Su trabajo es también su forma de protesta para avergonzar a la política: "En vez hacer sabotajes, reparamos aquello que la burocracia ha sido incapaz de reparar"
El Grupo de Obreros de Emergencia (GAP) arregla fuentes, pinta pasos de cebra y siempre deja su firma
Gruppi Artigiani Pronto Intervento (Grupo de Obreros de Emergencia). |
Son las seis de la mañana de un domingo y las calles del
barrio de Ostiense, al sur de Roma, están vacías. El metro acaba de
abrir y los cafés todavía no han atendido a los primeros clientes.
Un
grupo formado por siete hombres y mujeres está trabajando duro. Ocultan
sus rostros con bufandas y sudaderas con capucha y descargan sacos de
cemento y arena de un coche cerca de la Basílica de San Pablo, situada fuera de las murallas.
No son delincuentes, son miembros de un grupo secreto
conocido por el nombre de Gap y no quieren revelar su identidad porque
lo que están haciendo, concretamente arreglar un pavimento sin permiso
oficial, es técnicamente ilegal.
Las obras de
mantenimiento de Roma, o mejor dicho, la falta de ellas, son desde hace
tiempo un tema candente. Se calcula que la ciudad tiene unos 10.000 baches,
una fuente de frustración para los muchos romanos que se desplazan en
scooter. Desde que se cerró el vertedero de la ciudad en 2013, la
recogida de los residuos urbanos también se ha convertido en un problema
importante, con "crisis de residuos"
periódicas en las que la basura se acumula en las calles. Por otra
parte, la prensa internacional se ha hecho eco del incendio y posterior
explosión de varios autobuses en la capital de Italia así como del hundimiento de una escalera mecánica de un metro.
Los
siete obreros clandestinos forman parte de una red de unos 20
activistas que sigilosamente llevan a cabo las reparaciones que las
autoridades no hacen. Gap [que en inglés significa vacío] significa en
este caso Gruppi Artigiani Pronto Intervento (Grupo de Obreros de
Emergencia), pero también es un homenaje a los partisanos de los Gruppi di Azione Patriottica, que lucharon contra los fascistas durante la segunda guerra mundial.
"Elegimos este nombre porque muchos de nuestros padres o
abuelos eran partisanos y nos gustaba la idea de honrar su memoria",
explica uno de los activistas, un arquitecto de cincuenta años que se
hace llamar Renato. Si bien los miembros del Gap actual no arriesgan sus
vidas, a diferencia del grupo que integraron sus padres, su modus
operandi sí se inspira en los saboteadores de la resistencia:
identifican un objetivo, actúan y se evaporan sigilosamente por las
calles de la ciudad.
En los últimos meses han estado
muy atareados. En diciembre repararon la fuente de la escuela primaria
Principe di Piemonte, construida en los años 40. En enero pintaron un
cruce peatonal en una peligrosa carretera principal. Su último trabajo,
la colocación de pavimentos en Ostiense, consistió en rellenar un hoyo
profundo que se inundaba constantemente cuando llovía.
Un "Plan Marshall" para arreglar los miles de boquetes de las calles de Roma EFE |
Siempre
dejan su firma, el logotipo de un destornillador y un martillo, ya sea
pintado con plantillas en el suelo o en una hoja de papel. También dejan
panfletos, en los que animan a los demás romanos a seguir su ejemplo:
"Gap es una organización secreta, en vez de llevar a cabo acciones de
sabotaje, los gappisti reparan aquello que la burocracia ha sido incapaz
de reparar. Encuentra tu objetivo, organízate y repara: ¡conviértete en
un gappista!".
Peppe (otro seudónimo) es uno de los
miembros fundadores. Explica que a él se le ocurrió la idea porque su
hijo va a la escuela primaria que tenía la fuente rota. Recuerda que
unos meses atrás, las autoridades de la ciudad vinieron a arreglarla,
pero sólo repararon la tubería y dejaron la estructura inutilizable en
su totalidad. "Así que decidimos actuar de noche".
Peppe
dice que de vez en cuando Gap se salta la ley. De hecho, para reparar
la fuente tuvieron que entrar en la escuela sin permiso y para pintar el
paso de peatones bloquearon una carretera sin autorización.
"Es
cierto que nos hemos saltado a las autoridades de la ciudad", reconoce
Renato. "Pero en el caso de la fuente nadie más iba a arreglarla durante
al menos dos años, así que nos dijimos: hagámoslo y veamos qué pasa".
Los
miembros de la organización puntualizan que sus acciones no son una
reacción a la gestión de la alcaldesa Virginia Raggi, del Movimiento de
Cinco Estrellas. "Esta situación es el resultado de muchos problemas que
se han ido acumulando a lo largo de los años", explica Nadir, otro
activista que prefiere identificarse con un seudónimo y que es
arquitecto. "Todos los partidos que han gestionado la ciudad son
responsables del estado actual de Roma".
Muchas
ciudades italianas, entre ellas Roma, Nápoles y Turín, se han enfrentado
a importantes recortes presupuestarios en los últimos años y, por lo
tanto, tienen dificultades para financiar los servicios municipales.
Los
detractores de este movimiento podrían argumentar que con su
comportamiento la organización disuade a las autoridades locales a hacer
su trabajo: ¿por qué gastar tiempo y dinero en reparar agujeros cuando
los romanos lo hacen gratis? Sin embargo, los miembros de Gap afirman
que persiguen todo lo contrario; que su intervención anime a las
autoridades locales a tomar cartas en el asunto.
"No
es como si fuéramos un grupo de anarquistas", indica Renato. "Sólo somos
gente que vive en un barrio donde todos nos conocemos y estamos
tratando de mejorar la situación".
Tras cerca de una
hora de trabajo arreglan el pavimento y graban su logotipo en el cemento
húmedo. La calle se llena de gente que va a trabajar o pasea a sus
perros y los activistas meten el material y las herramientas en su
automóvil y se van.
"Espero que alguien siga nuestro
ejemplo", afirma Nadir. "Algún día me gustaría que alguien me contara
que se han formado otros grupos como este en otras ciudades".
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