..y oyó su oración Febo Apolo,
e, irritado en su pecho, bajó de las cumbres olímpicas
con el arco y la aljaba cerrada pendientes del hombro.
A la espalda del dios enojado sonaba las flechas
al andar. Y, avanzando, era como una noche sombría.
Se sentó cerca de los navíos, lanzó una saeta
y sonó el espantoso chasquido del arco de plata.
Al principio a los mulos tiró y a los ágiles perros,
pero luego a los hombres lanzó las amargas saetas,
y en las piras, sin tregua, empezaron a arder los cadávares.
....
Homero
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