sábado, 30 de junio de 2012

Viana do Castelo

 Viana do Castelo se sitúa en el estuario del Lima. Esta ciudad del siglo XIII ganó prestigio como centro de pesca al comienzo del siglo XV; más tarde aportó navíos y marineros para los Descubrimientos del siglo XVI. La riqueza derivada del comercio con Europa y el Brasil dio origen a mansiones opulentas, en los estilos manuelino, renacentista y barroco. Hoy, su principal atracción, son sus calles y plazas antiguas del centro de la ciudad.

(Plaza de la República)


( Arcos góticos do Paço do Concelho)








viernes, 29 de junio de 2012

La hijoputez bajo el microscopio

Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Marcelino-Cereijido-hijoputez_0_679132268.html



Así como a nadie se le ocurriría hablar sobre literatura inglesa sin mencionar a Shakespeare, Milton, Byron, Dickens, Wilde, Scott, Shelley o a Joyce, no se puede armar un mapa de la ciencia argentina sin ubicar en un país costero con cierta gravitación política a Marcelino Cereijido.

Es imposible. Aunque no tanto por la más que importante trayectoria de este médico y fisiólogo celular y molecular exiliado en México desde 1976, aquel hombre –“Pirincho” para los amigos– quien alguna vez pensó en ser ingeniero, abogado, dentista o geólogo y que comenzó a ametrallar la realidad con infinitos “¿por qué?” a los seis años, incitado por su tío Pascual. Es imposible, decíamos, excluirlo en esta aproximación cartográfica porque sin Cereijido –lector ferviente de Borges y discípulo del Premio Nobel Bernardo Houssay– no habría malestar, aquel ingrediente secreto que provoca que los interrogantes se multipliquen casi al infinito. Ni sociólogo ni historiador ni analista político, Cereijido es un cuestionador profesional, un francotirador que en vez de disparar balas y misiles arroja ideas que sacuden e incitan a la reflexión como sus afirmaciones ya clásicas: “Aunque haya una buena cantidad de científicos, en la Argentina no hay ciencia” o “Este país progresa cuando el oscurantismo se descuida”. Impulsado por la fuerza de la indignación, Cereijido cruza los puentes que unen y a la vez separan ciencia y sociedad para explorar toda clase de fenómenos. Ya lo hizo en su momento con las ventajas de la muerte y ahora lo hace con la maldad y sus orígenes. O como dice en su último ensayo, las razones biológicas y culturales que hacen que todos –sí, todos– seamos unos hijos de puta.

-En su carrera usted reflexionó sobre el analfabetismo científico, las vanidades y rivalidades en la ciencia y los cognicidios, es decir, la destrucción sistemática por parte de la Iglesia y charlatanes de nuestra capacidad de interpretar la realidad en que vivimos. ¿Por qué ahora estudia la hijoputez?-Porque es abundante, polimorfa y polisémica. Y pese a su universalidad, la hijoputez jamás se cuenta entre los grandes flagelos de la humanidad. Se gastan millones de dólares en investigar todo tipo de enfermedades y casi nada en explicar las raíces de la mayor causa de sufrimiento humano. Al lado de la hijoputez, el cáncer, la lepra, el mal de Alzheimer y las enfermedades cardíacas son juegos de niños. Me desespera que se den por sentado que se trata de un fenómeno consciente y racional modulado por la ética. Apabulla constatar que el Homo sapiens recurre a la maldad con naturalidad y frecuencia. Ser un hijo de puta, en pequeña o gran medida, es parte de la naturaleza humana. Cualquier persona se puede volver un hijo de puta por las circunstancias, por eso lo importante es estudiarlas. Aunque nos esforzamos por ocultarlo, somos una especie violenta. Me interesó explorar si la hijaputez es inherente a la vida de la misma forma en que lo es la muerte; si hay algo en nuestros genes que nos obliga a ser perversos, así como los genes determinan que seamos narigones, blancos, negros o que sintamos hambre o sed. Por ejemplo, el genocidio es un fenómeno puramente cultural, humano. No existe un solo organismo no humano que practique el exterminio sistemático de sus congéneres......Más información

martes, 26 de junio de 2012

Animus aequus optimum est aerumnae condimentum



Una voluntad ecuánime es el mejor condimento del desastre
                                      (Tito Macio Plauto)
                                   

