miércoles, 22 de febrero de 2012

La timidez de las moléculas

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   Termodinámica es una de esas plabras que es mejor evitar en cualquier escrito que pretenda ser popular, aunque es más atractiva si la vemos como lo que es: la ciencia del "deseo". La existencia de átomos y moléculas está dominada por "atracciones", "repulsiones", "necesidades" y "descargas", hasta el punto de que llega a ser prácticamente imposible escribir sobre química sin caer en una especie de antropomorfismo cachondo. Las moléculas "quieren" perder o ganar electrones, atraer cargas opuestas, repeler cargas iguales o cohabitar con moléculas de carácter semejante. Una reacción química tiene lugar de manera espontánea si todos los compañeros moleculares quieren participar, o acaso éstos sean presionados por una fuerza superior para reaccionar a regañadientes. Y desde luego a algunas moléculas que quieren realmente reaccionar les cuesta superar su timidez innata. Un poco de coqueteo discreto quizá origine una liberación masiva de lujuria, una descarga de pura energía.


   La termodinámica hace que el mundo gire. Si dos moléculas no quieren reaccionar, no será fácil convencerlas; si quieren reaccionar, lo harán, aunque tarden un tiempo en superar su timidez. Nuestra vida está impulsada por necesidades y deseos de esta clase. Las moléculas de la comida quieren de veras reaccionar con el oxígeno, pero por suerte no lo hacen espontáneamente (Son tímidas ante el contacto), de lo  contrario acabaríamos envueltos en llamas. Sin embasrgo, la llama de la vida, la combustión lenta que nos sustenta, es exactamente una reacción de este tipo: el hidrógeno desprendido de los alimentos reacciona con el oxígeno para liberar toda la energía que necesitamos para vivir. En el fondo, toda la vida está sustentada por una "reacción principal" de un tipo similar: una reacción química que quiere producirse, y libera energía que puede ser utilizada para accionar todas las reacciones secundarias que constituyen el metabolismo. Toda esta energía, toda nuestra vida, se reduce a la yuxtaposición de dos moléculas en total desequilibrio entre sí, hidrógeno y oxígeno: dos cuerpos opuestos que conforman una feliz unión molecular; con una abundante descarga de energía, que deja sólo un pequeño charco de agua caliente.
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Nick Lane

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