se jodía.
¿El peor caso de dolor que ha visto?
La
neuralgia del trigémino. Antes los pacientes se suicidaban. Es como la
epilepsia de un nervio, crisis de descargas espontáneas y el dolor de la
cara es muy diferente, es muy rabioso y cabreante. Por suerte ahora se remedia con fármacos antiepilépticos. Y en algunos casos no tienes más remedio que operar.
¿Y el dolor por daño en el tálamo?
El
tálamo es como un guarda urbano, casi todas las conexiones pasan por
allí. Y si se alteran algunos puntos del tálamo, no hay filtro en las
sensaciones y un simple toque puede ser extraordinariamente
desagradable. Y produce una distorsión incomprensible para nosotros.
¿Cuál es el camino más prometedor contra el dolor de cara al futuro?
El
primero va a ser el conocimiento de receptores para poder jugar y
cambiar la excitabilidad de determinadas redes. Ahora lo podemos hacer
con antidepresivos, o con la dopamina en el párkinson, pero son
medicamentos que actúan sobre muchas redes y tienen muchos efectos
secundarios. Cuando tengamos medicamentos que actúen sobre redes muy
concretas serán muy eficaces para muchos problemas conductuales. Y otra
vía será meterse en estas redes con estimulación eléctrica, desde fuera o
desde dentro. Desde dentro ya estamos tratando el párkinson y las
obsesiones. Y desde fuera, no solo la estimulación magnética
transcraneal, o el uso de música.
El desconocimiento del dolor ha dado lugar a enfermedades nuevas, ¿qué opina de la fibromialgia?
Los
reumatólogos pusieron este nombre pero confunde mucho, porque es como
si conociésemos la patología y tuviese que ver con la inflamación. En
realidad es dolor crónico, es un dolor cierto, pero el origen es por
memoria de dolor, problemas emocionales, etc. De alguna manera estas
personas han ido almacenando todo el dolor que han tenido y les ha ido
quedando como en una mochila. Y los tienen todo el tiempo, excepto
cuando duermen. Y van muchos al médico, pero realmente la medicina no
ayuda a estos pacientes y las paramedicinas menos. Así que lo mejor es
protegerles de las medicinas.
A
algún paciente le contesta usted que tiene dolor porque está enfadado o
porque no es feliz, y le recomienda que salga a divertirse. Esto suena a
pseudociencia. O a coaching.
Lo que yo le
digo es: adáptate a tu condición, porque yo no tengo solución, y la
medicina tampoco. Y le voy a defender de la medicina: los médicos cuanto
más lejos mejor, ya me quedo yo de médico. A veces es muy difícil
porque otros médicos encontrarán una manera de operarlo y aparecerá un
nuevo dolor, siguiendo criterios convencionales, a veces con buena fe.
Puede que los pacientes no lo entiendan, pero yo no engaño.
¿Qué porcentaje de pacientes se marchan enfadados?
Uy,
es alto. Digamos que enfadados no. No lo entienden, pero a veces
vuelven. Hay muchos que dicen "me sigue doliendo igual pero ya no me
importa, porque sé de qué va. Y me he puesto hacer fisioterapia,
gimnasia..." Y se adaptan. Que es lo que hacen los animales, si eres
cojo debes andar cojo, pero si eres cojo y quieres correr los 100
metros, serás un desgraciado.
Me
interesa mucho el caso de esa paciente suya a la que se le pasa el dolor
solo cuando interpreta un personaje en una obra de teatro.
Aprendí
mucho con esa señora. Realmente es una relación entre la conciencia y
el dolor. Cuando esta persona es otra, esta no tiene dolor. Que es lo
que hacen los actores. Cuando ella actúa no tiene dolor porque es otra
persona, ha cambiado la consciencia, esta persona no tiene memoria del
dolor.
¿Por eso a los pacientes a los que se pone collarín tras un accidente terminan desarrollando más a menudo un dolor crónico?
Claro,
y a veces hay un factor que es el agravio, están dolidos. En el libro
cuento el caso de un señor al que le dieron un golpe por detrás en el
coche y a las horas empezó a sentir un dolor. Entró en un círculo
vicioso y terminó yendo al psiquiatra pensando que tenía depresión. El
agravio, lo que te maltrató, produce cambios cerebrales y termina en el
dolor crónico. Y de ahí, como caigas en la medicina clásica, no sales.
Lo que hacemos nosotros es decirle a la gente que salga corriendo. A
usted le han metido en una trampa, la sociedad le ha metido a usted en
un pozo, salga del pozo, porque están jugando con su vida.
Como su paciente que empezó a sentir el dolor en la zona del tumor cerebral solo cuando la habían curado.
Como
consecuencia del trauma. Esa mujer después de cinco años sigue teniendo
dolor, porque las memorias no se olvidan. Pero ya sabe por qué lo
tiene, y que no es que el tumor se reproduzca, así que ya lo aguanta y
se va a pasear. Y me dice: "me sigue doliendo, doctor, pero me voy a
pasear con las amigas".
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