os periodistas Javier Espinosa y Mónica G. Prieto, autores del libro "Siria, el país de las almas rotas".
JOSEP GARCIA
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Los periodistas Javier Espinosa y Mónica G. Prieto han estado cinco años cubriendo la guerra de Siria al descubierto, sobre el terreno, en las trincheras, entre supervivientes, muertos, heridos, ruinas y explosiones. Fruto de su trabajo es el libro “Siria, el país de las almas rotas. De la revolución al califato del ISIS” (Editorial Debate), un relato vibrante, intenso y desgarrador.
La pareja, padres de dos hijos, ha sufrido en carne propia las consecuencias del conflicto. Espinosa pasó seis meses secuestrado por el Estado Islámico, junto al periodista de este periódico, Marc Marginedas, y el fotógrado free-lance, Ricardo García-Vilanova. "Lo que están viviendo los sirios es terrible", dice Espinosa. Los dos se han especializado a lo largo de sus carreras profesionales en cubrir zonas devastadas por conflictos bélicos, lo que les ha valido recibir numerosos premios.
- Un texto duro. Una buena herramienta para remover conciencias...
- Javier Espinosa: Es duro porque la realidad en Siria es muy dura. La gente que se pregunta por qué vienen los sirios a Europa debería de pasar un fin de semana allí y aguantar un barril bomba o una masacre diaria.
- Mónica G. Prieto: El objetivo del libro es llenar un vacío de información, porque la historia al final se acaba simplificando y el conflicto sirio es muy complejo. Hemos creído que la mejor manera de hacerlo era a través del género del reportaje, de ahí el uso de descripciones muy vividas y de personajes que conducen el relato.
- Se nota que llegáis a tener una gran complicidad con muchos de las personas que aparecen en el libro…
- MGP: En Siria no hay hoteles donde puedas encerrarte a escribir o hacer llamadas. Convives todo el tiempo con la gente. Duermes con activistas, te despiertas con activistas y al final acabas haciendo relaciones muy estrechas y las haces en un contexto de violencia extrema, como se demuestra en el libro. A todos nos unen las vivencias, y las pérdidas.
- JE: Hemos convivido con gente muy atípica, que rompe estereotipos. Abú Leila, por ejemplo, era un yihadista del Estado Islámico de Irak y del Levante (ISIS) que escribía poesía, leía a Pablo Coelho y conocía El Quijote. Era un tipo con principios ideológicos, a diferencia de la mayoría de la gente del ISIS. Tenía una conciencia islamista y sin embargo era de los primeros que te decían que quería un estado islámico si la gente lo decidía. Lo asesinaron sus propios compañeros.
- La OTAN salió en ayuda de los rebeldes de Libia ¿Por qué no hizo lo mismo con el Ejército Libre de Siria?
- JE: En Libia hay mucho petróleo y en Siria una mínima cantidad. Además, el caso sirio es mucho más complejo porque afecta a aliados básicos de Estados Unidos, como Israel, Arabia Saudí o Jordania. Entrar en Siria como se hizo en Libia conllevaba mucho riesgo. Aún así es una prueba del doble rasero de Occidente.
- MGP: Los sirios tenían claro que no querían una intervención como la de Libia o Irak. Pidieron una zona de exclusión aérea y pasajes seguros para que los civiles pudieran huir de los bombardeos. Se les negó hasta eso. Y esto nos pasará factura en el futuro. Aquí nos llenamos la boca hablando de derechos humanos, pero para nostros mismos, no para los demás. Ahora pagamos a Turquía para que haga de matón y devuelva a los refugiados a sus fronteras.
- En el libro no hay analistas de despacho sino que son los propios personajes los que hacen lecturas geoestratégicas del conflicto. Milicianos, médicos o activistas coinciden en afirmar, por ejemplo, que el propósito de EEUU y sus aliados no es acabar con Asad sino debilitarlo...
