viernes, 30 de abril de 2021
Gente que pesca anguilas
jueves, 29 de abril de 2021
Menos tolerancia y más follar
Hacen falta leyes que prohíban la imposición de normas incompatibles con la dignidad humana. Y aunque las campañas de educación sí hacen falta, y mucha, el diálogo no.
Una protesta en Francia (EFE) |
Tolerancia, nos han dicho. Respeto. Comprensión. Diálogo. Aceptación. No son como tú, pero no pasa nada, no son mejores ni peores: solo distintos.
Tolerancia se llama en medicina la capacidad del cuerpo de asimilar una determinada cantidad de un tóxico sin sufrir daños. Y esta ha sido la postura con la que Europa ha afrontado durante las últimas décadas la inmigración: considerando a los inmigrantes una especie de sustancia que en grandes cantidades es nociva para la sociedad, pero tolerable en cantidades menores.
Por eso ha dosificado su llegada, invocando cifras: tantos al año, no más. Como si de niveles de radiación o miligramos de plomo en sangre se tratase. Por si acaso, los ha encapsulado en guetos como el cuerpo hace con objetos extraños para que causen el menor daño posible. A la distancia impuesta para minimizar el contacto se la ha llamado respeto, al proceso de crear esa cubierta que los separa del resto del organismo social, diálogo. Y mientras la cuestión se ha centrado en las cifras, nadie ha tenido por necesario preguntarse de qué sustancia hablamos. Ni por qué la creemos nociva, en lugar de considerarla esencial, absolutamente necesaria para mantenernos con vida. Ni si tal vez sea fácil de asimilar. Son distintos, se ha insistido, no pasa nada mientras no sean muchos.
La palabra tolerancia expresa esta idea desde hace siglos: desde se acuñó con una visión religiosa cristiana, poniendo fin a la idea de que la fe verdadera se ha de imponer a la fuerza. Tolerancia se llamaba aceptar la existencia de confesiones o escuelas no conformes a la Iglesia oficial, sin poner en duda, evidentemente, que hay una única fe verdadera y todas las demás son erróneas y sus seguidores irán al infierno. Pero eso ya es cosa de Dios. Aquí en la Tierra se les puede tolerar. Mientras no molesten, obviamente. Lo que no hay que hacer son disputas teológicas: que cada uno vaya al paraíso según considere.
Fueron las sociedades musulmanas quienes llevaron a la perfección este concepto: quedó codificado en el Imperio otomano hasta el siglo XX y es hasta hoy la ley en Líbano, Siria, Egipto, Jordania y, quien no lo habría dicho, en Israel. El código penal es común, pero se otorga jurisprudencia civil propia a cada comunidad: cristianos ortodoxos, católicos, judíos, yezidíes, drusos. Sus dirigentes —popes, curas, rabinos— aplican las normas canónicas a su grey; matrimonios (siempre dentro del grupo, jamás mixtos), divorcios (o no), herencia, asuntos de familia. Sí, siempre la familia, la sagrada familia. Más exactamente, todo lo que tenga que ver con las mujeres. Dicho con claridad: cada grupo se puede follar a las suyas. Nunca a las de los demás.
Y es este modelo el que los partidos de izquierda —especialmente ellos— llevan dos décadas reivindicando para la inmigración en Europa. Que cumplan las leyes estatales, sí, pero que con sus mujeres hagan lo que quieran, que para eso son suyas. ¿Velo, poligamia, matrimonio de menores, quizás hasta ablación? Respétalo, acéptalo, son distintos. (Sí: hay académicas alemanas que se reclaman de izquierdas y proponen dejar de condenar la ablación: total, las mujeres africanas no necesariamente quieren tener orgasmos para sentirse sexualmente satisfechas, escriben, lo que les importa es sentirse apreciadas por el marido, y eso hay que respetarlo).
La ventaja de la tolerancia, en esa acepción, era que no hacía falta debatir sobre un proyecto común para la nación, ni un conjunto de ideas comunes a todos los ciudadanos. Pero entonces vino la modernidad y, con ella, la idea de que las naciones se componen de ciudadanos iguales ante la ley. Una ley única, aplicable a todos sin distinción, también a todas las mujeres. Una ley que, si nos ponemos democráticos, debe ser debatida y aceptada por todos. A consensuar, se ha dicho. A dialogar.
Pero el diálogo está sobrevalorado. Hay visiones del mundo que no se pueden conciliar. Si yo estoy en contra de la pena de muerte y usted está a favor, no nos podemos encontrar a medio camino, consensuando que solo se ejecutará a la mitad de los criminales que lo merecen, o solo se les cortará media cabeza. Si yo estoy a favor de permitir el divorcio, y usted —por ejemplo por ser católico— cree que debe estar prohibido por ley porque así lo ha ordenado Dios, dialogar es perder el tiempo: ni yo voy a convencerle a usted que Dios no existe, ni usted a mí que yo le deba hacer caso. Ni nunca voy a respetar ni mostrar comprensión a una ley que, bajo pretexto de escrituras sagradas e inamovibles, ordena mantener a las mujeres en una cárcel llamada matrimonio de por vida. No.
Dentro de nuestra sociedad europea, este debate ideológico se ha aceptado como normal, porque sabemos que dejar que cada uno haga lo que quiera no es libertad: es la ideología de favorecer a los fuertes. No establecer un salario mínimo ni una jornada laboral máxima no es dar libertad a los trabajadores: es quitársela. Respetar la voluntad de los empresarios a establecer los horarios y sueldos que quieran tiene un nombre: explotación. Una sociedad que no se dota de leyes para proteger a los débiles no es libre: favorece la opresión. Pero eso es de teoría social de primera y lo sabemos todos.
Salvo cuando se trata de inmigrantes. Mejor dicho: salvo cuando se trata de los inmigrantes y sus mujeres. Entonces no necesitamos leyes. Entonces todo es respeto y comprensión. O bien exhibiendo una especie de fascinación por sus 'oh tan exóticas costumbres' como taparles la cara a las mujeres o al menos el pelo, o bien mostrando cierta repulsa, pero siempre dentro de la aceptación. Son sus tradiciones, nacen así, una tradición no se puede criticar. Si no nos gusta, habrá que esperar a que se les vaya olvidando. Todas las tradiciones se olvidan. Dales tiempo.
Bajo esta postura, el rechazo respetuoso en la esperanza de que las tradiciones no tan agradables se les vayan olvidando, se ha impuesto una corriente social que intenta potenciar la integración incluyendo esas mismas tradiciones rechazables. Sí, ya entendemos que lo de imponer la virginidad a las chicas hasta el matrimonio es un hábito patriarcal y sexista, pero no vayamos a criticarlo: sería estigmatizar a las pobres chicas obligadas a ser vírgenes, y sobre todo sería estigmatizar a sus padres y madres, a todos los inmigrantes musulmanes y al islam en conjunto —sí, al islam, porque cuando alguien dice virginidad automáticamente pensamos en el islam, no nos acordamos de la Virgen María— y eso no es bueno para nadie, solo crea más racismo, división, distancia. Mejor nos callamos, no debatamos el tema, si una familia necesita un certificado de virginidad, pues se firma. Sobre todo no hay que prohibirlo.
Sí, ya entendemos que el velo es sexista, pero qué se le va a hacer, vienen así. Ya se darán cuenta algún día. De momento lo que hay que hacer es aceptarlo, permitir que las chicas vayan al colegio con el velo puesto, no vayan a sentirse incómodas o quieran dejar de ir a clase: sería peor. Hay que contratar a mujeres veladas, no vaya a ser que no encuentren trabajo y acaben quedándose en casa, sin dinero, sin recursos, sin aprender el idioma, sin integrarse: sería mucho peor. Hay que permitir que se bañen con burkini en la playa o la piscina: no vayan a quedarse encima sin agua. Hay que permitir que vivan acorde a todas esas tradiciones que nos parecen —en la intimidad sea dicho— rechazables y sexistas, porque solo así se pueden integrar, estudiar, trabajar, acceder a nuestro nivel intelectual y entender que hay que abandonar esas tradiciones.
Esta postura solo tiene un fallo: parte de una idea racista.
Parte de la idea de que los inmigrantes no tienen ideología: tienen tradiciones. No tienen leyes: tienen costumbres. Las conservan porque son ignorantes: no conocen otra cosa. Hay que tener paciencia porque no están muy evolucionados, no son quizás del todo humanos, o al menos no lo suficiente como para ser ciudadanos.
