Elisabetta Villa—Getty Images |
... la escritora, pensadora y activista Ayaan Hirsi Ali (Mogadiscio, 1969) no parece estar muy dispuesta a dejar que el feminismo actual se duerma en los laureles.
En esta entrevista con NIUS, de hecho, esta pensadora critica varios aspectos de parte del feminismo contemporáneo, al que ve acusando pereza ante mujeres con burka que reivindican esa prenda como algo que empodera o en dificultades cuando las agresiones sexuales no las comete un hombre blanco heterosexual sino uno hombre de otro color.
Además, Ayaan Hirsi Ali ofrece nuevas orientaciones al feminismo. En suma, esta intelectual se mantiene activa en el debate de las ideas. Esto ya le ha costado, además de un reconocido prestigio internacional, amenazas de muerte por su crítica al Islam y reproches de “islamofobia” de quienes entienden que va demasiado lejos en lo que tiene que decir sobre esa religión.
El Islam es uno de los temas centrales de los varios libros que ha escrito y en los que su experiencia personal constituye, a veces, un elemento más de su análisis. Su último libro acaba de aparecer en España. Se titula 'Presa: la inmigración, el Islam y los derechos de la mujer' (Ed. Debate, 2021).
En él retoma la reflexión sobre temas que han marcado su carrera como escritora, política – en su momento fue diputada del parlamento neerlandés tras haber solicitado asilo en Los Países Bajos – e investigadora en el American Enterprise Institute, un think tank conservador de Estados Unidos, su país de acogida desde 2013.
Desde Estados Unidos, ella continúa estudiando y reflexionando sobre la evolución de la relación entre el Islam y Occidente, Europa y las mujeres, además estar muy pendiente de cuestiones como las políticas de inmigración y asilo. Sobre esto, entre otras cosas, ella dice lamentar que los líderes políticos europeos, tras haber reconocido que “el multiculturalismo ha fracasado absolutamente” – Angela Merkel dixit en 2010 –, no hayan “desarrollado una alternativa”.
P: Ha señalado usted que le gustaría ver renovarse al movimiento feminista. ¿Qué le gustaría que fuera diferente en ese movimiento?
Me gustaría que cambiara en tres aspectos. Me gustaría que empezara a hablar del tema de las seguridad y las mujeres en Europa. Y cuando digo seguridad, lo digo en alusión al espacio público. El movimiento feminista ha hablado mucho de la seguridad en los hogares, el movimiento del 'Me too' hablaba de la seguridad en el trabajo. Pero ahora estamos en un momento en el que tenemos que hablar de nuevo de seguridad en el espacio público, por ejemplo, en el transporte público, en parques, en lugares donde se hagan actividades recreativas, ya sea ir a correr o a relajarse. Porque las mujeres han dejado de estar seguras en estos sitios debido a la inmigración.
La segunda cosa que me gustaría es que el movimiento feminista viera y dedicara tiempo a las mujeres trabajadoras. Es verdad que muchas feministas hacen campaña por acceder a la igualdad con los hombres en términos de remuneración o por la igualdad de derechos en el mercado laboral. También hacen campaña para que haya más mujeres en posiciones de liderazgo. Todo esto está muy bien, pero estaría bien que nos dedicáramos a las mujeres trabajadoras, especialmente en Europa, porque hay muchas mujeres que están sufriendo las consecuencias no deseadas de la globalización, la inmigración y la fallida integración de las minorías.
P: ¿Y cuál sería el tercer aspecto?
Me gustaría que las feministas se ocuparan de las mujeres inmigrantes. Las feministas han sido reacias a defender a las mujeres inmigrantes. Es porque vienen de diferentes culturas y, desafortunadamente, ha habido mujeres inmigrantes musulmanas, por ejemplo, que han reivindicado que llevar el burka o el velo es un símbolo de empoderamiento femenino. Y yo creo que parte del feminismo ha sido demasiado perezoso, escuchando ese argumento y no yendo más allá en ese debate. Junto a los temas de seguridad, las mujeres trabajadoras y las mujeres inmigrantes, también me gustaría que las feministas se empezara a hablar de la conducta de los abusadores.
Porque para las feministas ha sido muy fácil criticar y corregir el mal comportamiento de hombres blancos heterosexuales. Pero a las feministas les ha costado y todavía les cuesta hablar de corregir el mal comportamiento de los hombres de otro color. Y ahora mismo son los hombres de otro color los más responsables de mucha de la violencia que vemos cometida contra mujeres, ya sea en su casa, en barrios obreros y en los espacios públicos. Todas éstas deberían ser las prioridades del movimiento feminista en el mundo occidental.
