¿Cambiará todo esto después de la pandemia? ¿qué hace de esta crisis algo tan diferente? ¿qué horizonte nos espera tras esta experiencia histórica? El periodista y pensador italiano Marco D’Eramo tiene pocas respuestas pero muchas pistas a las que apuntar.
Marco D'Eramo en su domicilio de Roma. Raúl Moreno |
Marco D’Eramo (Roma, 1947) lleva mucho tiempo en esto de mapear el presente y explicarse y explicar sus narrativas. Periodista de profesión, este romano tiene la capacidad de alejarse de la actualidad y el culto a lo urgente y captar varias décadas en su mirada, porque todo tiene sus raíces y sus antecedentes. Hace tres años, entre el ruido de las rueditas de los trolleys de los turistas y bajo las alas de los aviones que diariamente aterrizan en Fiumicino, pudo intuir que el turismo es la industria más importante del siglo XXI, hipótesis que plasmó en Il selfie del mondo. Indagine sull'età del turismo (Feltrinelli, 2017), un libro cuya versión en castellano será publicada por Anagrama el próximo octubre. El octubre más incierto en décadas, un otoño al que D’Eramo sospecha nuestras sociedades llegarán exhaustas, atrapadas entre el desempleo y la deuda. Desde el salón de su casa, escoltado por una estantería llena de libros, D’Eramo responde generosamente todas las preguntas formuladas y alguna más. Y, a veces, ríe pícaro mientras describe abismos, como un sátiro que supiese de más.
De un
tiempo a esta parte hemos leído unas cuantas entrevistas de filósofos, y
a unos cuantos filósofos intentando mapear el desconcierto. Se diría
que nadamos en plena búsqueda de sentido, ¿no?
Debemos todos
desconfiar del café instantáneo, de la filosofía instantánea. Es absurdo
que tras 10 días desde que empezara un fenómeno, salga un filósofo y
escriba un ensayo sobre la epidemia. No tiene sentido. Y es que estamos
demasiado inmersos en el presente de modo que a cada instante particular
que vivimos le damos una dimensión universal. Un ejemplo: los primeros
días de la epidemia hemos oído cientos de veces que nada sería igual,
todo cambiaría. ¿Y esta gran suposición se basaba en qué? En los diez
días que llevábamos encerrados en casa.
¿Y qué pasa cuando se aleja la mirada del presente?
Si
uno piensa en una dimensión histórica, si se ven, ya no digo milenios,
sino lo últimos 500 años, puede situar lo que ha sucedido en
perspectiva. Lo que está pasando es una cosa muy seria, muy importante.
Pero también hemos de tener en cuenta que esto nos ha golpeado a todos
nosotros en Occidente porque es la primera vez en la historia de Europa y
Estados Unidos que por tres generaciones no se ha vivido una guerra.
Tres generaciones que no han estado en contacto con la muerte.
Lo que quiero decir es que hay que meter cada cosa en su contexto, en Italia, por ejemplo, cada año hay 90.000 muertes debidas a la contaminación pero nadie habla de ellas, hay una aceptación de estas muertes, se consideran como los accidentes de coche, no se deja de ir en coche porque haya accidentes de tráfico. La del coronavirus ha sido una experiencia nueva que nos ha trastornado, estábamos desacostumbrados a la muerte, nos considerábamos inmortales.
Entonces nos encerramos y paramos todo.
Respecto
a alguien que está en la cárcel hemos tenido un arresto domiciliario
muy amable. Nos veíamos en Zoom, en WhatsApp, una cosa amable. Pero era
algo tan nuevo esta sensación de aprisionamiento, algo tan inédito que
nos ha golpeado a todos.
En mi libro Il selfie del Mondo sostenía la tesis de que el turismo es la industria más importante del siglo, por varias razones, la primera, que el sector de por sí es muy importante, eso lo sabemos muy bien en España e Italia. La segunda razón es que implica a otras industrias. Si no hay turismo no hay industria aeronáutica, ni industria automovilística, se hunde la industria inmobiliaria.