Y esta idea es falsa. No es por ignorancia ni por falta de formación académica si Jomo Kenyatta, estudiante de la London School of Economics y más tarde presidente de Kenia, defendía la ablación como rito esencial para las mujeres de su país. No es por falta de lecturas que los imames saudíes o egipcios proclaman el velo como obligación para toda mujer nacida musulmana (de hecho, las campesinas, al no saber leer sus eruditas fetuas, no se han enterado y no lo llevan). No era exactamente una analfabeta quien inventó el burkini sino una avispada empresaria australiana.
A una ideología no se le confronta aceptándola. El significado sexista del velo —ocultar el atractivo físico de la mujer para no excitar al hombre, evitando así el riesgo de violación— no se combate llevando el velo a todas partes como algo normal, proclamando que es respetable. Si declaramos normal el velo en clase para niñas adolescentes aceptamos como normal que se les agredería sexualmente en el caso de que no lo llevasen. Declaramos normal que unos padres pueden imponerle a sus hijas —o unos telepredicadores a su grey— una segregación de sexos justificada en el derecho del hombre a violar a la mujer si ella no toma la precaución de mostrarse decentemente tapada. Y no, esto no es normal. Ni es tradición. Ni se olvida poco a poco: se expande. Y no se expande por ignorancia ni por falta de lecturas, sino por exceso de escritos, exceso de programas de televisión salafistas, exceso de influencers muy buenas conocedoras del márketing en las redes sociales, muy buenos profesionales de la redacción de solicitudes de subvención muncipales y de patrocinio de los bancos.
Ya lo decíamos una vez: el fascismo no se cura leyendo. Ni tampoco se cura proclamando que hay libertad para todos: eso es libertad para que los fascistas opriman a los demás a su antojo.
Sí: hacen falta leyes. Hacen falta normas que prohíban la imposición de normas incompatibles con la dignidad humana. Y aunque las campañas de educación sí hacen falta, y mucha, el diálogo no. No hace falta dialogar sobre si es justificado o no cortarle el clítoris a una niña, ni hace falta encontrar un compromiso de cortar solo la mitad. Hace falta prohibirlo. Tampoco hace falta dialogar sobre si una familia puede obligar a su hija, bajo amenaza de muerte, ser virgen hasta el matrimonio, con exhibición de sangre incluida. Tampoco hace falta encontrar un compromiso de vender sangre falsa. Hace falta prohibir los certificados de virginidad y las sábanas manchadas y toda, absolutamente toda medida que intente verificar el estado de decencia de una mujer. Hace falta prohibir en los colegios el hiyab y toda norma, tenga pretexto religioso o no, que atribuya a los hombres el derecho de agredir a las mujeres y que atribuya a las mujeres la obligación de ocultarse, segregarse, apartarse.
No, no hace falta el diálogo, no hace falta encontrar compromiso por el que pueda haber profesoras con hiyab dando clase, siempre que se comprometan a no explicar a sus alumnos el significado sexista de lo que llevan en la cabeza. Hace falta una ley que prohíba exponer a los niños en clase a símbolos sexistas. Hace falta una ley que prohíba segregar desde su infancia a niños y niñas, a creyentes y no creyentes, a puras e impuras, a colectivos separados que no pueden tener contacto entre ellos. Frente a las ideologías segregacionistas, sexistas y patriarcales, ni respeto, ni diálogo, ni comprensión, ni aceptación. Menos tolerancia y más follar.
martes, 27 de abril de 2021
La primera vuelta al mundo, una hazaña de Elcano y Magallanes que sigue encendiendo el debate cinco siglos después
El regreso de Juan Sebastián de Elcano a Sevilla, obra de Elías Salaverría Inchaurrandieta |
“Este testigo estaba a la sazón junto con él, a su lado, y lo vio matar de saetadas [a flechazos] y de una lanzada que le dieron por la garganta”. Así relata cómo fue la muerte de Magallanes uno de los 18 supervivientes que completó la primera vuelta al mundo, el marinero griego Nicolás de Nauplia, según recoge un documento del Archivo General de Indias.
El capitán general Fernando de Magallanes perdió la vida el 27 de abril de 1521 en la isla filipina de Mactán luchando, con medio centenar de hombres, contra 1.500 indígenas encabezados por el jefe Lapulapu, hoy un héroe en Filipinas.
“La participación de Magallanes en las batallas locales se debió principalmente a su amistad con Humabon (rey de Cebú), al que había bautizado y con el que había hecho un pacto de sangre, aunque también era una oportunidad para mostrar la superioridad militar española sobre los nativos”, explica el historiador filipino Danilo Madrid Gerona, autor de Ferdinand Magellan y director del Magellan-Elcano Studies Center en la Partido State University (Filipinas).
Castellanos y portugueses se habían repartido el mundo en dos mitades, trazando una línea en el Atlántico. El problema es que en el otro lado de la Tierra se encontraban las valiosas islas de las especias, las Molucas, y las dos potencias las consideraban suyas
El cronista oficial de la expedición, el italiano Antonio Pigafetta, también indica en su diario que Magallanes “traía ciertas islas de merced perpetua [se las podría quedar, según el acuerdo con la corona de Castilla], barruntándose que quería tomar entre ellas Cebú”. “La fascinación por su riqueza fue una de las razones por las que perdió tanto tiempo aquí”, añade Gerona.
¿Pero hacia dónde se dirigía? ¿Cuál era el objetivo de la expedición? La historia es conocida. Aunque hoy resulte extraño, los castellanos y los portugueses se habían repartido el mundo en dos mitades, trazando una línea en mitad del Atlántico que separaba un hemisferio occidental para Castilla y otro oriental para Portugal. El problema es que en el otro lado de la Tierra —que ya se intuía que era redonda— se encontraban las valiosas islas de las especias, las Molucas, y las dos potencias consideraban que se localizaban en su zona.
Tras discutir con el rey de Portugal, Magallanes fue en 1518 al de Castilla, un jovencísimo Carlos I (por entonces tenía 18 años), y le convenció para organizar una armada de cinco naves para buscar un paso por Sudamérica y llegar por occidente a la también llamada Especiería, tratando de demostrar que estaba en la parte castellana.
Las naos con unos 250 hombres partieron de Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, en septiembre de 1519 y lo que ocurrió después es digno de una buena serie o novela de ficción (ya hay varias), pero ocurrió de verdad: secretos, traiciones, un motín, ajusticiamientos, naufragios, deserciones, muerte por hambre y enfermedades como el escorbuto... y, sobre todo, grandes descubrimientos como el del estrecho de Magallanes.
Retratos de Juan Sebastián Elcano y Fernando de Magallanes, protagonistas de la primera vuelta al mundo. / Nahia Blanco Iturbe/Alamy |
El tornaviaje imprevisto de Elcano
Tras la muerte de Magallanes, el capitán vasco Juan Sebastián Elcano (que estuvo a punto de ser ahorcado por participar en el motín) asume el mando de la nao Victoria y llega por fin a las Molucas, carga el clavo y otras especias, y decide algo que no estaba previsto: no volver por donde habían venido, sino por aguas inexploradas del Índico sur adentrándose en la zona portuguesa.
La idea era dar la primera vuelta al mundo de la historia, algo que consiguió al regresar a Sanlúcar en septiembre de 1522. A pesar de la pandemia, en la actualidad multitud de actividades se siguen organizando para celebrar el V Centenario de aquel viaje que cambio la imagen de la Tierra y abrió paso a la globalización.
“Yo asignaría un 90 % del logro de la circunnavegación a Magallanes, que fue quien conceptualizó, planeo y dirigió la expedición casi hasta su final, lidiando con muchas preocupaciones y superando obstáculos terribles, incluidos motines y hambre”, apunta Gerona. “Elcano, que recibió el máximo honor, fue solo el afortunado superviviente que solo tuvo que dirigir el barco de regreso. Su única obligación era regresar sano y salvo, aunque eso hay que reconocérselo”, continúa.
El académico e historiador portugués José Manuel García considera que es difícil dar porcentajes, pero apunta: “La iniciativa de la expedición fue de Magallanes y bajo su dirección se realizó la parte más difícil y original del viaje: la que transcurrió entre el Río de la Plata y Filipinas, donde se dio cuenta de la verdadera dimensión de la Tierra, probando experimentalmente su esfericidad y que era circunnavegable”.
