domingo, 17 de enero de 2021

Prometo ser bueno

 Vamos, pobre corazón mío, vamos, mi viejo cómplice,
levanta otra vez y pinta todos tus arcos triunfales;
quema incienso rancio en tus altares de oro falso;
siembra de flores los bordes abiertos del precipicio;
¡vamos, pobre corazón mío, vamos´, mi viejo cómplice!
...  
Nevermore

Paul Verlaine

Declaración de Rimbaud ante el comisario de policía

Paul Verlaine y Arthur Rimbaud
Paul Verlaine y Arthur Rimbaud, Bruselas 1873.

10 de julio de 1873 (hacia las ocho de la tarde)

   Desde hace un año vivo en Londres con el señor Verlaine. Vivíamos de ser corresponsales para los periódicos y dábamos clases de francés. Debido a que su compañía se me volvió imposible, manifesté mi deseo de volver a París. Hace cuatro días me dejó para irse a Bruselas y me envió un telegrama para que me uniera a él. Llegué dos días más tarde y me alojé en la casa de su madre. Cada vez que manifestaba mi deseo de volver a París, él me respondía:
    Sí, tú vete y verás.
    Esta mañana fue a buscar un revolver al pasaje de las Galeries Sint-Hubert que me mostró a su vuelta,a mediodía. Seguidamente fuimos a la Maison des Brasseurs en la Grand Place donde continuamos hablando de mi marcha. Cuando volvimos a nuestro alojamiento hacia las dos, cerró la puerta con llave y se sentó delante y después, tras cargar su revolver, disparó dos veces mientras decía:
   ¡Toma! ¡ya te enseñaré yo a querer ir!
   Estos disparos se hcieron a tres metros de distancia: el primero me hirió en la muñeca izquierda, el segundo no me alcanzó. Su madre, que estaba presente, me proporcionó los primeros auxilios. Fuimos seguidamente al hospital de Saint-Jean donde me vendaron. Me acompañaban Verlaine y su madre. Cuando terminaron de vendarme, volvimos los tres a la casa. Verlaine repetía que no lo dejara, que me quedara con él: pero no quise hacerlo y partí a las siete de la tarde, acompañado por Verlaine y su madre. Cuando llegamos a los alrededores de la Place Rouppe, Verlaine se adelantó unos pasos y después se volvió hacia mí: vi cómo metía su mano en el bolsillo y cogía el revlover: di media vuelta y regresé sobre mis pasos. Encontré al agente de policía al que le hice saber lo que me había sucedido y que invitó a Verlaine a seguirlo a la comisaría.
   Si éste último me hubiera dejado partir libremente, no lo había denunciado por la herida que me hizo

Prometo ser bueno:
Cartas completas
Arthur Rimbaud

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