La expectación mediática que usted levanta tal vez solo sea comparable a la de Salman Rushdie. ¿Cómo la aguanta?
Uno se acostumbra a todo. No sé por qué la gente se interesa tanto
por mí. La única explicación que puedo encontrar es que, al ser tan
imprevisible, transmito una sensación de libertad, muy rara en el mundo
actual, y eso me convierte en alguien interesante.
Como Rushdie, usted fue víctima del fanatismo islamista.
Menos. A mí no me condenaron a muerte, solamente me hicieron un juicio.
Dice en su libro algo así como que no hace falta tolerancia
con ciertas cosas, porque ya conocemos qué es el bien y qué es el mal.
Tal vez suene algo extremo, pero el islam no ha cambiado en Francia.
No me arrepiento de lo que dije. pero tampoco lo voy a repetir. Diré
algo nuevo cuando cambie la situación.
‘Sobrevivir’ es un manifiesto, una declaración de intenciones
sobre la base de su poesía, pero también sirve para sus novelas. La
base de todo es el sufrimiento.
Sí. Sufro. Hay una incompatibilidad entre sentirse bien en el mundo y
escribir sobre él. Escribir requiere un alejamiento. No hay escritores
felices. Sufrimiento es dolor pero también esa sensación de extrañeza,
sentirse ajeno a todo. Todos los vivos sufrimos de muchas maneras.
Pero ¿sufre tanto como antes?
Siempre tengo un sentimiento negativo hacia las cosas. El sufrimiento
se me comería crudo si no le pusiera una estructura, si articulo ese
dolor en un poema estoy salvado. El poeta bascula entre la amargura y la
angustia, y a veces experimenta un momento de remisión que le permite
crear.
¿Dónde se encuentra usted ahora?
Soy ciclotímico. En un mismo día atravieso lo más alto y lo más bajo.
Puedo pasar de un estado a su contrario en menos de una hora, así que
esa pregunta no tiene sentido para mí.
Dice que el poeta es el niño que se caga encima cuando su madre se ha puesto guapa para una cita nocturna...
Llora con los pañales sucios y exaspera a esa madre, que al final se
pone a gritar también y le abandona. Las experiencias traumáticas ayudan
al escritor, que suele tener la conciencia precoz de vivir en un
entorno desagradable. Hombre, yo también intento, como todo el mundo,
agarrarme a sucedáneos de felicidad pero sé que, en el fondo, la
felicidad no es para mí.
Reivindica la culpabilidad y la timidez como fuerzas extraordinariamente fecundas.
U otras como el resentimiento, sí. La culpabilidad la sentía sobre
todo de joven, es algo que permite un gran conocimiento de uno mismo.
Quieres a tu padre pero tienes ganas de que se muera y te sientes mal
por ello.
¿Y la timidez?
Es una gran fuente de enriquecimiento interior, un desfase entre la
voluntad y el acto que desencadena unos procesos mentales interesantes.
Sin ese desfase, seríamos animales. La timidez es ideal para un poeta.
No sé si conoce a Leopoldo María Panero, pero es inevitable
pensar en él cuando habla de que el poeta hace equilibrios en el límite
de la cordura.
No lo conozco. Pero yo mismo no estoy muy lejos de perder la cabeza,
me siento en el límite de ciertas cosas. No soy capaz de hacer vida
social, aunque haciendo un esfuerzo consigo un poco integrarme, sin
dejar de parecer raro. Y la psiquiatría es peligrosa porque puede
embrutecerte también.
Usted, aunque no ejerza como tal, es un crítico demoledor de
la sociedad y de todas las taras del sistema, como una especie de
portavoz de los damnificados, con los que nos hace empatizar.
La sociedad en que vivimos quiere destruirnos. El arma que emplea es
la indiferencia, y hay que pasar al ataque, poner el dedo en la llaga y
apretar bien fuerte. Hablar de lo abyecto: la enfermedad, la ausencia de
amor, la fealdad... pero sin adherirse a ninguna idea ni profesar
ninguna militancia. La militancia es para la gente feliz.
En cuanto a las formas métricas, es usted bastante clásico ¿no?
Un poco de todo; métrica estricta, prosa poética... Una forma
versificada me permite decir aquello que no sabía que iba a decir, me
libera el subconsciente. La rima es una ventaja extraordinaria para
librarse de la razón, y del discurso racional. Una estructura compacta y
firme desata mi vida interior. Y me gusta mucho la repetición, me
repito enormemente.
Pero ¿qué métrica prefiere?
Depende de la energía que necesite. Tal vez la de los alejandrinos me
viene más naturalmente. El francés es una lengua sin ritmo, al
contrario que el inglés. El francés es una melodía, algo armonioso,
dificilmente cae en el hiato.
“El poeta es un parásito sagrado”, dice usted.
Es una frase injustificable. Lo dice todo. No quiero estropearla con una glosa.