No quita méritos a Elcano como artífice exclusivo de la segunda parte del viaje, pero recuerda que no cumplió con las instrucciones dadas por Carlos I: “Prefirió seguir adelante con la ilegalidad de atravesar la parte portuguesa del mundo, antes de volver por el Pacífico, cuyo camino de regreso aún se desconocía, como Gómez de Espinosa (capitán de la nao Trinidad que quedó reparándose en las Molucas) intentó luego en vano”.
Magallanes no habría vuelto por el Pacífico“Si no hubiera muerto, no tengo ninguna duda de que Magallanes habría cumplido las órdenes y vuelto por el Pacífico —añade—, ya que quería realizar e inaugurar una nueva ruta con España por la zona castellana. Por tanto, nunca hubiera realizado un viaje directo alrededor del mundo, pero considero (al igual que otros historiadores), que lo hizo de forma indirecta: cuando llegó a Filipinas ya se encontraba muy cerca de las Molucas, donde había estado en 1512 cuando se embarcó en la armada de António de Abreu [que salió el año anterior desde Malaca, actual Malasia]”. Así lo recoge en su libro Fernão de Magalhães - héroe, traidor o mito.
Pero no todos los autores están de acuerdo: “Si fuera cierto que Magallanes se embarcó en la expedición de Abréu de 1511, es verdad que sería el primero en recorrer la circunferencia terrestre, aunque en dos mitades. Pero no hay ninguna prueba de que esto fuera así, por lo que lo único acreditado es que le faltaron unos 2.500 km para conseguirlo, que es la distancia entre Malaca (donde sí estuvo Magallanes) y Cebú”, apunta el ingeniero Tomás Mazón, autor de Elcano - Viaje a la historia y de una de las webs más visitadas sobre la primera vuelta al mundo: rutaelcano.com.
“Y lo mismo ocurre con Enrique, el esclavo de Magallanes que Pigafetta decía que era de Sumatra. Se quedó en Cebú y eso es lo último que sabemos de él, así que le faltó un tramo para completar la circunnavegación en dos etapas. Cualquier otra teoría no está acreditada”, insiste el ingeniero.
“Y sí es verdad que Elcano decidió violar el Tratado de Tordesillas, pero no porque considerara esa alternativa de vuelta como más ventajosa bajo criterios de supervivencia, sino porque era la que llevaba a dar la vuelta al mundo”, subraya Mazón, quien tiene claro el papel del navegante español.
“La idea y voluntad de dar la vuelta al mundo es al 100 % de Elcano. Magallanes se habría sorprendido de que convirtiera su viaje a la Especiería en el de la primera vuelta al mundo. Sin embargo, el mérito de lograrla correspondería al 50 % a cada uno, porque bajo el mando de Magallanes se alcanzaron logros enormes, como encontrar el estrecho que lleva su nombre y atravesar por primera vez el Pacífico, y sería muy injusto no reconocérselo”, subraya.
La catedrática María Dolores Higueras Rodríguez, miembro de la Real Academia de la Historia Española y coordinadora de la obra La vuelta al mundo de Magallanes-Elcano, destaca la importancia del marino español: “El liderazgo de Elcano supone, además del logro final del viaje, un giro gigantesco para el tornaviaje de la flota de la especiería, tan maltrecha que no tiene más opción que emprenderlo por la zona portuguesa. Logró navegar con su pequeña nao por el paralelo 40 del Índico sur, la terrible ruta de los 40 Rugientes, uno de los lugares más peligrosos del planeta”.
“Magallanes nunca hubiera tomado esta vía, pues su vida hubiera peligrado al ser buscado por los portugueses como un traidor a su patria de origen. De haber sobrevivido —dice—, la primera vuelta al mundo habría tenido que esperar y quizá la expedición intentando el retorno por el Pacífico se habría perdido para siempre, sin dejar memoria de sus logros”.
Terribles pérdidas de vidas humanasHigueras destaca que la empresa que muchos consideraron imposible se culminó con éxito, aunque a costa de terribles perdidas de vidas humanas y de buques.
“Solo regresó la nao Victoria al mando de Elcano, pero repleta de valiosa información científica que cambiaría para siempre la imagen del mundo y un cargamento de especias tan valioso que su venta sufragó con creces la fabulosa inversión que la Corona y algunos particulares se gastaron para armar esta colosal empresa. Pero ambos, Magallanes y Elcano, fueron cualificados y expertos marinos con gran capacidad de mando, dos visionarios que buscaban la gloria y nos mostraron una nueva imagen del mundo”, destaca la experta.
Desde la Universidad de Harvard (EE UU), la historiadora Joyce E. Chaplin, autora de Round about the Earth, hace una reflexión final: “La circunnavegación de Magallanes-Elcano puede parecer un paso adelante interesante para la humanidad en términos de avance en el conocimiento del globo, de las dimensiones físicas y la configuración del planeta, pero, por otra parte, ambos hombres comandaron lo que fue una empresa abiertamente imperial, un intento de invadir territorio y reclamar bienes que pertenecían a otras personas”.“Obviamente vivimos con ambos legados —reconoce—, la constante necesidad de descubrimientos sobre el planeta Tierra y también el terrible daño del imperialismo occidental. Separarlos, hacer que la ciencia y la exploración estén libres de racismo e imperialismo, es una labor fundamental”.
Quizá nunca se puedan confirmar todas las razones que llevaron a Elcano a tomar su decisión, pero en la carta que escribió al rey Carlos I nada más llegar a Sanlúcar apunta a un motivo: “Sabrá vuestra alta majestad que hemos llegado 18 hombres solamente con una de las cinco naves que mandó a descubrir la Especiería con el capitán Fernando de Magallanes, que gloria haya [...] y lo que más hemos de estimar y tener es que hemos descubierto y redondeado toda la redondez del mundo, yendo por occidente y viniendo por oriente”.
Más información: https://www.agenciasinc.es/Reportajes/La-primera-vuelta-al-mundo-una-hazana-de-Elcano-y-Magallanes-que-sigue-encendiendo-el-debate-cinco-siglos-despues
lunes, 26 de abril de 2021
Chernóbil, territorio lobo
El lobo es una especie que despierta pasiones encontradas. Para unos representa una grave amenaza a la ganadería extensiva y las tradiciones rurales. Para otros es el símbolo de la naturaleza salvaje y pieza básica para el equilibrio de los ecosistemas.
A pesar de ser una especie protegida en toda Europa, es perseguido incesantemente. Al lobo se le ha continuado cazando tanto en países donde escasea, como Suecia y Noruega, como en países en los que es más frecuente, como España. Acosado hasta el exterminio en gran parte de Europa, el lobo acabó arrinconado en unos pocos refugios remotos. Paradójicamente, Chernóbil se ha convertido en uno de ellos.
Se cumplen ahora 35 años del accidente en la central nuclear de Chernóbil (Ucrania). Este accidente, el más grave de la historia nuclear, provocó la evacuación de unas 350 000 personas y la creación de una zona con asentamiento humano limitado. Este área de más de 4 000 km² quedó, básicamente, despoblada, sin actividad humana y con los animales salvajes como únicos ocupantes. Esta situación se ha mantenido hasta la actualidad.
La zona de exclusión de Chernóbil da cobijo hoy a una gran diversidad de fauna, incluidos muchos de los grandes mamíferos europeos, como el lince boreal, el oso pardo y, también, el lobo.
Los lobos de ChernóbilEn el momento del accidente los lobos estaban presentes en Chernóbil, aunque intensamente perseguidos por la población local. Tres décadas después, Chernóbil mantiene una de las mayores densidades de lobos de Europa. Estudios de campo en la parte bielorrusa de la zona de exclusión han revelado que allí viven más de 100 individuos por cada 1 000 km² . En ese área los lobos son siete veces más abundantes que en reservas naturales cercanas.
Además, la abundancia de lobos en Chernóbil no está condicionada por los niveles de radiación. La especie ocupa toda la zona, desde las áreas menos contaminadas hasta ambientes como el del bosque rojo, uno de los lugares más radioactivos del planeta. Hasta la fecha, no se ha detectado ningún efecto negativo de la radiación sobre los lobos que viven en Chernóbil.
Algunos investigadores opinan que la presencia de lobos en Chernóbil es solo un reflejo del aumento de sus poblaciones a lo largo de toda Europa. Pero esto no justifica por qué son tan abundantes allí, más que en ninguna otra zona, ni por qué ocupan todos los hábitats óptimos en Chernóbil, independientemente del nivel de radiación.
