Las elecciones generales del 20 de diciembre dejaron a todos y todas con la misma pregunta en la cabeza: “
¿y ahora qué?“.
Y la respuesta más coherente a esta incógnita es la más sencilla: ahora
se abre una etapa de negociaciones duras y complejas. Punto. Aventurar
más es complicado, pues ninguna de las combinaciones de Gobierno parece
realizable a corto plazo. A Rajoy le hace falta algo más que C´s para
gobernar y tiene enemigos en casi todo el hemiciclo. Pedro Sánchez
debería formar un pentapartito multiforme que podría romperse en
cualquier momento.
Un verdadero sudoku que
mantendrá unos meses entretenidos a los medios de comunicación, que esta
noche solo alcanzamos a analizar los resultados obtenidos por cada
agrupación en relación a sus pronósticos:
El
Partido Popular, mal que nos pese, volvió a ser la fuerza más votada del país, sin embargo,
perdió por el camino más de tres millones y medio de votos.
Como todas las encuestas pregonaban, los populares salvaron los muebles
gracias a una campaña ultraconservadora, escondiendo al máximo a Rajoy,
utilizando perversamente los medios de comunicación públicos y las
entidades estatales, y repitiendo una y otra vez la
falsa cantinela de la recuperación económica.
La táctica del miedo venció al desgaste de la corrupción y gracias al
voto cautivo, la Ley D´Hont y al bloqueo del voto emigrante han logrado
un resultado que bien firmaban los populares hace un año, cuando el CIS
los desplazaba a la segunda fuerza.
Resiste el grupo político más corrupto de la historia de la democracia, manteniendo serias esperanzas en repetir las elecciones, un buen escenario para las propuestas basadas en la estabilidad.
|
Foto: PSOE |
El PSOE ha obtenido
los peores resultados de su historia,
ahí es nada. Ha perdido la confianza de (casi) millón y medio de
votantes. Sin embargo, en Ferraz tienen buen sabor de boca. Los
pronósticos de las últimas semanas lo situaban en dura pugna con Podemos
por la segunda plaza, pero
el cortijo andaluz, sus redes clientelares y (nuevamente) el voto cautivo han salido al rescate. Parece que
Pedro Sánchez sale airoso del primer match-ball serio de su carrera política.
Susana tendrá que esperar y Sánchez liderar la decisión más importante
en la historia del PSOE: intentar un pacto múltiple para desbancar al
PP, aliarse con él (lo que supondría renunciar para siempre a sus
siglas) o dejarlo todo para una segunda vuelta. Y considerando que
Sánchez no destaca por su valentía, todo apunta a esta última opción.
|
foto: Dani Gago (PODEMOS) |
Podemos no consiguió la remontada esperada pero es, sin duda, el vencedor moral de estas elecciones. Y lo es porque ha zarandeado el bipartidismo (que queda muy tocado), convirtiéndose en el principal artífice de esta enigmática coyuntura política. Y lo ha hecho con buena parte de los medios en contra (sobre todo los públicos), teniendo que nadar a contracorriente durante toda la campaña, dándole la vuelta a unas encuestas que lo situaban en cuarta posición, superando finalmente a un partido reinventado para contrarrestarle (Ciudadanos) y llevando a cabo un sobreesfuerzo de hipermovilización y aglutinamiento que acabó dando sus frutos: 69 diputados. Objetivamente es un resultado espléndido, sin embargo, su electorado lo asumió con alegría moderada. En su primera comparecencia, Pablo Iglesias salió a escena poniendo encima de la mesa condiciones “inaplazables e imprescindibles” centradas en el rescate ciudadano y la reforma constitucional. Podemos tendrá que sentarse a negociar defendiendo los intereses de la gente o quedarse en un segundo plano como oposición firme. En cualquiera de estos escenarios, Iglesias tendrá que tomar nota de aquello que lo ha resucitado: la horizontalidad y las confluencias. Un papel complicado y exigente para una formación política tan joven, pero que ha demostrado que puede asumir cualquier reto. Veremos.
En otras condiciones, el resultado de
Ciudadanos (3.497.151 votos) hubiera parecido una proeza. Ocurre que ha sufrido un revés importante con respecto a
lo pronosticado en las encuestas, infladas de manera grosera por los medios de comunicación conservadores.
Rivera, que partió en pole position, fue menguando conforme avanzaba la campaña, conforme se
analizaba con lupa su programa económico o se ponía el foco en sus
listas electorales. Ciudadanos salió escaldado de su
postura machista en cuestión de violencia de género. Y finalmente, en un inexplicable episodio que se analizará en los libros de historia de la torpeza política,
Rivera se metió un tiro en el pie asegurando que facilitaría el Gobierno a Rajoy por ser la lista más votada.
Su torpe final de campaña dejó a Ciudadanos en 40 diputados, que no
siendo mala cifra ni mucho menos, está bastante por debajo de las
expectativas que ellos mismos habían alimentado. En realidad, si lo
analizamos con detenimiento, Ciudadanos ha conseguido el objetivo para
el cual fue “
refundado“: interrumpir el avance de Podemos y vehicular el descontento social hacia posturas más moderadas.
Izquierda Unida, por su parte, fue
la formación más castigada por una ley electoral a todas luces injusta que se ha cebado con ellos, quedando en una representación residual que, paradójicamente, puede tener su importancia.
Han perdido más de 750.000 votos y se han quedado en 2 diputados. Son las consecuencias de un
desmedido apego a las siglas,
de una campaña ciclotímica basada en un discurso anticuado y difuso que
olvidó a sus verdaderos enemigos y centró todas sus fuerzas, su odio e
inquina en Podemos, en un claro ejercicio de despecho político. De poco
le ha valido tener a un candidato genial ni emprender una divertida
campaña en las redes sociales, pues ni Garzón puede sujetar un proyecto
por sí solo ni los espacios virtuales son verdaderamente representativos
del latir de la calle. Una de dos, o van tomando conciencia de que
deben confluir, o sus días están contados.
España despierta con la incertidumbre de sentirse ingobernable. En
tres meses habrá que tomar decisiones y para ello los partidos deben
cambiar el chip, sustituir la actitud cerrada y altiva demostrada hasta
la fecha por predisposición al diálogo y capacidad de inventiva. Las
agrupaciones deberán estar dispuestas a ceder en virtud del beneficio
colectivo, un reto que evaluará la madurez política de los recién
llegados y la modernización de los partidos del régimen. En este
insólito escenario, todos tienen mucho que ganar y mucho que perder.
Vayan comprando palomitas.
Fuente:
http://lareplica.es/editorial_20d_elecciones_crack/
No hay comentarios:
Publicar un comentario