Le veíamos como un novelista que hacía incursiones en el
cine, en la música... pero tras leer su libro vemos que la poesía no es
una afición de domingos ni un experimento, sino que es usted tan poeta
como novelista. ¿Estamos en lo cierto?
Sí. Al principio la poesía me parecía más natural que las novelas. En
la poesía expresamos percepciones que tenemos sobre el mundo en un
momento dado, sin contexto, es más cercana a la fotografía o la pintura
que a la novela. Es fundamentalmente no narrativa. En un poema no hay
personajes, sino un ente perceptivo indefinido. Saltar a la narración
fue un acontecimiento inesperado en mi vida. Fíjese que en varias de mis
novelas el personaje central es alguien que en principio no hace nada,
más un observador que un personaje de novela. Y la poesía es una
observación.
¿Se acerca más a la belleza?
No. hay belleza en la narrativa también. pero la poesía se adapta
mejor a la extrañeza y la incongruencia, a las situaciones en que no
comprendemos lo que sucede. Un poema es un momento preciso, aislado, de
una historia que desconocemos. Esa historia completa sería la novela,
que puede verse, en este sentido, como una nota a pie de página del
poema. En una novela no hay lagunas.
¿Quiere más a sus poemas o a sus narraciones?
La poesía es difícil de editar y, del mismo modo que los padres
quieren más a sus niños minusválidos que a los hermanos sanos, la
dificultad de conseguir que te la publiquen te hace amarla más. Y la
novela es más fácil de escribir: únicamente pide trabajo. La poesía, por
muchas horas que le pongas, puede no salirte. pide inspiración, llega
cuando no la esperas, es como una secreción, ajena a tu voluntad.
Sus novelas y poemas tienen una atmósfera parecida, pero en los segundos no hay humor.
El humor no casa bien con la poesía. Estoy de acuerdo en que hay
climas compartidos, que encontramos también en mis novelas. Pero hay un
plus que no puede expresarse en una novela. La poesía supone siempre una
interrupción de la narración. cuando, en las novelas de espionaje, no
llega el contacto en un aeropuerto, ese momento de incertidumbre, en que
se corta la base de la narración, es un momento poético. De hecho, las
novelas poéticas suelen ser novelas mal escritas.
¿En qué trabaja?
En otro poemario. Y en un cómic basado en ‘Plataforma’, mi primera incursión en la historieta.
Ha hecho música, cine... ¿Y un día ópera? ¿O teatro?
Jamás. Mi única relación con la cultura clásica es la literatura. El
cómic o el cine me son cercanos, pero no tengo ni idea de cómo funciona
una buena obra de teatro, y mucho menos la ópera.
Usted llegó a actuar como músico en el FIB de Benicàssim. ¿Se acabó aquello?
No. Puedo escribir canciones sin problema. Las canciones son la forma
actual que toma la poesía. De hecho, desde principios del siglo XX no
hay poetas que me interesen. pero sí cantantes.
Sobre su última novela, ‘El mapa y el territorio’, dicen que está usted más domesticado.
Antes era extremadamente insolente, lo sacrificaba todo a la energía;
en ese libro, lo sacrifiqué todo a la armonía. Antes echaba cubos de
agua helada a los lectores, ahora mi deseo era que el lector se
endormiscara dulcemente. Antes sonaba como un conjunto punk, y ahora soy
más Pink Floyd.
¿Podría vivir sin escribir?
Perfectamente. Escribo por vanidad y, si no me van a publicar, pues
¿para qué? Tengo una tendencia muy fuerte a la inactividad. En cambio,
no podría vivir sin leer novelas.
¿Tiende últimamente a lo autobiográfico?
Eso carece de interés. Yo invento mi vida, como me la inventaba
cuando iba al psiquiatra, porque lo que me interesaba era conseguir la
baja médica. La realidad es secundaria, si rasca usted un poco en mis
datos biográficos verá que son inventados. Miento.
Como adalid de los derechos animales. ¿sabe que en Cataluña están prohibidos los toros?
Estoy muy contento.
Ahora los aficionados se van a Francia.
¿Por qué no se van a España? Está más cerca y hay muchas más
corridas. No me gustan nada las corridas, aunque la experimentación con
animales es peor.
¿Ha oído hablar de los independentistas catalanes?
Yo creía que esto se había acabado... Tienen los españoles tantas
desgracias, que no pueden ustedes los catalanes añadirles esto ahora.
Pobre gente, sean ustedes simpáticos con los españoles, hombre, no les
añadan sufrimiento marchándose.
Pues parece que ahora está la cosa en auge.
El movimiento independentista es una gran causa, de las que ya casi
no quedan. Por otro lado, si se enciende la llama, es porque creen que
les quitan su dinero, como sucede en Bélgica o en otros países. Pero no
estoy muy informado, vengo de Almería pero solo veo los canales
franceses de la parabólica...