Recientemente se ha detectado a un lobo juvenil equipado por los científicos con un collar transmisor GPS dispersándose desde Chernóbil hacia zonas del exterior. Esto refleja que Chernóbil empieza a actuar como un lugar desde el que la fauna se expande a áreas cercanas, y no como un área de mala calidad en la que los animales entran y mueren por la radiación.
El desplazamiento de este lobo no se diferencia del que realizan numerosas especies migratorias que usan Chernóbil durante la temporada de cría o la época invernal, y no constituye ningún riesgo para la fauna de otros lugares. La dispersión de individuos jóvenes es un proceso natural en estos animales, fruto de la necesidad de buscar nuevos territorios en poblaciones con una alta densidad. En ningún modo contribuye a expandir mutaciones causadas por la radiación que puedan ser negativas para la especie.
El futuro de los lobos de Chernóbil
La zona de exclusión de Chernóbil se enfrenta ahora, tres décadas después del accidente, al reto de definir su futuro y, con él, el de los lobos que la habitan.
Será necesario compatibilizar el manejo de una zona todavía contaminada, con el desmantelamiento de la central nuclear, el creciente turismo y la conservación de la naturaleza.
35 años después del accidente nuclear que se suponía iba a acabar con la vida de la zona durante milenios, Chernóbil se ha convertido en uno de los grandes refugios europeos para el perseguido lobo. Y así debería continuar.
Fuente: https://theconversation.com/chernobil-territorio-lobo-157248
domingo, 25 de abril de 2021
viernes, 23 de abril de 2021
El salario de Sancho Panza
Gustave Doré |
En las andanzas y malandanzas de don Quijote y Sancho, hubo de todo, incluso un conflicto laboral. La cuestión se planteó después de la desafortunada aventura del rebuzno, en la que don Quijote, desmintiendo su bien ganada fama de caballero sin tacha y sin miedo, volvió riendas y escapó cobarde ante la agresiva actitud de un tropel de gente armada, en cuyas manos y varapalos dejó a Sancho abandonado. Y aunque Cervantes -siempre benévolo con su héroe- haya querido disculparlo diciendo que "es de varones prudentes guardarse para mejor ocasión", la verdad cruda es que en aquella circunstancia don Quijote no obró impulsado por la prudencia sino por el terror.
Cuando Sancho, molido y decepcionado, volvió junto a su amo, le reprochó con duras palabras su conducta vergonzosa y le echó en el rostro los verdugones que él recibiera en las espaldas. Acto seguido insinuó su propósito de cesar voluntariamente en aquél trabajo tan amargo de servir a un amo loco, y expuso su deseo de regresar al hogar, a la vera de su mujer e hijos. Recordó con añoranza los tiempos en que trabajara de peón de labranza en casa de Tomé Carrasco, padre del bachiller Sansón, ganando sus buenos dos ducados mensuales, más la comida y la dormida.
Sancho era en realidad un productor calificado, pues además de fiel escudero hacía funciones de pagador-tesorero, o administrador de las escasas fiducias del Caballero. Era, por decirlo así, un técnico. Cuando el desaguisado cometido por don Quijote en el retablo de Maese Pedro, fue Sancho quien, con la ayuda del ventero, tasó y pagó los muñecos rotos.
Pero se daba el caso que cuando se puso al servicio del Caballero nada establecieron previamente tocante a concierto salarial. Sancho -que en el fondo era más quijote que el propio Don Quijote- se dejó convencer y angatusar por la verborrea descabellada de éste,y, además -todo hay que decirlo- se dejó seducir por la idea de una prometida ínsula en la que pensaba gobernar y enriquecerse, que esto de ganar dinero con la política no es negocio nuevo, ya que nada hay nuevo bajo el sol.
Don Quijote comprendió que las palabras de su escudero implicaban una revisión de su situación laboral, y, en consecuencia, le pidió que señalase un jornal justo, superior, claro está, al que antaño percibiera de Tomé Carrasco. Sancho, que en aquel momento se sentía muy revolucionario y exigente pidió dos reales más sobre el antiguo sueldo por concepto de trabajo, y una indemnización por la promesa inclumplida de darle el gobierno de una ínsula, cuyo perjuicio cifró en seis reales más.
Como el horno no estaba para bollos después de lo acaecido con los del rebuzno, y la amenaza de huelga formulada por Sancho iba en serio, don Quijote aceptó el convenio laboral que su escudero le planteaba pero, al llegar a la cuestión de computar el tiempo referente a la indemnización acordada, surgieron graves discrepancias pues mientras el primero opinaba que el tal devengo debía limitarse solamente a los veinte y cinco días que llevaban fuera de casa en aquella su tercera salida; el segundo afirmaba que había grande error en la cuenta, puesto que el derecho a percibir la indemnización se remontaba al momento en que don Quijote le prometiera la ínsula, unos viente años antes, y por tanto la obligación de pago tenía que partir de tal data, acumulando los dineros hasta la hora presenta a razón de los dichos seis reales mensuales.
La diferencia era cuantiosa y muy difícil de avenir. Por un lado, Don Quijote ofrecía cinco reales que es lo que proporcionalmente correponde a veinte y cinco días de indemnización a razón de seis reales mensuales. Por otro, Sancho reclamaba el importe de veinte años, que vienen a ser unos mil cuatrocientos cuarente reales.
Don Quijote, tan desprendido y generoso en otras ocasiones, se mostró aquí mezquino y cicatero. Discutió la cuenta de la reclamación laboral, primero con retórica demagógica y, después, con insultos venenosos hacia el reclamante, al que, además de malandrín y follón, calificó de "prevaricador de las ordenanzas escuderiles", llamándole, por añadidura, "vestigio".
Sancho, que había planteado la cuestión muy valientemente, cedió , blando y sumiso, a la postre, invocando su lealtad y fidelidad al patrón. Como si la fidelidad y la lealtad fuesen incompatibles con la equidad.
Realmente, ninguno de los dos personajes estuvo a la altura de las circunstancias y que don Miguel me perdone.
Celso E. Ferreiro
jueves, 22 de abril de 2021
Las grandes farmacéuticas han pagado 21.610 millones a sus accionistas, dinero suficiente para vacunar a toda África
La Alianza People’s Vaccine calcula que Pfizer, Janssen y AstraZeneca han repartido entre sus socios capitalistas dividendos por valor del equivalente al coste de vacunar a 1.300 millones de personas. Se están organizando protestas a las puertas de las reuniones de las juntas de accionistas por la privatización de las vacunas
El Director General del Servicio de Salud de Ghana, Dr. Patrick Kuma-Aboagye, recibe la vacuna contra la covid. — Francis Kokoroko / Reuters |
La Alianza People's Vaccine, una coalición de organizaciones que incluye a Oxfam, Salud por Derecho, Yunus Center, Frontline AIDS, ONUSIDA y Global Justice Now, entre otras, ha calculado que Pfizer, Janssen y AstraZeneca han pagado 21.610 millones de euros entre dividendos y recompras de acciones a sus accionistas en los últimos 12 meses. Una cifra que paga la vacunación de, al menos, 1.300 millones de personas, el equivalente a la población de África y cuyo coste de dosis por persona sería de 16,6 euros.
Las vacunas de Moderna y Pfizer se están convirtiendo en los productos farmacéuticos más vendidos. Además, sus vacunas son las más caras, oscilan entre los 11.22 y 61.52 euros por vacunación completa. Por otro lado, ambas empresas tienen planteamiento de aumentar los precio.
Protestas en contra de la privatizaciónLas juntas de accionistas comienzan el 22 de abril. Las primeras farmacéuticas serán Pfizer y Johnson & Johnson, después, le seguirán Moderna y AstraZeneca. Las reuniones se celebrarán en Estados Unidos y Reino Unido y, a sus puertas, habrá protestas en contra de la privatización de las vacunas de la covid-19. Cada vez son más numerosas las voces que presionan a la industria farmacéutica para que otorgue licencias no exclusivas y abiertas sobre la propiedad intelectual y comparta la tecnología y el conocimiento con productores de vacunas cualificados de todo el mundo.
La economía mundial sufre un gran parón debido a la desigualdad y al lento reparto de las vacunas. Esta crisis ha hecho posible la creación de una nueva ola de multimillonarios. El fundador de BioNTech, Ugur Sahin, acumula una fortuna de 5,9 mil millones de dólares, mientras que el director ejecutivo de Moderna, Stephane Bancel, de 5,2 mil millones de dólares.