viernes, 22 de junio de 2012

Volando bajo la lluvia

Andar bajo la lluvia no es más que un fastidio para usted. Si fuera un mosquito de 4 milímetros y 2 miligramos de peso, en cambio, la simple posibilidad de chocar contra una gota de su mismo tamaño, pero hasta 50 veces su peso, se le antojaría bastante más arriesgado. Para que nos hagamos una idea, la fuerza de dicho impacto sería como si una persona se encontrara, de golpe, bajo la rueda de un autobús. Y, sin embargo, a los mosquitos les gustan las zonas húmedas y lluviosas.
Un equipo del Instituto Tecnológico de Georgia (Estados Unidos) ha estudiado el vuelo de mosquitos en un contenedor de plástico en el que se propulsaban gotas de agua, a modo de lluvia. El análisis de las grabaciones de alta velocidad reveló que las gotas de agua resbalaban sobre el cuerpo impermeable de los mosquitos, haciendo que se tambalearan en vez de aplastarlos. Incluso los impactos directos en pleno vuelo eran bien tolerados por los insectos, que recuperaban enseguida su trayectoria. 


 http://www.pnas.org/content/suppl/2012/05/28/1205446109.DCSupplemental/SM01.mp4

Los autores del trabajo, publicado recientemente en Proceedings of the National Academy of Sciences, afirman que el escaso peso de los mosquitos permite que el choque sea inelástico, con lo que solo una pequeña parte de la energía de la gota es traspasada al insecto. Si el golpe es de refilón, menos aún. De todos modos, el impacto directo con un cuerpo que se mueve a 9 metros por segundo conlleva consecuencias: el pequeño díptero, al ser arrastrado, sufre aceleraciones de hasta 300g en pocos milisegundos (1g es la atracción de la gravedad terrestre, a nivel del mar), lo que convierte a los mosquitos en los seres capaces de sobrevivir a mayores aceleraciones del reino animal (algunos humanos han sobrevivido a choques con aceleraciones de hasta 100g).
Aunque su robusto exoesqueleto sea capaz de soportar tales impactos, volar cerca del suelo en plena tormenta no parece muy buena idea. El repentino cambio de trayectoria después de un impacto puede proyectar al mosquito contra el suelo, aplastándolo o sumergiéndolo en un charco. Una muerte segura.
La industria aeronáutica está muy interesada en aprender de los mosquitos, pues uno de los grandes retos del siglo XXI es la producción de enjambres de micro vehículos aerotransportados (MAV por sus siglas en inglés). Se trata de diminutos robots voladores, destinados a tareas de vigilancia o búsqueda de supervivientes en grandes catástrofes. El diseño de numerosos prototipos está basado en los insectos y se enfrenta a los mismos retos durante el vuelo. Comprender el modo en que la naturaleza los ha superado puede acelerar la llegada de estos pequeños ayudantes mecánicos...Más información


Fuente: http://www.investigacionyciencia.es/Noticias01.asp

lunes, 11 de junio de 2012

George Grosz







La celebridad y el olvido pueden ser simultáneos. La vida de alguien va por un lado y su obra por otro, y a veces la obra se acaba mucho antes que la vida o deja de recibir atención, y el que tuvo reconocimiento ahora continúa trabajando en el olvido, borrado no sólo por los que vinieron después sino por la perduración irritante de algo que él mismo hizo en otra época, y que ahora representa en exclusiva su nombre. Cuando George Grosz murió, en 1959, en Berlín, después de caer borracho por unas escaleras, muchos de los que leyeran la noticia se asombrarían de que hubiera seguido vivo hasta entonces. Su nombre, sus caricaturas de guerra y descomposición, estaban en los libros de historia del arte y en los museos, pero él llevaba muchos años viviendo en el olvido, pintando cuadros que nadie quería exponer ni comprar y dibujos que raramente llegaban a ser ilustraciones de revistas.

