Fuente: http://yometiroalmonte.blogspot.com.es/2012/06/repita-conmigo-no-ha-sido-un-rescate-no.html
Hay que ir por partes. Efectivamente, a Marihuano no le falta razón
cuando dice eso de "si no hubiéramos hecho los deberes, nos habrían
intervenido". El hombre se refiere a la maravillosa reforma laboral, los
cientos de recortes en el Estado, las comunidades y los ayuntamientos,
las bajadas de salario, la reducción de días festivos espoleada por la
CEOE, el tomo XVI de los Presupuestos Generales y el resto de dolores
inducidos puntualmente cada viernes por la mañana.
Cuando se acepta un rescate de estas características, se hace a cambio
de un paquete de medidas que incluye ajustes, o la compraventa de los
servicios públicos a aquellos que prestan el dinero (agencias de
crédito, grandes bancos, etc.). Es por esto que tanto recorte previo al
rescate no gustaba al FMI, ni al BCE. Alguien se ha quedado con una
serie de competencias del Estado, adelantándose a su rapiña (véase la
sanidad, la educación, el agua y esas cosas que hemos estado padeciendo
estos cinco meses).
¿Acaso creíamos que a los señores de los
bancos centrales les había dado un ataque de comprensión con el
ciudadano? Se trata del pastel; prestar dinero es comprar su parte, y
las prisas por intervenir no venían tanto por las elecciones en Grecia
como por meter la mano antes de que los buitres nacionales no dejaran
otra cosa que las migajas.
Igual que el Opus es una iglesia dentro de la Iglesia, en Hispanistán
tenemos a unos grandísimos chorizos dentro del choriceo global. La
última medida de Aguirre, por ejemplo, consiste en subir más las
guarderías y los centros de día y crear 74 nuevas tasas, o lo que es lo
mismo: ya nos quedamos nosotros con la tarta, de momento, y más adelante
hablamos.
Otra cosa es la enésima perversión del lenguaje que se
pretende. Que se "abra una línea de crédito de hasta 100.000 millones"
es un rescate como la copa de un pino. Y claro que tiene condiciones, en
este caso previas. Suponemos que tanto dolor habrá sido del gusto del
FMI, pero no esperemos que se queden quietos. Ni los internacionales, ni
los nacionales. Veremos qué pasa con los bandidos de Bankia, los demás
bancos que callan como putas, las desaparecidas cajas y sus consejeros
multimillonarios.
Y cuánto tiempo le queda a una clase media que está a punto de la extinción.
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