Según las informaciones publicadas, Bancel ha cobrado más de 142 millones de dólares en acciones de Moderna desde que comenzó la pandemia. Por otro lado, la Cámara de Comercio Internacional proyecta una pérdida del PIB de nueve billones de dólares, en el peor de los casos.
Países ricos vs países pobresUna de cada cuatro personas se ha vacunado en los países ricos, mientras que solo una de cada 500 lo ha hecho en los países más pobres. Una situación que hace que el virus siga fuera de control y que el número de muertes siga en aumento. Según los epidemiólogos, tenemos m
enos de un año antes de que las mutaciones hagan que las vacunas actuales sean ineficaces.
La semana pasada, 175 personalidades, exjefes de estado y ganadores Premio Nobel, incluidos Gordon Brown, Ellen Johnson Sirleaf, Françoise Hollande y Jose Luis Rodríguez Zapatero, escribieron al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en apoyo a la suspensión temporal de los derechos de propiedad intelectual de las vacunas covid-19 para permitir un aumento rápido de la producción en todo el mundo. Estos apoyos se suman a los del millón y medio de personas en Europa, EEUU y otros países que piden una vacuna para su población.
Desde hace meses, numerosas organizaciones internacionales están apoyando la supresión de las patentes de las vacunas para solucionar la falta de vacunas, pero la iniciativa que haría esto posible en la Organización Mundial del Comercio (OMC) está bloqueada por los países ricos.
Más de 100 países de ingresos bajos y medios, liderados por India y Sudáfrica, están pidiendo a la Organización Mundial del Comercio (OMC) una exención de los derechos de propiedad intelectual de las tecnologías para la covid-19 mientras dure la pandemia, una medida a la que se han opuesto hasta ahora Estados Unidos, la Unión Europea y otras naciones ricas
La negativa de las farmacéuticasLas principales empresas farmacéuticas se oponen ferozmente a compartir de forma abierta la tecnología y a la suspensión temporal de la propiedad intelectual. El director ejecutivo de Pfizer respondió a la iniciativa de la OMS para poner en común la tecnología de las vacunas y permitir así que otros productores cualificados pudieran fabricar más dosis afirmando que era "una tontería" y que también "es peligroso".
Maaza Seyoum, de la Alianza de Vacunas de los Pueblos en África, recuerda que los grandes negocios "no acabarán con esta pandemia". "Esto está más claro ahora que nunca. El presidente Biden tiene una oportunidad histórica para demostrar que antepondrá la salud y la prosperidad económica de toda la humanidad a las ganancias privadas de algunas corporaciones", defiende Seyoum.
miércoles, 21 de abril de 2021
XCVII
martes, 20 de abril de 2021
Groenlandia y el Ártico: nueva fiebre de conquista
Groenlandia puede frenar una de las minas de tierras raras más grandes del mundo. La izquierda ecologista ha ganado las elecciones con la promesa de detener el proyecto de Kvanefjeld (Quieniefiel). La decisión final depende de los pactos de gobierno, pero la mayoría de los groenlandeses, dicen los sondeos, no quieren mina por los riesgos medioambientales. Del yacimiento se sacaría uranio, pero también neodimio, usado en los vehículos eléctricos. Cada motor de un Toyota Corolla, el híbrido más vendido del mundo, carga un kilo de neodimio. Los coches Eco limpian el aire agujereando la tierra.
Las tierras raras son el oro de Groenlandia, que necesita el dinero de la metrópoli Dinamarca para sostener este protoestado de cincuenta y seis mil habitantes. Los ingresos de la mina pagarían la independencia total de esta gran isla de hielo. El calentamiento global está despejando el paso hacia lugares antes inaccesibles, como la mina en disputa. Ocurre en todo el norte del planeta. Un carguero cruzó el Ártico en febrero, lo que nunca antes había ocurrido a esas alturas del año. El deshielo está descubriendo un nuevo mundo, describe el periodista Marzio Mian: casi un planeta en nuestro patio trasero.
Las potencias se están disputando el Gran Norte. China está detrás de la mina de Groenlandia; Rusia está modernizando sus bases en el Ártico y estaría probando armas, como un torpedo de nombre Poseidón. Estados Unidos cree que también tiene derecho a mandar sobre el Ártico. En Groenlandia ya cuenta con la base de Thule y Trump llegó a especular con comprarse el territorio. No sería algo inédito. Alaska fue rusa hasta que el zar se la vendió a Washington por siete millones de dólares. Luego llegó la fiebre del oro que relató Jack London, y los hombres murieron de frío y avaricia.
Groenlandia fue poblada por inuits y vikingos. Según la leyenda, Eric el Rojo la llamó Greenland, tierra verde, para atraer con engaños a nuevos colonos. En la serie Vikingos fabulan con los primeros escandinavos. El personaje Ketil, obsesionado con ser rey, pierde la cabeza cuando una ballena queda varada en su parcela y se niega a compartirla con el resto de colonos, que están hambrientos y luchan por ella. Su hijo muere, pero Ketil gana la batalla. Y ríe enajenado porque ser rey es más importante que la vida. Solo le acompañan el llanto desesperado de su esposa y el cadáver putrefacto de la ballena.
Fuente: https://lasoga.org/groenlandia-y-el-artico-nueva-fiebre-de-conquista-14-de-abril/
lunes, 19 de abril de 2021
Estados Unidos debería enviar al mundo vacunas, no bombas
"En vez de vender armas de guerra, la prioridad número uno de Estados Unidos debería ser la salud pública mundial. Sería la forma más eficaz, de lejos, de mejorar la seguridad nacional del país".
El presidente Joe Biden prometió administrar 100 millones de vacunas en sus primeros 100 días en el cargo y logró llegar a esa cifra en casi la mitad de ese tiempo. PIXABAY |
La pandemia de COVID-19 exige una respuesta colectiva y global que pocas veces se requirió en la historia de la humanidad. Es probable que los 132 millones de casos confirmados de COVID-19 en todo el mundo y las 3 millones de muertes sean cifras subestimadas y que la cantidad real de casos y muertes sea mucho mayor. También han surgido variantes más contagiosas, lo que ha provocado un aumento alarmante de los casos. Los virus no respetan las fronteras y, en un planeta cada vez más interconectado, la necesidad de un enfoque cooperativo para enfrentar esta emergencia de salud pública es imperativa. Estados Unidos, la nación más rica del mundo, tiene la responsabilidad moral de facilitar la disponibilidad de vacunas y tratamientos contra la COVID-19 en todo el mundo. En cambio, el Gobierno de Biden eligió el camino de lo que se denomina “nacionalismo de las vacunas”, almacenando y acaparando dosis y bloqueando los intentos para suspender, aunque sea de forma temporal, los derechos de propiedad intelectual de las vacunas contra la COVID-19, que están en poder de compañías farmacéuticas con fines de lucro. Mientras tanto, todo sigue como de costumbre en la industria armamentista de Estados Unidos, que vende anualmente más de 160.000 millones de dólares en armas y municiones en todo el mundo.
El presidente Joe Biden prometió administrar 100 millones de vacunas en sus primeros 100 días en el cargo y logró llegar a esa cifra en casi la mitad de ese tiempo. Es probable que los requisitos de elegibilidad para recibir la vacuna para mayores de 16 años se eliminen a nivel nacional en unas semanas, y ya han comenzado los ensayos clínicos en menores, incluso en bebés de tan solo seis meses. Biden facilitó un acuerdo entre las compañías competidoras Merck y Johnson & Johnson para acelerar la producción de la vacuna de una sola dosis de Johnson & Johnson, y la farmacéutica Pfizer acaba de anunciar el desarrollo de un tratamiento de administración oral contra la COVID-19. Sin embargo, si se permite que el virus se propague de forma desenfrenada en otras partes del mundo y mute hacia variantes más letales, nadie estará a salvo.
La vacunación en el continente europeo viene demorada. Haití aún no ha recibido ni una sola dosis de la vacuna, y decenas de otros países, como Malí, Papúa Nueva Guinea y Armenia, solo han administrado unos pocos cientos de dosis hasta la fecha. Sudáfrica, donde se detectó por primera vez una de las nuevas variantes del coronavirus, que ha demostrado ser más mortal, solo ha vacunado a alrededor del 0,5% de su población de casi 60 millones de personas. Mientras tanto, India, uno de los principales productores de vacunas del mundo, detuvo de forma abrupta las exportaciones de vacunas para enfrentar su propio aumento récord de casos de COVID-19.
