viernes, 22 de junio de 2012

Volando bajo la lluvia

Andar bajo la lluvia no es más que un fastidio para usted. Si fuera un mosquito de 4 milímetros y 2 miligramos de peso, en cambio, la simple posibilidad de chocar contra una gota de su mismo tamaño, pero hasta 50 veces su peso, se le antojaría bastante más arriesgado. Para que nos hagamos una idea, la fuerza de dicho impacto sería como si una persona se encontrara, de golpe, bajo la rueda de un autobús. Y, sin embargo, a los mosquitos les gustan las zonas húmedas y lluviosas.
Un equipo del Instituto Tecnológico de Georgia (Estados Unidos) ha estudiado el vuelo de mosquitos en un contenedor de plástico en el que se propulsaban gotas de agua, a modo de lluvia. El análisis de las grabaciones de alta velocidad reveló que las gotas de agua resbalaban sobre el cuerpo impermeable de los mosquitos, haciendo que se tambalearan en vez de aplastarlos. Incluso los impactos directos en pleno vuelo eran bien tolerados por los insectos, que recuperaban enseguida su trayectoria. 


 http://www.pnas.org/content/suppl/2012/05/28/1205446109.DCSupplemental/SM01.mp4

Los autores del trabajo, publicado recientemente en Proceedings of the National Academy of Sciences, afirman que el escaso peso de los mosquitos permite que el choque sea inelástico, con lo que solo una pequeña parte de la energía de la gota es traspasada al insecto. Si el golpe es de refilón, menos aún. De todos modos, el impacto directo con un cuerpo que se mueve a 9 metros por segundo conlleva consecuencias: el pequeño díptero, al ser arrastrado, sufre aceleraciones de hasta 300g en pocos milisegundos (1g es la atracción de la gravedad terrestre, a nivel del mar), lo que convierte a los mosquitos en los seres capaces de sobrevivir a mayores aceleraciones del reino animal (algunos humanos han sobrevivido a choques con aceleraciones de hasta 100g).
Aunque su robusto exoesqueleto sea capaz de soportar tales impactos, volar cerca del suelo en plena tormenta no parece muy buena idea. El repentino cambio de trayectoria después de un impacto puede proyectar al mosquito contra el suelo, aplastándolo o sumergiéndolo en un charco. Una muerte segura.
La industria aeronáutica está muy interesada en aprender de los mosquitos, pues uno de los grandes retos del siglo XXI es la producción de enjambres de micro vehículos aerotransportados (MAV por sus siglas en inglés). Se trata de diminutos robots voladores, destinados a tareas de vigilancia o búsqueda de supervivientes en grandes catástrofes. El diseño de numerosos prototipos está basado en los insectos y se enfrenta a los mismos retos durante el vuelo. Comprender el modo en que la naturaleza los ha superado puede acelerar la llegada de estos pequeños ayudantes mecánicos...Más información


Fuente: http://www.investigacionyciencia.es/Noticias01.asp

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