Por último: el turismo está inscrito en nuestra propia idea de libertad. Siempre me tomaban a broma cuando decía que el turismo era la industria más importante del siglo, tenemos la idea de que la industria es algo con acero, metal, química, mineras. Esos tipos graciosos con las gorritas, las chanclas... decir que eso es la industria más importante del siglo... Sin embargo, ahora se ha visto que es verdad.
¿Cuál es el alcance de esta idea de libertad inscrita en el turismo?
Ya nadie se acuerda de que el muro de Berlín cayó porque los alemanes querían un visado turístico. Así está de vinculado el turismo a nuestra idea de libertad. A raíz de la pandemia me llamaban y me decían: verás que este será el fin del turismo. Yo contestaba, chicos ¿de verdad queréis vivir en un mundo en el que no podréis viajar a Nueva York por el resto de vuestras vidas? Ninguno de nosotros aceptaría vivir en un mundo así. Lo sé que cambia el clima, que contamina, pero es parte de nuestra idea de libertad.
¿Entonces será una crisis sin consecuencias en nuestra forma de vivir?
Aquí
habría que recordar lo que decía Rahm Emmanuel, un personaje muy
extraño, un político americano-israelí, que fue uno de los más
importantes consejeros de Obama y acabó como presidente de su gabinete
en la Casa Blanca, para después ser alcalde de Chicago por dos mandatos.
Durante la crisis de 2008, Emmanuel dijo algo que se me ha quedado
grabado: “No malgastes una buena crisis”.
Una ocasión que nadie desaprovecha, en definitiva.
Cada
uno usa la epidemia como le parece, Mody la ha usado enseguida en
India, para masacrar musulmanes y establecer la supremacía hindú.
Recientemente ha salido una grabación de una reunión del gobierno de
Bolsonaro en la que el ministro de medio ambiente decía “pues qué bella
esta epidemia, así podemos acabar con los indígenas y deforestar la
Amazonía, qué bonito”. Macron ha subido rápidamente la jornada laboral a
60 horas semanales. Trump enseguida ha dicho que todas las limitaciones
ambientales que se habían votado quedaban suspendidas, podían
infringirlas por toda la duración de la epidemia.
La gestión de la epidemia ha sido improvisada, pero la han conseguido sacar provecho. Y ahora, ¿cuánto lo alargarán?, no pueden extenderla mucho, les costará mucho, porque en algún momento deberán reiniciar la economía.
¿Son las teorías de la conspiración una búsqueda de explicaciones verosímiles?
Las
teorías de la conspiración yo las defino así: son el equivalente laico
de la fe en la providencia. Las cosas suceden y no tienen sentido, pero
si crees en la providencia, ella hará que todo esto tenga sentido. La
providencia es un dador de sentido a la realidad. La conspiración es lo
mismo: yo no entiendo qué es esto, pero detrás hay un sentido escondido.
Digamos que es una forma de fe en una racionalidad oculta en el mundo
que es la racionalidad de los poderosos en lugar de la racionalidad de
dios.
Yo nunca he sido creyente, el sentido no puede buscarse en cualquier episodio de la historia humana, por eso decía que la filosofía instantánea es como el nescafé, es nesfilosofía, ¿qué sentido tiene?
¿Quizás buscar alivio?
Es verdad que el
mundo que se prevé tras esta pandemia es un mundo horrible. Es un mundo
tremendo, es un mundo donde el cuerpo físico es una cosa que da miedo,
donde el otro es alguien que te contagia y todos tenemos que estar
aislados.
Una cosa fantástica que decía Guy Debord es que lo que hace el urbanismo capitalista es aislarnos juntos. Nos junta, pero aislados los unos de los otros. Este aislamiento es fantástico. Mira el teletrabajo: es una cosa tremenda, uno al menos antes podía salir de casa, ver a la familia, hacer sus cosas, ahora debe estar encerrado en casa todo el día.
Lo llaman smart work, ¿qué carajo es eso? Al inicio del capitalismo cuando tenían que hacer ropa la cosían en las casas los obreros, era un trabajo doméstico. Esta es la forma más arcaica, más primitiva de explotación, cuando los obreros trabajaban en su propia casa y no iban a la fábrica.