Grosz, para cualquiera de nosotros, es la imagen inmediata de la Alemania de Weimar, su comicidad entre apocalíptica y grosera, su estremecimiento de fatalidad. Durante menos de veinte años, entre el comienzo de la gangrena social de la primera guerra en Europa y el triunfo de Hitler, George Grosz fue el artista más moderno, la encarnación de los tiempos, el equivalente en las artes visuales de Kurt Weill en la música o Bertolt Brecht en la poesía. Era tan moderno que se cambió legalmente su nombre de pila alemán, Georg, para llamarse George, por devoción hacia la América trepidante y en gran medida imaginaria del jazz y las metrópolis con rascacielos, automóviles y trenes elevados, y también por lealtad sentimental a las novelas de aventuras americanas de su adolescencia, Jack London, Fenimore Cooper. Había pertenecido al Partido Comunista, pero Nueva York le atraía mucho más que Moscú, y cuando sintió cerca el hocico de los nazis que vendrían sin remedio a buscarlo eligió la emigración, con una agudeza ante el peligro en la que también había mucho de vergüenza ante la capitulación colectiva de su país: el entusiasmo embrutecido por Hitler, la rendición sin lucha de la clase trabajadora, la pasividad aturdida de socialistas y comunistas...  Más información

Triunfo y fracaso de George Grosz
Antonio Muñoz Molina

Fuente:http://elpais.com/diario/2009/10/17/babelia/1255738337_850215.html
           http://cultura.elpais.com/cultura/2012/06/08/actualidad/1339167635_230362.html
           http://es.wikipedia.org/wiki/George_Grosz

domingo, 10 de junio de 2012

Repita conmigo: "no ha sido un rescate, no ha sido una intervención"

Fuente: http://yometiroalmonte.blogspot.com.es/2012/06/repita-conmigo-no-ha-sido-un-rescate-no.html

Hay que ir por partes. Efectivamente, a Marihuano no le falta razón cuando dice eso de "si no hubiéramos hecho los deberes, nos habrían intervenido". El hombre se refiere a la maravillosa reforma laboral, los cientos de recortes en el Estado, las comunidades y los ayuntamientos, las bajadas de salario, la reducción de días festivos espoleada por la CEOE, el tomo XVI de los Presupuestos Generales y el resto de dolores inducidos puntualmente cada viernes por la mañana.

Cuando se acepta un rescate de estas características, se hace a cambio de un paquete de medidas que incluye ajustes, o la compraventa de los servicios públicos a aquellos que prestan el dinero (agencias de crédito, grandes bancos, etc.). Es por esto que tanto recorte previo al rescate no gustaba al FMI, ni al BCE. Alguien se ha quedado con una serie de competencias del Estado, adelantándose a su rapiña (véase la sanidad, la educación, el agua y esas cosas que hemos estado padeciendo estos cinco meses).

¿Acaso creíamos que a los señores de los bancos centrales les había dado un ataque de comprensión con el ciudadano? Se trata del pastel; prestar dinero es comprar su parte, y las prisas por intervenir no venían tanto por las elecciones en Grecia como por meter la mano antes de que los buitres nacionales no dejaran otra cosa que las migajas.

Igual que el Opus es una iglesia dentro de la Iglesia, en Hispanistán tenemos a unos grandísimos chorizos dentro del choriceo global. La última medida de Aguirre, por ejemplo, consiste en subir más las guarderías y los centros de día y crear 74 nuevas tasas, o lo que es lo mismo: ya nos quedamos nosotros con la tarta, de momento, y más adelante hablamos.

Otra cosa es la enésima perversión del lenguaje que se pretende. Que se "abra una línea de crédito de hasta 100.000 millones" es un rescate como la copa de un pino. Y claro que tiene condiciones, en este caso previas. Suponemos que tanto dolor habrá sido del gusto del FMI, pero no esperemos que se queden quietos. Ni los internacionales, ni los nacionales. Veremos qué pasa con los bandidos de Bankia, los demás bancos que callan como putas, las desaparecidas cajas y sus consejeros multimillonarios.

Y cuánto tiempo le queda a una clase media que está a punto de la extinción.

Erik Satie — Gnossiennes nº 1


sábado, 9 de junio de 2012

Zygmunt Bauman: "Hoy nuestra única certeza es la incertidumbre"

Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/filosofia/Zygmunt-Bauman-certeza-incertidumbre_0_626337554.html

Cuál es su descubrimiento más reciente?
Con un pie en la tumba intento hacer balance, y mi constatación es que acabaré donde empecé.