Parte de la culpa de toda esta situación recae en el expresidente Donald Trump, que efectivamente saboteó la respuesta inicial del mundo ante la pandemia. En primer lugar, comenzó el proceso para retirar a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud; luego se negó a participar en el programa Covax, una iniciativa de cooperación mundial cuya finalidad es garantizar una distribución justa, rápida y equitativa de las pruebas de diagnóstico, los tratamientos y las vacunas de la COVID-19. Una vez investido en el cargo, el presidente Biden volvió a comprometerse de inmediato con la Organización Mundial de la Salud y prometió aportar cuatro mil millones de dólares para el mecanismo Covax.
Este es un buen comienzo, pero está muy lejos de ser suficiente. China y Rusia han elegido el camino de la denominada «diplomacia de las vacunas», entregando vacunas gratuitamente o con descuento a las naciones más necesitadas. Estados Unidos está muy atrás. Por el momento, solo donó varios millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca que estaban en peligro de expirar. Un paso importante que debería tomar el Gobierno de Biden sería el de retirar las objeciones a la suspensión temporal de los derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas contra la COVID-19, derechos amparados por la Organización Mundial del Comercio. Esta suspensión temporal de las patentes permitiría un rápido aumento de la producción de vacunas asequibles a nivel mundial, tal como ocurrió luego del acuerdo entre las farmacéuticas Merck y Johnson & Johnson, pero a gran escala y acorde a lo que exige el grave momento actual de la pandemia. Al pedido inicial de India y Sudáfrica ante la Organización Mundial del Comercio para la exención temporal de las patentes se han sumado otros 60 países. Como la decisión en la Organización Mundial del Comercio debe tomarse de forma unánime, cualquier país, como Estados Unidos, puede impedir la aprobación de la suspensión y seguir protegiendo así los intereses de quienes especulan con la pandemia.
Si bien Estados Unidos puede estar fallando en el despliegue del llamado “poder blando” de la diplomacia de las vacunas, continúa sobresaliendo en el despliegue del “poder duro”. El Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, también conocido como Sipri por sus siglas en inglés, informó que las ventas mundiales de armas crecieron un 8,5% entre 2018 y 2019. En su informe, el Sipri detalla: “En 2019, las cinco principales empresas productoras de armamento tenían su sede en Estados Unidos: Lockheed Martin, Boeing, Northrop Grumman, Raytheon y General Dynamics”. Agrega el informe del Sipri: “Estas cinco empresas juntas registraron ventas de armas por 166 mil millones de dólares en un año. En total, doce empresas estadounidenses aparecen entre las 25 principales vendedoras de armamento de 2019, lo que representa el 61% de las ventas de armas combinadas de las 25 principales”. Inexplicablemente, el Pentágono anunció esta semana, justo pocos días después del Día Internacional de Información sobre el Peligro de las Minas, que Estados Unidos continuará con la política de Trump de expandir el uso de minas terrestres en todo el mundo.
La información pública brindada por la Agencia de Cooperación en Seguridad de Defensa del Pentágono confirma que las ventas de armas estadounidenses continúan a buen ritmo. Por ejemplo, Brasil le acaba de comprar a la empresa Raytheon torpedos por un valor de 70 millones de dólares. Esta compra ocurre cuando Brasil enfrenta un aumento devastador de muertes por COVID-19, los hospitales del país se están quedando sin suministros básicos y quienes se encargan de las sepulturas están trabajando hasta altas horas de la noche para hacer espacio ante el creciente número de cadáveres. ¡Imaginen si esos 70 millones de dólares se usaran para luchar contra la pandemia en lugar de para luchar contra otros países!
En vez de vender armas de guerra, la prioridad número uno de Estados Unidos debería ser la salud pública mundial. Sería la forma más eficaz, de lejos, de mejorar la seguridad nacional del país.
Fuente: https://www.lamarea.com/2021/04/16/estados-unidos-deberia-enviar-al-mundo-vacunas-no-bombas/
viernes, 16 de abril de 2021
jueves, 15 de abril de 2021
Israel ya no oculta la participación del Mossad en los atentados contra el programa nuclear iraní
Dos filas de centrifugadoras conectadas en la planta nuclear de Natanz, en Irán. |
Esta vez, no fue necesario que fuentes anónimas de inteligencia de EEUU apuntaran a Israel como probable responsable de un ataque contra el programa nuclear iraní. La censura militar israelí no se ocupó de comunicar a los medios de comunicación del país que no podían aportar información propia sobre el incidente o que si acaso sólo podían citar artículos de medios extranjeros. La inteligencia israelí se ocupó de informar, a través de fuentes anónimas, que el Mossad era el autor de lo que al principio se denominó como un ciberataque contra la red eléctrica de las instalaciones de la central iraní de Natanz. La censura militar permitió la publicación de la noticia.
Sobre la intencionalidad política de un hecho sin precedentes, Efraim Halevy, director del Mossad desde 1998 a 2002, tenía pocas dudas. «Aparentemente, aquellos interesados en este asunto (el programa nuclear iraní) en el Estado de Israel, en el liderazgo político del país, están interesados en que se atribuya a Israel», dijo el lunes. «No hace mucho tiempo, Israel no asumía la responsabilidad de estas acciones». Halevy no tuvo inconveniente en señalar al primer ministro, Binyamín Netanyahu, como responsable de estas decisiones. No cabía hablar de una filtración sin control.
Israel lleva años realizando ciberataques y atentados contra instalaciones y personas relacionadas en el programa nuclear de Irán. El sabotaje de este domingo se produce en un momento singular, cuando EEUU reanuda los contactos con Teherán con vistas a negociar la recuperación del acuerdo nuclear que la Administración de Donald Trump decidió boicotear. El Gobierno de Netanyahu confía en que una represalia iraní impida a Biden recuperar un acuerdo que fue el mayor éxito internacional del Gobierno de Barack Obama cuando Biden era su vicepresidente.
El atentado coincidió con la presencia en Israel del secretario de Defensa norteamericano, Lloyd Austin. No hay confirmación sobre si el Gobierno de EEUU estaba informado previamente del ataque.
No pasó mucho tiempo hasta que se supieron otros datos del ataque ocurrido a las cuatro de la madrugada del domingo. Israel necesitaba que la situación fuera aun más humillante para Irán. No había sido un ciberataque, según una televisión israelí, sino un atentado con explosivos que destruyó la red eléctrica que alimenta la central de Natanz, el lugar donde las centrifugadoras realizan el enriquecimiento del uranio. No está conectada por razones de seguridad a la red nacional. Es autosuficiente y cuenta con un sistema de reserva. Alguien colocó una bomba en una instalación que goza de la máxima seguridad controlada por los Guardias Republicanos Islámicos (IRGC).
Las autoridades iraníes ofrecieron más datos sobre los daños causados por la explosión a la que calificaron de terrorismo nuclear. Varios miles de centrifugadoras habían quedado «completamente destruidas», según un diputado que dirigió la agencia nuclear iraní. El cálculo que hacen los servicios de inteligencia israelíes y norteamericanos es que se tardará varios meses, quizá hasta nueve, en reparar los destrozos.
La respuesta de Irán fue anunciar el martes que aumentará el proceso de enriquecimiento de uranio hasta el 60%. Cuenta con la planta de Fordo con un millar de centrifugadoras con capacidad de hacerlo. El mayor umbral tecnológico consiste en llegar al 4% de enriquecimiento (a partir del cual ese combustible puede emplearse en una central nuclear civil) y pasar de ahí al 20%. A partir de ese punto, sólo hay que poner más centrifugadoras en funcionamiento.
Cuando Trump dio por cancelado el acuerdo nuclear, Irán se sintió liberada de respetar sus términos. Esa actitud se hizo más firme cuando Washington le aplicó sanciones que han tenido un efecto evidente en la economía del país.
Después de las últimas elecciones, las cuartas en dos años, Israel tiene un Gobierno en funciones. Los ataques en suelo extranjero deben contar con la autorización de todo el Gabinete o del Gabinete de Seguridad, con el primer ministro y un número reducido de miembros del Gobierno. El exjefe de inteligencia militar, Amos Yadlin, duda de que se hayan respetado estos procedimientos: «Incluso siendo cauteloso, dudo de que no estemos ante un calendario político que ha iniciado una crisis de seguridad con el objetivo de facilitar que Netanyahu forme otro Gobierno bajo su liderazgo». El periodo electoral ha hecho que el Gabinete de Seguridad no se haya reunido desde febrero. Netanyahu ha tenido las manos libres para dar vía libre al ataque contra Irán.