P: Menciona usted el problema de la violencia en comunidades de inmigrantes que no se han integrado en las sociedades occidentales. ¿No resulta extraño que actualmente este tema sólo sea abordado políticamente por partidos de ultraderecha o de extrema derecha?
Es cierto que los partidos de ultraderecha, algunos de los cuales son de verdad extrema derecha, otros yo los describo como populistas aunque se podría decir que son sólo anti-establishment, son partidos que se ocupan básicamente de un tema o dos en política. Por ejemplo, la inmigración o dejar la Unión Europea. En cada país puede ser distinto, pero hay una serie de partidos que parecen tener el monopolio a la hora de hablar de temas como la inmigración, el Islam radical y el fracaso de integrar grandes cantidades de personas de la minorías musulmana. Digo grandes cantidades porque hay países en los que hay pequeñas cantidades de musulmanes que están bien integradas y tienen mucho éxito. No todos los musulmanes están fuera de la sociedad.
P: ¿Pero por qué goza ese espectro político del monopolio de este tema?
Porque los partidos del establishment han estado evitando estos temas durante mucho tiempo. Han aplicado la filosofía del multiculturalismo, escapando con ideas de relativismo moral según las cuales no hay necesidad de que los inmigrantes se integren y asimilen las normas y los valores de la sociedad que les acoge porque tienen sus propias normas y valores. Esa filosofía dice: ¿quién es quién para decir que nuestras normas y valores son mejores que las suyas? Esto es lo que hemos estado viendo en Europa en las últimas tres décadas sino durante más tiempo.
P: ¿Qué consecuencias ha tenido esto?
Los problemas no han hecho más que crecer. Porque en las comunidades de inmigrantes vemos una mayor dependencia de ayudas sociales, más casos de abandono escolar, mayores porcentajes de desempleo y de representación en la población carcelaria. Y, como describo en mi último libro, esas comunidades ahora también suman una mayor cantidad de hombres que practican violencia contra mujeres en el espacio público. Los partidos del establishment han ignorado todos estos temas. Y los votantes se han ido a los partidos anti-establishment que sí se ocupan de esto. No les votan porque crean en ellos sino para mostrar su protesta, para dar cuenta de que están enfadados con los partidos del establishment.
Pero en realidad, los partidos anti-establishment no tienen el monopolio natural de estos temas. Tan pronto como los partidos del establishment se ocupen de estos temas, los electores volverán a votarles. Hay ejemplos de esto en Dinamarca, Austria o yo misma lo vi en Los Países Bajos cuando vivía allí. Fritz Bolkestein, cuando era líder del Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD), el partido que hoy lidera la coalición del Gobierno neerlandés, logró anular a la extrema derecha ocupándose de estos temas. Pero luego la extrema derecha volvió porque los partidos del establishment volvieron a no ocuparse de estos asuntos.
P: En Francia hemos visto surgir ese bautizado como “proyecto de ley para reforzar la laicidad y los principios republicanos” con el que luchar contra los islamistas radicales que buscan romper con la República y sus valores. ¿Qué opinión le merece esta iniciativa?
Primero, el ejemplo francés es importante porque es un país grande en Europa, uno de los tres que lidera Europa. Si Francia logra resolver este asunto, puede que otros países europeos sigan su ejemplo. Lo que ha pasado en Francia es que la Agrupación Nacional de Marine Le Pen se ha agrandado. Ella ha estado cerca de ganar la presidencia. Según las encuestas, para las elecciones presidenciales del próximo año, podría estar cerca de ganar otra vez. Creo que el presidente Emmanuel Macron tiene una cierta urgencia que otros líderes europeos creen que no tienen.
Segundo, el problema del Islam radical tiene una escala y una gravedad muy grande en Francia. En muchos sentidos, el caso de Francia es el peor. Han tenido ya muchos ataques terroristas, pequeños y grandes. Casi cada semana están desarticulando planes de atentados terroristas. Ahora, lo que parece es que el Gobierno francés se ha dado cuenta de lo que conecta lo que yo llamo dawa y la yihad.
P: ¿A qué se refiere?
La dawa es el proselitismo, la propagación de aquello que lleva a la yihad y la violencia. Esto se hace en mezquitas, en las cárceles, en las casas, en los salones de los hogares de las familias cuyos miembros tienen la nacionalidad francesa pero que odian a Francia y los valores franceses. Ahora, las autoridades francesas no pueden hacer cómo que sólo tienen que ir a por los terroristas usando los medios de los cuerpos y fuerzas de seguridad. Esto ya no es suficiente. Han entendido que tienen que abrir algunas autodenominadas mezquitas, escuelas coránicas y lugares en los que niños pequeños, incluso niños pequeños, están aprendiendo a odiar a Francia. La gente que hace esto no llama a esto captación de terroristas, sino 'guerra santa'. Yo creo que en el Gobierno francés se están dando cuenta de lo que es este fenómeno. Le han puesto un nombre que lo describe de manera exacta: “separatismo”. Porque estamos hablando de una filosofía política y un movimiento separatista y en Francia lo están tratando como tal.
