Vamos, pobre corazón mío, vamos, mi viejo cómplice,
levanta otra vez y pinta todos tus arcos triunfales;
quema incienso rancio en tus altares de oro falso;
siembra de flores los bordes abiertos del precipicio;
¡vamos, pobre corazón mío, vamos´, mi viejo cómplice!
...
Nevermore
Paul Verlaine
Declaración de Rimbaud ante el comisario de policía
Paul Verlaine y Arthur Rimbaud, Bruselas 1873. |
10 de julio de 1873 (hacia las ocho de la tarde)
Desde hace un año vivo en Londres con el señor Verlaine. Vivíamos de ser corresponsales para los periódicos y dábamos clases de francés. Debido a que su compañía se me volvió imposible, manifesté mi deseo de volver a París. Hace cuatro días me dejó para irse a Bruselas y me envió un telegrama para que me uniera a él. Llegué dos días más tarde y me alojé en la casa de su madre. Cada vez que manifestaba mi deseo de volver a París, él me respondía:
Sí, tú vete y verás.
Esta mañana fue a buscar un revolver al pasaje de las Galeries Sint-Hubert que me mostró a su vuelta,a mediodía. Seguidamente fuimos a la Maison des Brasseurs en la Grand Place donde continuamos hablando de mi marcha. Cuando volvimos a nuestro alojamiento hacia las dos, cerró la puerta con llave y se sentó delante y después, tras cargar su revolver, disparó dos veces mientras decía:
¡Toma! ¡ya te enseñaré yo a querer ir!
Estos disparos se hcieron a tres metros de distancia: el primero me hirió en la muñeca izquierda, el segundo no me alcanzó. Su madre, que estaba presente, me proporcionó los primeros auxilios. Fuimos seguidamente al hospital de Saint-Jean donde me vendaron. Me acompañaban Verlaine y su madre. Cuando terminaron de vendarme, volvimos los tres a la casa. Verlaine repetía que no lo dejara, que me quedara con él: pero no quise hacerlo y partí a las siete de la tarde, acompañado por Verlaine y su madre. Cuando llegamos a los alrededores de la Place Rouppe, Verlaine se adelantó unos pasos y después se volvió hacia mí: vi cómo metía su mano en el bolsillo y cogía el revlover: di media vuelta y regresé sobre mis pasos. Encontré al agente de policía al que le hice saber lo que me había sucedido y que invitó a Verlaine a seguirlo a la comisaría.
Si éste último me hubiera dejado partir libremente, no lo había denunciado por la herida que me hizo
Prometo ser bueno:
Cartas completas
Arthur Rimbaud
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