Las negociaciones de Viena en las que participan EEUU, Irán y otros actores del proceso cobran ahora una mayor importancia. No es sólo el ayatolá Jamenéi, la cúpula militar y los diputados conservadores los que ven con escepticismo la posible reanudación de las conversaciones. El Gobierno israelí hará todo lo posible para que no concluyan con una vuelta al anterior acuerdo nuclear. El sabotaje del domingo plantea serias dudas sobre la capacidad de Biden de controlar los planes de Netanyahu. No sería la primera vez que Israel desafía a una Administración demócrata en su intento de poner fin a la confrontación histórica con Irán.
miércoles, 14 de abril de 2021
¿Un republicanismo trans-ibérico?
Con 600 millones de hispanoparlantes y 260 millones de habla portuguesa, las posibilidades del trans-iberismo son inmensas. Podría ser un antídoto a la internacional neofascista y contribuir a un nuevo orden menos imperial y más republicano
Una miliciana del movimiento anarquista del CNT y la FAI despliega la bandera rojinegra en Barcelona (1936). |
En medio de la espesa niebla pandémica, el Iberismo puede parecer una empresa lejana a las preocupaciones actuales de la gente. No obstante, como el propio Gibson muestra, son cada vez más las personas que tanto en Portugal como en España consideran que un mayor conocimiento y una cooperación más estrecha entre los pueblos peninsulares comportaría ventajas innegables. De entrada, contribuiría a una mayor toma de conciencia de una riqueza lingüística, cultural, plurinacional, tan formidable como poco aprovechada. Asimismo, reforzaría el peso de los países del Sur en Europa y ofrecería –como se ha visto la propia negociación de fondos de recuperación– un saludable contrapeso a las grandes potencias centrales y nórdicas.
Junto a ello, existe sin embargo otra importante razón para rescatar la necesidad de un nuevo republicanismo ibérico, o mejor, trans-ibérico, para utilizar el término acuñado por el escritor José Saramago con el objetivo de incluir en él tanto a América Latina como a África. Y es que ese proyecto republicano aparece hoy como un eficaz antídoto al proyecto reaccionario, también transoceánico, con el que la extrema derecha pretende ganar influencia política y económica en lo que, de manera algo críptica, llaman la “iberoesfera”.
Este último objetivo, defendido abiertamente por Santiago Abascal y sus adláteres, utiliza la vieja retórica imperial, autoritaria y nacional católica del franquismo. Pero se plantea recrearla, con la ayuda de fenómenos como el trumpismo, de la mano de personajes como Steve Bannon y de aliados como Bolsonaro, en Brasil, o como el fugado exministro golpista de Bolivia Arturo Murillo. Con el objeto de gobernar la “iberoesfera”, precisamente, la ultraderecha española ha impulsado iniciativas como la Fundación Disenso, cuyo objetivo sería combatir, a uno y otro lado del Atlántico, lo que con desdén denominan el “consenso progre”, un epíteto que en realidad incluye las grandes conquistas civilizatorias de nuestro tiempo, desde los derechos humanos y la defensa de la justicia social y ambiental, hasta el feminismo o el respeto por los derechos de las personas migrantes o LGTBI.
1- Las diferentes declinaciones políticas del iberismo
En un contexto de este tipo, un rescate del republicanismo iberista como el que plantea Gibson adquiere una importancia de primer orden. Ya desde la revolución francesa, el republicanismo de ámbito ibérico fue una pieza central de las iniciativas más modernas y vanguardistas que se fraguaron a ambos lados del río Tajo.
Fue en 1792, de hecho, cuando el abate sevillano José Marchena lanzó una primera propuesta de República federal ibérica que todavía hoy sorprende por su audacia. Y lo mismo puede decirse de las propuestas iberistas lanzadas durante la llamada Revolución liberal de Oporto de 1820 por progresistas portugueses que estaban en contacto con los seguidores de Rafael del Riego que luchaban contra el absolutismo de Fernando VII.
Algunas de estas iniciativas apuntaban a un Iberismo fusionista, moderado, partidario simplemente de reunir a Portugal y España bajo un único proyecto, pero siempre monárquico. Este fue el sentido, por ejemplo, de la iniciativa pionera apoyada por el diplomático catalán Simbald de Mas, quien en La Iberia, de 1851, defendió las ventajas económicas, políticas y sociales de la unión de las dos monarquías en un solo reino multinacional. Junto a estas propuestas, en todo caso, hubo otras más radicales y democráticas, directamente republicanas, como la que llegó a plantear la unión federada de siete repúblicas peninsulares, de las cuales cinco estarían del lado español y dos del portugués.
En general, cuando las ideas republicanas se abrían paso a ambos lados del Tajo, los proyectos iberistas, progresistas, cobraban fuerza, sobre todo porque la monarquía aparecía como un tapón para los avances científicos y para la democratización y modernización de la Península. Y a la inversa, cuando la monarquía se restauraba, iba acompañada de iniciativas anexionistas, como la que intentó impulsar Alfonso XIII de Borbón, o de alianzas reaccionarias, sin ninguna aspiración democratizadora, como las que establecieron Franco y Oliveira Salazar en el contexto de la Guerra Fría.
2- Los orígenes del republicanismo ibérico
A pesar de su escasa visibilidad presente, las iniciativas iberistas, republicanas, atravesaron la historia peninsular a lo largo de todo el siglo XIX. En pleno fragor de la revolución francesa de 1848, por ejemplo, ya había en París centenares de exiliados de toda la Península debatiendo estrategias comunes y organizando manifestaciones iberistas. Más tarde, y bajo el influjo aún vivo de la Comuna parisina de 1871, la Primera República Española de 1873 también dio pábulo a propuestas iberistas antimonárquicas, de claro contenido social y de inspiración municipalista, cantonal, federales y confederales.
Uno de los efímeros presidentes de la Primera República española, Francesc Pi i Margall, criticó en su libro Las Nacionalidades, de 1877, la política prepotente, agresiva y unitarista que la monarquía española había tenido con Portugal. En su opinión, y partiendo de ejemplos como el de Suiza, hacía falta un régimen confederal más que simplemente federal para que el país vecino aceptara algún tipo de unión ibérica. También el federalista y socialista cartagenero Fernando Garrido escribió por ese entonces un precioso libro –Los Estados Unidos de Iberia, de 1881– defendiendo el republicanismo ibérico como la única alternativa viable a la decadencia del régimen centralista y oligárquico de la Primera Restauración borbónica. Y algo similar ensayó el socialista portugués Sebatião de Magalhães Lima, quien en 1893 publicó en francés La Federación Ibérica, donde entre otras cuestiones describía un encuentro republicano e iberista realizado en Badajoz, con representantes políticos y de la sociedad civil de ambos lados de la frontera hispano-lusa.
Hacia finales de siglo, la idea de un iberismo de los oprimidos, que incluyera a las clases trabajadoras y no simplemente a las élites, fue cuajando en círculos socialistas y anarquistas de toda la Península. Entre los más entusiastas había figuras como las del republicano federalista Teófilo Braga, quien antes de ser presidente de la República portuguesa en 1915 había escrito un prólogo para el libro Iberisme, escrito en catalán por el periodista y poeta Ignasi Ribera i Rovira. También formaron parte de estas corrientes artistas notables como Eça de Queirós o Antero de Quental. Este último, influido como muchos de sus coetáneos por el anarquismo de Proudhon y por el socialismo utópico, pronunció en 1871, en el Casino de Lisboa, una conferencia titulada Causas da decadência dos povos peninsulares nos últimos três séculos. En ella, identificaba los factores clave en la explicación del declive. La expansión ultramarina, que había favorecido el rentismo y el dinero fácil; la contrarreforma católica, con su carga de intolerancia inquisitorial; y el absolutismo monárquico, desde el de Felipe II –“verdugo de las naciones”– hasta el borbónico. A la “monarquía centralizada, uniforme e impotente”, Antero oponía la “federación republicana […] de todas las voluntades soberanas, ampliando y renovando la vida municipal, dándole un carácter radicalmente democrático, porque solo ella es base e instrumento natural de las reformas prácticas, populares, niveladoras”.
El vínculo entre ese republicanismo ibérico federal y las nuevas ideas socialistas y anarquistas no fue algo excepcional. En 1872, el propio Antero organizó la sección portuguesa de la Asociación Internacional de Trabajadores y se presentó a las elecciones como candidato socialista. Al calor de este clima político cultural se crearían también organizaciones como la Federación Anarquista Ibérica, de 1927, o la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias, de 1932.
