Azufre el corazón, la carne, paja,
con los huesos que ya son leño seco,
el ánima detrás de un embeleco,
ansiosa de lo bello que la ultraja;
cegada la razón y sin ventaja,
frente al tramposo mundo, vano y hueco,
no es milagro que arda como un fleco
si algún lampo fugaz del cielo baja...
Michelangelo Buonarroti,
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