¿Y qué consecuencias tiene este aislarse juntos?
Primero
una vigilancia absurda. En realidad la vigilancia ya estaba antes. Lo
interesante es que hasta ahora se sabía que Google, Facebook, te
vigilaban todo el tiempo y veían tus datos, pero antes no era un deber
cívico dejarse vigilar, no era un virtud civil ser alguien controlable.
Ahora si no te dejas rastrear por la famosa app entonces eres un saboteador, un traidor, uno que lleva la enfermedad por todas partes.
También es una sociedad que está ampliado la distancia entre las clases. Por un lado están los acomodados, que pueden estar en sus casas, aislados, hacerse llevar todo por los mensajeros de amazon y los pobres ciclistas. Y luego están todos los demás, que tienen que ir en transporte, que ir a trabajar, deben hacerlo todo, a quién le importa si se contagian.
Cuando oyes la retórica debes sospechar. Cuando empiezas a oír hablar de héroes y de ángeles en lugar de la sanidad pública quiere decir que alguien te la está colando por algún lado. Porque, como dice Samuel Johnson, el patriotismo es el último refugio de los pícaros.Sin embargo, la pandemia, en el ámbito europeo, ha puesto en el centro la necesidad de que los estados se coordinen.
Ahora de pronto Europa se ha vuelto generosa. ¡Y un carajo Europa se ha vuelto generosa! Se va a poner a repartir dinero, pero no es verdad, la deuda es la forma moderna del poder. Porque si tienes poder no importa qué deuda tienes: EE UU tiene una gran deuda y les da lo mismo. Sin embargo, si te endeudas y no eres poderoso, la deuda es una correa, el brazalete electrónico, no te la quitas más de encima.
Estoy escribiendo un texto en el que muestro que Italia en los últimos 27 años siempre ha tenido un activo de balance, excluida del balance la deuda, se llama balance activo primario. Así, si quitas los intereses de la deuda, el Estado italiano ha tenido siempre un activo del 2 al 6%, es decir, ha tomado de la ciudadanía el 2 a 6% más de lo que le devolvía. Pero nunca ha conseguido reducir la deuda, al revés, ha aumentado, lo que significa que en cuatrocientos años los nietos de los nietos de los nietos de nuestros nietos no podrán construir un hospital por nuestra deuda. Si tú ves un partido que se dice de izquierda pero que no discute la deuda, quiere decir que no es de izquierda, que ya ha aceptado ser siervo.
El periodista y pensador en su salón repleto de estanterías. Raúl Moreno |
¿Entonces no podemos aprender algo de todo esto? ¿extraer un significado?
El
sentido es algo más serio de lo que está sucediendo. Esto nos ha
recordado que somos mortales. Pero verás, y es una apuesta fácil la mía,
que si sigue por un tiempo, los muertos de esta pandemia serán como los
muertos en la carretera, serán considerados una cosa inevitable. Como
en los accidentes de tráfico, uno conducirá intentando ser prudente. Y
después terminará como la lucha antiterrorista ha acabado, con que no
puedes llevar tijeras en el avión. Esto acabará, qué sé yo, con que
debes llevar siempre la mascarilla en el bolsillo. O algo similar. En mi
opinión al final se convivirá con esto.
De hecho, usted ha afirmado que este es un gran experimento de ingeniería social.
El
experimento más grande de ingeniería social que se haya vivido nunca,
nadie ha puesto nunca a 2.000 millones de personas encerradas en casa a
la vez sin que nadie se rebelase. En segundo lugar, puedes controlar,
puedes estudiar, puedes ver lo que sucede, puedes medir, es un enorme
experimento el que se está haciendo a tiempo real: sea de control de la
sociedad, sea de reacción, sea de trazabilidad, ¡de todo!
Llevan diciendo por cien años que la nuestra es una sociedad basada en el desplazamiento, el viaje, la comunicación, etc, y ahora se han interrumpido las comunicaciones por meses. No creo que alguien haya programado esto, también porque se ha perdido un montón de dinero, si lo hubiesen programado hubiese sido absurdo. Pero una vez que se ha dado esta epidemia han probado este experimento grandioso.
