Andar bajo la lluvia no es más que un
fastidio para usted. Si fuera un mosquito de 4 milímetros y 2 miligramos
de peso, en cambio, la simple posibilidad de chocar contra una gota de
su mismo tamaño, pero hasta 50 veces su peso, se le antojaría bastante
más arriesgado. Para que nos hagamos una idea, la fuerza de dicho
impacto sería como si una persona se encontrara, de golpe, bajo la rueda
de un autobús. Y, sin embargo, a los mosquitos les gustan las zonas
húmedas y lluviosas.
Un equipo del Instituto Tecnológico de
Georgia (Estados Unidos) ha estudiado el vuelo de mosquitos en un
contenedor de plástico en el que se propulsaban gotas de agua, a modo de
lluvia. El análisis de las grabaciones de alta velocidad reveló que las
gotas de agua resbalaban sobre el cuerpo impermeable de los mosquitos,
haciendo que se tambalearan en vez de aplastarlos. Incluso los impactos
directos en pleno vuelo eran bien tolerados por los insectos, que
recuperaban enseguida su trayectoria.
http://www.pnas.org/content/suppl/2012/05/28/1205446109.DCSupplemental/SM01.mp4
Los autores del trabajo, publicado recientemente en Proceedings of the National Academy of Sciences,
afirman que el escaso peso de los mosquitos permite que el choque sea
inelástico, con lo que solo una pequeña parte de la energía de la gota
es traspasada al insecto. Si el golpe es de refilón, menos aún. De todos
modos, el impacto directo con un cuerpo que se mueve a 9 metros por
segundo conlleva consecuencias: el pequeño díptero, al ser arrastrado,
sufre aceleraciones de hasta 300g en pocos milisegundos (1g es la
atracción de la gravedad terrestre, a nivel del mar), lo que convierte a
los mosquitos en los seres capaces de sobrevivir a mayores
aceleraciones del reino animal (algunos humanos han sobrevivido a
choques con aceleraciones de hasta 100g).
Aunque su robusto exoesqueleto sea
capaz de soportar tales impactos, volar cerca del suelo en plena
tormenta no parece muy buena idea. El repentino cambio de trayectoria
después de un impacto puede proyectar al mosquito contra el suelo,
aplastándolo o sumergiéndolo en un charco. Una muerte segura.
La industria aeronáutica está muy
interesada en aprender de los mosquitos, pues uno de los grandes retos
del siglo XXI es la producción de enjambres de micro vehículos
aerotransportados (MAV por sus siglas en inglés). Se trata de diminutos
robots voladores, destinados a tareas de vigilancia o búsqueda de
supervivientes en grandes catástrofes. El diseño de numerosos prototipos
está basado en los insectos y se enfrenta a los mismos retos durante el
vuelo. Comprender el modo en que la naturaleza los ha superado puede
acelerar la llegada de estos pequeños ayudantes mecánicos...Más información
Fuente: http://www.investigacionyciencia.es/Noticias01.asp
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