3- Una Iberia republicana, federal y plurinacional
El propio poeta Fernando Pessoa, tan complejo en sus afinidades ideológicas, saludó a la República que en 1910 derrocó al rey Manuel II como un primer paso hacia lo que llamaba “la civilización ibérica”. Ese ideal, que dibujó en su texto “El problema ibérico”, exigía acometer algunos cambios inaplazables. De entrada, abolir la monarquía borbónica española, a la que detestaba. Segundo, impulsar algún tipo de articulación confederal de la Península en sus tres “nacionalidades esenciales”: Castilla, Catalunya y el Estado galaico-portugués con sus tres lenguas respectivas (Pessoa no mencionaba aquí a Euskadi, aunque también reconocía su especificidad nacional). Tercero, “expiar el crimen que cometimos al expulsar de la Península a los árabes que la civilizaron”. Cuarto, conseguir que España abandonara el “vasto sepulcro” de Marruecos, y Portugal sus colonias, a las que ya no tenía derecho.
Ideas como las de Pessoa y otros iberistas resonarían en muchas otras tradiciones republicanas peninsulares. Desde luego, en el republicanismo andaluz de Blas Infante, para quien era central poner en valor la herencia árabe “tolerante y de libre civilización”, como la describía Pessoa. También una parte importante del republicanismo gallego y catalán recibieron estas propuestas con entusiasmo.
Ramón María del Valle Inclán defendió siempre la idea de una federación ibérica. De hecho, propuso la división de la península en cuatro grandes zonas coincidentes con las que plantearon los romanos: Cantabria, Bética, Tarraconense y Lusitana, y sugirió que Bilbao, Sevilla, Barcelona y Lisboa fueran como capitales como Madrid. La primera Asamblea Nacionalista de Lugo, de 1918, proclamó abiertamente la necesidad de que las diferentes nacionalidades peninsulares fueran reconocidas “en una Gran Iberia”. La segunda, de 1919, pidió directamente que se anulara el pasaporte con Portugal. Y Alfonso Castelao, figura prominente del republicanismo gallego, defendió con igual entusiasmo el iberismo en sus reflexiones sobre “Hespaña” incluidas en su obra Sempre en Galiza.
En Cataluña, la idea de un iberismo republicano y plurinacional, superador del centralismo uniformista de los Borbones, se fue gestando a partir de escritos como el ya citado de Ribera i Rovira o los del poeta Joan Maragall, quien acompañó su Adéu a la España humillada en Cuba y Filipinas con un encendido Himne Ibéric que entusiasmó a Miguel de Unamuno, otro iberista convencido, aunque más cultural y “espiritual” que estrictamente político.
Las emociones positivas que el iberismo despertaba en muchos círculos republicanos eran tales que no sorprende que Francesc Macià, presidente de la Generalitat por Esquerra Republicana de Catalunya, proclamara en 1931 “la República catalana dentro de una Federación de Repúblicas ibéricas”. O que la propia Constitución de la II República concediera la doble nacionalidad a los lusitanos afincados en España, así como a los brasileños.
4- La transición a la monarquía parlamentaria y el olvido del iberismo
Tras la caída de la II República, la dictadura franquista recuperó las veleidades neocoloniales y nacional-católicas que habían entusiasmado a Alfonso XIII y marginó y reprimió a las tradiciones ibéricas. Franco y Oliveira Salazar, de hecho, no pasaron de celebrar en 1942 un escueto Pacto Ibérico que renunciaba a cualquier aspiración iberista, limitándose a resguardar las fronteras y a asegurarse la pervivencia de los dos regímenes dictatoriales.
Con el movimiento antifranquista, en cambio, las propuestas republicanas de alcance ibérico reaparecieron, sobre todo bajo el influjo de la Revolución portuguesa de los Claveles de 1974. Pero aquello duró poco. La transición de la dictadura a una monarquía débilmente parlamentarizada no tardó en desdibujar o minimizar estas iniciativas. Y no solo eso. A partir de los fastos del Quinto Centenario de 1492 y sobre todo de la llegada al poder de José María Aznar, comenzó a ganar fuerza un nuevo nacionalismo de Estado, españolista, neoliberal y dócilmente subordinado al Gobierno de los Estados Unidos, aunque furiosamente autoritario respecto de su pluralidad nacional interna y ferozmente neocolonial en su relación con América Latina y África.
Esta deriva, en todo caso, no se produjo sin resistencias. Hacia 1990, José Saramago decidió profundizar algunas de las ideas de Pessoa en un texto titulado “Mi iberismo” que incorporó como prólogo al prolijo libro Sobre el iberismo, y otros escritos de literatura portuguesa de César Antonio Molina. En su introducción, el autor de La balsa de piedra (A janglada de pedra) reconocía la existencia en Portugal de cierto recelo frente a la prepotencia española-castellana, mayor incluso que ante los abusos de Inglaterra o Francia. No obstante, consideraba que era imprescindible recuperar una perspectiva ibérica que impulsara un diálogo renovado, no ya solo entre dos Estados, sino entre todas las naciones y gentes peninsulares, como quería el propio Pessoa. Por otro lado, el futuro Nobel de Literatura se mostraba convencido de que ni Portugal ni España podían apuntarse a un europeísmo eurocéntrico y frívolo que acabara convirtiendo el “ser europeo [en] el toque final de la perfección y la vía ancha para la felicidad eterna”. Por el contrario, defendía la necesidad de volver “los melancólicos ojos hacia América Latina donde, a pesar de la cúpula magnífica de la lengua del imperio económico, se sigue hablando y escribiendo en portugués y en castellano”.
5- Hacia una red republicana fraternal y trans-ibérica
Estas reflexiones de Saramago sobre la necesidad de un iberismo democrático, transoceánico, continuaron en las décadas siguientes. Junto a su compañera Pilar del Río, estimuló estos debates no solo en la Península sino en los Foros Sociales que, a partir de 2001, se plantearon como contrapunto a los Foros de Davos, haciendo suya la consigna de que “Otro mundo es posible”. En estos Foros, Saramago discutió las potencialidades de este iberismo contrahegemónico junto a activistas y pensadores de izquierdas y anticolonialistas como el republicano gallego Xosé Manuel Beiras, el sociólogo Boaventura de Sousa Santos, la líder indígena y activista guatemalteca Rigoberta Menchú o el escritor Eduardo Galeano. En estos debates, el reconocimiento de una Iberia plurinacional y plurilingüe se mostró inescindible del reconocimiento de una América igualmente plural. Esto es, no exclusivamente hispano-portuguesa sino respetuosa de los pueblos originarios que antes de la llegada de Colón ya habitaban lo que el pueblo Kuna en Panamá y Colombia denominó Abya Yala (Tierra Viva o Tierra en florecimiento).
Este debate sobre la pluralidad nacional no sólo de la Península sino del propio continente americano se plantearía con fuerza, años después, en países como Bolivia, Ecuador o México. Pero no se agotaría en una discusión puramente cultural. Vendría acompañada, también, de una crítica al neocolonialismo económico impuesto por ciertas oligarquías políticas y económicas del Norte aliadas con otras del Sur. A partir de este debate y de la aparición de nuevos movimientos sociales que denunciaron esta realidad, se planteó la necesidad de pensar una comunidad, una confederación Ibero-afro-americana de repúblicas no solo con intereses culturales compartidos, sino comprometidas con relaciones económicas justas, no depredadoras y ecológicamente sostenibles.
Con unos 600 millones de hispanoparlantes en el mundo y unos 260 millones de habla portuguesa, las posibilidades del trans-iberismo son hoy inmensas. De hecho, no solo podría ser un eficaz antídoto a la internacional neofascista con la que sueñan los Bolsonaro, los Trump o los Abascal de turno. También podría contribuir a la construcción de un nuevo orden global menos imperial, menos colonial, más policéntrico y más republicano, a la altura de los tiempos.
Como bien recuerda el estimulante ensayo de Gibson, un nuevo republicanismo transibérico está lejos de ser una causa perdida. No solo porque sus partidarios crecen en toda la Península, sino porque podría ser el embrión de una prometedora Matria –más que Patria– ibero-afro-americana. Esa nueva “terra da fraternidade”, capaz de conectar el Mediterráneo con el Atlántico del Norte y del Sur, resultaría –qué duda cabe– tan inspiradora como la evocada por Grândola, vila morena en los inolvidables días de la revolución de abril de 1974.