Los efectos a largo término serán los de siempre, un poco más de control, un poco más de dominio de la deuda, un poco más de maldad, un poco más de aislamiento de las personas, un poco más de vigilancia, un poco más de incomodidad. Nada muy distinto a lo que ya sucedía.
Dice usted que un confinamiento como el que hemos vivido no hubiera sido posible hace cuarenta años.
No
habría sido posible primero porque no estaban los instrumentos, el
poder que se ejerce sobre un individuo ha aumentado muchísimo, hace
cuarenta años si eras un revolucionario, podías pasar a la
clandestinidad, podías ir a casa de alguien, procurarte un pasaporte
falso, una nueva identidad, atravesar la frontera, en suma, desaparecer.
Ahora se ha convertido en algo totalmente imposible en el sentido que
lo pasaportes son biométricos, que en las fronteras te hacen lo de las
pupilas o las huellas digitales, que todas tus transacciones son con
tarjeta, todas tus comunicaciones son interceptadas.
Hoy es facilísimo controlar a las personas. Cuando decimos que estos poderes te controlan no es que pasen el tiempo observándote —hay 7.500 millones de personas— pero la tecnología acumula datos sobre ti de modo automático. Si te conviertes en sospechoso de algo, en cualquier momento pueden recuperar todo lo que tiene que ver contigo.
¿Serán estas formas de control vitales para las protestas por venir? Parece que la crisis será profunda.
La
deuda se está convirtiendo en un lío porque también los países más
ricos como Francia e Inglaterra están acumulando deudas que no pueden
pagar. Se convierte en una situación complicada porque o ellos no pagan y
se acepta el principio de que alguien no puede pagar, —pero esto
significa derribar el orden mundial— o aquellos que pagan se arruinan y
entonces no hay recuperación. La otra solución que antes estaba ahí era
la inflación porque, una vez que lo haces, la deuda que antes valía mil
millones, se devalúa y entonces se reduce a la mitad, pero esta
inflación es muy complicada porque con el euro no es una cosa fácil
entrar en inflación.
Y después la inflación se hace respecto a otras monedas, si todos entran en inflación a la vez no es inflación prácticamente para nadie. Así que se llegará a una situación en la que se refleje sobre la vida de las personas porque si debes pagar la deuda, quiere decir que el estado no puede invertir en proyectos que crean puestos de trabajo, y por su parte los privados no pueden invertir ahora porque nadie compra. Es una crisis de demanda, en el 2008 era una crisis de liquidez: bastaba meter dinero en circulación y los bancos no quebraban, los seguros no quebraban. Y después todo se ajustaba más o menos porque las deudas sobre las casas se dejaban perder en cierto modo.
El problema ahora es otro: la recuperación basada en el consumo, en la compra, no es fácil, los emprendedores no invierten porque sí, invierten si hay un retorno, pero si no hay perspectiva de vender, hay problemas, lo único que se puede hacer es el jueguito al estado porque es el estado el que puede hacer obras públicas que den un salario a las personas, y las personas con este salario compran cosas en el mercado privado y así se retoma la economía. Si no es así como sucede, en octubre sucederá un desastre.En octubre, en otoño. Habrá una sucesión, en toda Europa, de despidos masivos, porque habrá menos ERTE, esto se ha hecho en todos los países europeos, pero hasta septiembre como mucho, después no. Por esto digo que habrá una situación de tensión social altísima, todo el mundo lo sabe. En esta situación, claro que todos se están preparando para el choque social.
Y con este gran desempleo que acecha, ¿no sería
un buen momento para pelear otras formas de redistribución como la
renta básica universal?
