Grosz, para cualquiera de nosotros, es la imagen inmediata de la Alemania de Weimar, su comicidad entre apocalíptica y grosera, su estremecimiento de fatalidad. Durante menos de veinte años, entre el comienzo de la gangrena social de la primera guerra en Europa y el triunfo de Hitler, George Grosz fue el artista más moderno, la encarnación de los tiempos, el equivalente en las artes visuales de Kurt Weill en la música o Bertolt Brecht en la poesía. Era tan moderno que se cambió legalmente su nombre de pila alemán, Georg, para llamarse George, por devoción hacia la América trepidante y en gran medida imaginaria del jazz y las metrópolis con rascacielos, automóviles y trenes elevados, y también por lealtad sentimental a las novelas de aventuras americanas de su adolescencia, Jack London, Fenimore Cooper. Había pertenecido al Partido Comunista, pero Nueva York le atraía mucho más que Moscú, y cuando sintió cerca el hocico de los nazis que vendrían sin remedio a buscarlo eligió la emigración, con una agudeza ante el peligro en la que también había mucho de vergüenza ante la capitulación colectiva de su país: el entusiasmo embrutecido por Hitler, la rendición sin lucha de la clase trabajadora, la pasividad aturdida de socialistas y comunistas... Más información
Triunfo y fracaso de George Grosz
Antonio Muñoz Molina
Fuente:http://elpais.com/diario/2009/10/17/babelia/1255738337_850215.html
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/06/08/actualidad/1339167635_230362.html
http://es.wikipedia.org/wiki/George_Grosz
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