sábado, 19 de noviembre de 2022

A la sombra de las muchachas en flor

... Cuando se quita del platillo donde está el orgullo una pequeña cantidad de voluntad que tuvimos la debilidad de ir gastando con los años,  y se añade al platillo de la pena una enfermedad física adquirida y que dejamos agravarse, entonces, en vez de la resolución valerosa que hubiese triunfado a los veinte años, es la otra, ya muy pesada y sin bastante contrapeso, la que nos humilla a los cincuenta. Además, las situaciones, aunque se repiten, cambian, y hay probabilidades de que al mediar o al finalizar nuestros días tengamos con nosotros la funesta complacencia de complicar con el amor una parte de hábito que para la adolescencia, absorbida por otros deberes y menos libre, es desconocido... 

En busca del tiempo perdido 
Marcel Proust

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