Lo que vaya a suceder dependerá de cuánto
miedo tengan quienes mandan, si no tienen miedo no cederán nada. Si
tienen miedo cederán. La única razón por la que puedan tener miedo es
que la gente se cabree, pero hay que ver cuánto puede cabrearse la
gente, es una cosa muy complicada. Porque hay una diferencia entre el
control y la disciplina. En la sociedad digamos industrial el poder
estaba basado en la disciplina, el obrero estaba en la fábrica, el
escolar en la escuela, el prisionero en prisión y el soldado en el
ejército, estaban todos encuadrados, disciplinados por el vigilante, el
profesor o el sargento, tenían que hacer los mismos gestos, era un
control de los cuerpos, pero era un control de los cuerpos que se
limitaba a ciertos espacios. Esto hacía que cuando estabas fuera de
este espacio y de este tiempo, tenías enormes espacios de libertad.
En segundo lugar, este espacio y este tiempo te situaban junto a otros, creaban una solidaridad. El control basado en la deuda es una forma de control solitario, si tu eres deudor no tienes la solidaridad de nadie, una de las ventajas del control sobre la disciplina es que el control deja sólo a quien lo sufre. Lo aísla, porque estás en casa, porque el trabajo es completamente distinto, no estás en realidad nunca fuera del trabajo, trabajas 24 horas sobre 24, o al menos estás disponible.
Si tú eres deudor no tienes la solidaridad del resto de tus compañeros deudores. En Grecia, una de las cosas más escandalosas y más asquerosas de las que sucedieron entonces es que nadie en la izquierda europea ha expresado solidaridad con aquel país, no he escuchado a la gente de Podemos, a la gente de Melenchon, de Corbyn, los de Die Linke, no he visto a ninguno de ellos ir a Atenas a mostrar su solidaridad. Les han dejado solos porque en realidad estaban solos, el problema que vuelve difíciles las revueltas ahora es la soledad.Justo
vemos un cierto repliegue de la izquierda en torno a los gobiernos y
sus decisiones, mientras la derecha dice pelear por la libertad.
Aquí
hay un asunto, el asunto de quién está dentro y quién está afuera,
respecto a la configuración política precedente. En el pasado siglo
estaba la derecha y la izquierda, y sustancialmente ambas estaban
legitimadas de alguna manera. Sin embargo a este sistema le ha
sustituido un sistema dentro fuera, quien está dentro del sistema tiene
un discurso legítimo, quien está fuera del sistema tiene un discurso
ilegítimo, y el que está afuera puede estar a la derecha o la izquierda,
puede ser Trump o Sanders, pero están siempre fuera. No tiene derecho
de palabra.
De un lado está el dentro que es la cultura de la élite, de los expertos, de quienes saben, de los que tienen derecho a la palabra, que entienden cómo funciona el mundo y los otros que son los ignorantes, que no entienden nada, que votan por el Brexit, que votan por Trump, que están gordos, enfermos, que son despreciables. Uno de los problemas de la izquierda actual es que ha perdido la representación de esta gente: a la plebe ya no la representa nadie, si no esos otros. Por lo cual es terrible que la revuelta contra la cultura de los expertos la haga la plebe, antes esta era una batalla democrática.
No es que los expertos lo hayan hecho muy bien en los últimos meses. En el sentido de que han dicho todo y su contrario, han dicho que las mascarillas no eran necesarias, luego que sí, han dicho que habría un relajamiento de la enfermedad en verano, y luego no lo había. Hemos entendido que la epidemiología era una ciencia como lo es la metereología.
Pero ¡ay quien discuta a los expertos! Al final cualquiera que haga un discurso que no sea el discurso legítimo de la elite neoliberal, es populista. Si hay algo que la pandemia ha acentuado mucho, como ha acentuado la fractura de clase, es la ruptura entre el establishment de los expertos, de quienes saben, y el resto de la población que no entiende una mierda, por lo que a un cierto punto, incluso las cosas más racionales vienen tachadas de populistas.
Debes de tener en cuenta que quienes son más crédulos, más supersticiosos, nacen del escepticismo. ¿Por qué la gente cree en el complotismo?, porque no creen en las teorías, porque es escéptica a lo que le cuentan. ¿Por qué la gente cree todas las historias sobre que el coronavirus ha sido inventado? Porque la gente no se cree lo que le cuentan. Es muy interesante que hay un exceso de credulidad debido a un exceso de desconfianza.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/coronavirus/marco-deramo
No hay comentarios:
Publicar un comentario