Lo que pasa en Francia es un gran avance en lo que respecta a este tema. Porque una vez que dices que hay separatistas dentro del país, uno está obligado a desarrollar programas para ocuparse del fenómeno adecuadamente. Si el presidente francés logra poner en marcha la legislación para ocuparse de esto será algo bueno no sólo para Francia, también lo será para el resto de Europa. Será lo mejor que le ocurra a los chicos y hombres jóvenes que viven en Francia y cuyas mentes no deberían ser envenenadas con el Islam radical y que así podrán integrar los valores y normas de la sociedad en la que viven para tener éxito en la vida.
P: ¿Hasta qué punto leyes como la francesa ponen de manifiesto el fracaso del multiculturalismo y que los gobiernos como el francés tienen que ser proactivos?
El multiculturalismo es un concepto fallido porque los principios que asume, según los cuales todos los valores son igual de buenos o igual de malos porque son lo mismo, significa que no tiene sentido imponer valores europeos en inmigrantes musulmanes, o a la inversa. Esa es la lógica del multiculturalismo. Es un concepto fallido pero para los líderes europeos. No hablo de uno en concreto, sino de los líderes políticos europeos que durante décadas consideraron el concepto de multiculturalismo una forma de evitar temas problemáticos. Esta actitud ha provocado que el problema se haya hecho cada vez más grande. Dice usted que el Gobierno de Francia está siendo proactivo. En realidad, es justo lo contrario.
El Gobierno francés está siendo reactivo. Porque han esperado tanto y han ocurrido tantos ataques terroristas. Han esperado a que las comunidades separatistas ya estén separadas. Los líderes separatistas ya han tenido éxito en Francia, separando miembros de su comunidad del resto de la sociedad. Ahora el gobierno está reaccionando. Ser proactivo hubiera implicado hacer lo que dice que ahora va a hacer el Ejecutivo hace treinta o cuarenta años. Pero han dejado que se formen guetos. Han dejado que radicales se instalen y prediquen hasta en las prisiones. La situación es tal que sólo queda una opción, a saber, reaccionar. El multiculturalismo lleva a esto, porque como filosofía lleva a que no se haga nada.
P: Sin embargo, el multiculturalismo sigue teniendo bastante predicamento en muchos sectores de la sociedad.
Sus defensores siempre hablan de los temas inofensivos, ya sea la comida, la música, la ropa. Pero se niegan a hablar de temas como la yihad en lo que respecta al Islam, por ejemplo. Rechazan, por ejemplo, hablar de los derechos de las mujeres o de la libertad de expresión. Algunos líderes que aceptaron la idea del multiculturalismo para lidiar con temas como la inmigración y el Islam han fracasado completamente. Por eso creo que hay que deshacerse del multiculturalismo.
P: Que el multiculturalismo se adoptara en su momento, ¿fue algo propio del pasado, resultado de las ideas progresistas de los años 60 y 70, lo que luego se ha llamado French Theory, o tiene que ver con una aparente pereza de los líderes políticos del mundo occidental?
Creo que son las dos cosas. Los sesentayochistas y la gente que creció en los setenta vivió en ese Zeitgeist del que usted habla. Luego, al llegar a posiciones de liderazgo, estuvieron muy abiertos a esta filosofía del multiculturalismo. Creo que ahí juega un papel la noción de que los europeos cayeron en lo siguiente: cuando juntas experiencias como el colonialismo o el Holocausto, esto lleva a los líderes a estar muy abiertos y a querer ser diferentes de la generación de sus padres y sus abuelos. Querían demostrar que eran distintos, empáticos, globales, capaces de aceptar otras culturas y valores y demás. El Zeitgeist puede explicar en algo esto, pero luego viene la pereza y la incompetencia.
Porque, con el paso del tiempo, muchos líderes de países han visto por sí mismos con pruebas empíricas, por ejemplo, que el Islam político es una filosofía que es hostil a todas las libertades, a las mujeres, a los que no creen, a los propios musulmanes que no van a la yihad y a los homosexuales. Todo esto es bien sabido. Por eso, es importante moverse en una dirección distinta a la que marca el espíritu de los tiempos y, como líder, mirar lo que quieren los votantes que se haga. Hay líderes como Angela Merkel que han dicho que el multiculturalismo ha fracasado. Otros lo han admitido y han dicho que ya no se inscriben en él. Pero no han desarrollado ninguna alternativa.
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