Hymenopus coronatus |
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Las mantis, ya se sabe, no tienen buena fama. Son "asesinas despiadadas" (¿qué depradador no lo es?) que aferran a sus presas con un rápido movimiento felino del primer par de patas, las raptoriales, formadas por tres partes que, al plegarse, dan al insecto una postura "de oración", de ahí el nombre de "mantis religiosa". La mantis orquídea engaña a su presa porque se parece a una flor de orquídea en todo, tanto en los colores, blanco con detalles rosas, como en la forma, gracias a sus fémures lobulados. Las que se hallan en sus primeras fases (ninfas y neánidas) imitan la corola de una orquídea aún mejor que los adultos, incluso en el lugar donde "florece", en el follaje y no en otras flores. La mantis orquídea es una imitadora excepional, pero, más que copiar una flor concreta, parece haber desarrollado caracteres generalizados: imita "una idea de orquídea", más que una especie concreta, al menos por lo que sabemos. Su técnica es infalible porque aprovecha un sistema de comunicación que existe desde hace millones de años, el de las plantas con flor y los insectos polinizadores. Las corolas de los pétalos de las flores tienen guías de néctar, es decir una "pista de aterrizaje" que les indica a los insectos dónde posarse y por dónde caminar para llegar al néctar, y es un factor correspondido, ya que el insecto se impregnará de polen al pasar y, al lleváraselo con él, polinizará otra flor. Nosotros no vemos las guías de néctar (necesitaríamos luz ultravioleta), pero para los insectos son caminos iluminados. Y la mantis orquídea parece haber descubierto el truco.
Su epidermis absorbe y refleja los rayos ultravioleta, sobre todo en las primeras fases, y se ha observado que, más que su forma, simetría y aspecto general, lo que realmente atrae a los polinizadores a las garras de la mantis orquídea como si estuvieran hipnotizados es su particular pigmentación, sin la cual el número de presas que se acercan a ellas disminuye drásticamente. Pero si el color es suficiente para enviar una señal engañosa, ¿por qué centrarse también en la forma? Pues muy fácil: de este modo, las mantis orquídeas jóvenes engañan tanto a sus presas como a los depredadores. Su pigmentación, que muestra patrones específicos bajo la luz ultravioleta, atrae a los polinizadores, mientras que la morfología general de su cuerpo, que se asemeja a la corola de una orquídea, les ayuda a pasar desapercibidas ante los posibles depredadores que los confunden con una flor...
Mira quién habla
Cosas que dicen los animales
Francesa Buoninconti
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