- JE: Es un pensamiento generalizado en Siria, no solo entre los opositores sino también entre los seguidores de Asad. La estrategia sería forzar a Asad a mantener una guerra de quince años que le impida centrarse en otros asuntos, además de atraer a todos los enemigos a territorio sirio para que se maten entre ellos. ¿A quién le interesa acabar con la guerra de Siria ahora? A nadie, porque todos los enemigos de Occidente, de Israel y de los países regionales están luchando allí y la mayor parte de los muertos los pone Siria.
- Aquí se empezó a hablar del ISIS como la gran amenaza cuando conquistaron Mosul y estuvieron a las puertas de Bagdad, en el verano del 2014, pero su irrumpción en escena fue muy anterior ¿Por qué se ha permitido que el monstruo crezca tanto y tan rápido?
- MGP: Teníamos la información, sabíamos lo que iba a ocurrir, teníamos los precedentes ya que había ocurrido lo mismo antes en Irak. Esa gente no ha venido de la nada. Occidente no lo ha querido ver hasta que empezaron a decapitar a occidentales. Es lo de siempre. Cuando el ISIS se ceba de árabes no nos importa, ni siquiera es noticia, si mata a un solo americano ya pasa a ser noticia.
- JE: Recuerdo una declaración de responsables de EEUU que decían que el escenario mejor para ellos era atraer a todos los extremistas a Irak para combatirlos ahí y mantener la guerra contra los extremistas lejos de su territorio.
- También habláis de cómo el propio Asad ayudó a fomentar a los grupos yihadistas. Algunos de sus líderes actuales fueron excarcelados por el régimen tras estallar la revolución…
- MGP: Una de las cosas que más nos ha sorprendido es el alto nivel como estratega político de Asad, al que creíamos mucho menos inteligente que su padre. Bashar al Asad ha estado detrás de todo el proceso de radicalización de los detenidos políticos, que se pasaron al yihadismo en las prisiones. Desde el primer momento, Asad se propuso asociar al movimiento revolucionario que estalló en marzo de 2011 en plena primanera árabe con el terrorismo.
- ¿Por qué muchos de los primeros revolucionarios acabaron al final uniéndose a los grupos armados yihadistas?
- MGP: Es un fenómeno que aparece ya en el 2012. Entonces mucha gente empezó a buscar refugio en la religión ante la constatación de que Occidente no les iba a ayudar. Entonces ya se veían a clérigos en las trincheras y se notaba la radicalización. Gente que militaba en el Ejército Libre de Siria sin sueldo se pasó a los grupos que les pagaban un salario. Los únicos que tenían dinero para financiarlos eran los países del Golfo.
- ¿Habrá que esperar mucho hasta que callen las armas?
- MGP: Me temo que sí. Creo que una guerra termina por el agotamiento de las partes. Y las partes no solo son sirias. Hay muchos intereses en juego.
JE: Tenemos el ejemplo de Irak, una guerra de trece años que aún no ha acabado. Son guerras en las que se trata de recomponer un legado territorial y colonial y eso va a llevar muchísimo tiempo.
- ¿Qué va a pasar con los refugiados?
- MGP: Esa es la gran pregunta. No podemos negar derechos. Son civiles que huyen de la destrucción absoluta y que intentan sobrevivir.Tenemos un amigo que tras un larguísimo periplo desde Siria llegó a Holanda, donde estuvo tres semanas en un campo de refugiados. Me dijo que la experiencia había sido muy humillante. Este chico ha sido refugiado en Turquía, fue herido en la guerra y fue torturado en las cárceles de Asad. En una ocasión me dijo que si llegaba a pasar una semana más en aquel campo de Holanda se hubiera unido al ISIS para volarse en Europa. ‘Estáis creado maquinas de odio en esos campos’, me dijo. Mientras sigamos dando la espalda al problema, creo que habrá muchísimos más problemas con el yihadismo.
Fuente: http://www.elperiodico.com/es/noticias/internacional/nadie-interesa-acabar-con-guerra-siria-5235042#
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