miércoles, 16 de diciembre de 2015

En movimiento


Con mi moto nueva Norton de 250 cc en 1956. Oliver Sacks

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 Vi a un joven que padecía "dolores de cabeza con náuseas" todos los domingos. Describió los centelleantes zigzags que veía antes del dolor de cabeza, de manera que resultó fácil diagnosticarlo como migraña clásica. Le dije que disponíamos de medicación para su dolencia,y que si se ponía una pastilla de ergotamina bajo la lengua en cuanto comenzara a ver los zigzags, aquello podría servir para frenar el ataque. Me telefoneó muy entusiasmado una semana después. La pastilla había funcionado, y no le dolía la cabeza. Me dijo: "¡Dios le bendiga, doctor!", y yo pensé: "¡Caramba, qué fácil es esto de la medicina!"
    El fin de semana siguiente no tuve noticias de él, y como sentía curiosidad por saber cómo le iba, le telefoneé. Con una voz bastante apagada me dijo que las pastilla había vuelto a funcionar, pero expresó una curiosa queja: se aburría. Durante los últimos quince años había dedicado cada domingo a las migrañas -su familia iba a verlo, era el centro de atención-, y ahora echaba de menos todo aquello.
    A la semana siguiente recibí una llamada de emergencia de su hermana, que me dijo que el paciente padecía un grave ataque de asma y que le estaban administrando oxígeno y adrenalina. Su voz parecía sugerir que aquello podía ser culpa mía, que de alguna manera yo "había desbaratado su equilibrio". Aquel mismo día llamé a mi paciente, quien me contó que había sufrido ataques de asma de niño, pero que posteriormente éstos habían sido "reemplazados" por la migraña. Se me había pasado por alto una parte importante de su historial por atender tan sólo a sus síntomas actuales.
   -Podemos darle algo para el asma -sugerí.
   -No -me contestó-. Tendré otra cosa... ¿Cree que tengo necesidad de estar enfermo los domingos?
   Sus palabras me dejaron estupefacto, pero dije:
   -Vamos a analizarlo.
   A continuación pasamos dos semanas explorando su supuesta necesidad de estar enfermo los domingos. En esas dos semanas sus migrañas se volvieron menos molestas, y al final desaparecieron más o menos. Para mí aquello era un ejemplo de cómo los motivos inconscientes a veces se alían con las propensiones fisiológicas, de cómo no se puede abstraer una dolencia o su tratamiento de la totalidad, del contexto, de la economía de la vida de una persona.
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En movimiento
Una vida

Oliver Sacks

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