¿Buscando una sociedad perfecta?
Sí, hospitalaria para los seres humanos.

¿Qué ha aprendido en el trayecto?
He vivido bajo diferentes regímenes, ideologías, modas..., y lo que me resulta más sorprendente es que hay dos valores sin los cuales la vida humana sería impensable: la seguridad y la libertad.

Reconciliarlos es imposible, dice usted.
Cuanta más libertad tengamos menos seguridad, y cuanta más seguridad menos libertad. En la sociedad, la conquista de libertades nos lleva a una gran cantidad de riesgos e incertidumbres, y a desear la seguridad.

Y entonces nos sentimos ahogados.
Sí, conseguimos que no nos atraquen por la calle, que si caemos enfermos nos atiendan, pero nos volvemos dependientes, subordinados, y eso nos hace sufrir. Así que volvemos a evolucionar a una mayor libertad.

¿En qué punto estamos hoy?
Estamos asustados por la fragilidad y la vacilación de nuestra situación social, vivimos en la incertidumbre y en la desconfianza en nuestros políticos e instituciones. Estudiar una carrera ya no se corresponde con adquirir unas habilidades que serán apreciadas por la sociedad, no es un esfuerzo que se traduzca en frutos. Toda esta precariedad se expresa en problemas de identidad, como quién soy yo, qué pasará con mi futuro.

Y así llegamos a sus fluidos: sociedad líquida, amor líquido, miedo líquido...
Sí, la modernidad líquida, en la que todo es inestable: el trabajo, el amor, la política, la amistad; los vínculos humanos provisionales, y el único largo plazo es uno mismo.

Todo lo demás es corto plazo.
No se da el tiempo para que ninguna idea o pacto solidifique. Este enfoque ya forma parte de la filosofía de vida: hagamos lo que hagamos es de momento, por ahora.

Nada dura para siempre, ni siquiera el futuro.
Hoy nadie construye catedrales góticas, vivimos más bien en tiendas y moteles.

¿Y por qué lo considera un problema?
Objetos y personas son bienes de consumo, y como tales pierden su utilidad una vez usados. La vida líquida conlleva una autocrítica y autocensura constantes; se alimenta de la insatisfacción del yo consigo mismo.

Nos hemos quedado sin utopías.
La felicidad ha pasado de aspiración para todo el genero humano a deseo individual. Se trata de una búsqueda impulsada por la insatisfacción en la que el exceso de los bienes de consumo nunca será suficiente.

Y llegamos al consumidor consumido.
Hemos trasplantado unos patrones de comportamiento creados para servir a las relaciones entre cliente y producto, a otros órdenes del mundo. Tratamos al mundo como si fuera un contenedor lleno de juguetes con los que jugar a voluntad. Cuando nos aburrimos de ellos, los tiramos y sustituimos por algo nuevo, y así ocurre con los juguetes inanimados y con los animados.

Es decir, otros seres humanos.
Sí, hoy una pareja dura lo que dura la gratificación. Es lo mismo que cuando uno se compra un teléfono móvil: no juras fidelidad a ese producto, si llega una versión mejor al mercado, con más trastos, tiras lo viejo y te compras lo nuevo.

¿Qué efectos tiene en el ser humano?
Una actitud racional para con un objeto es una actitud muy cruel para con otros seres humanos. El consumismo es una catástrofe que afecta a la calidad de nuestras vidas y de nuestra convivencia. Creemos que para todos los problemas siempre hay una solución esperando en la tienda, que todos los problemas se pueden resolver comprando, y esto induce a error, nos debilita.

¿Por qué nos debilita?
Porque nos priva de nuestras habilidades sociales, en las que ya no creemos.

¿Cómo construirse a uno mismo, hallar la felicidad en este mundo líquido?
Hay dos factores que cooperan para modelar el camino de la vida humana, uno es el destino, algo que no podemos cambiar, pero el otro elemento es el carácter.

Ese sí lo podemos moldear.
El destino dibuja el conjunto de opciones que tienes disponible, siempre hay más de una opción. Luego el carácter es el que te hace escoger entre esas opciones. Así que hay un elemento de determinación y otro de libertad.

¿Hay que resistirse para ser libre?
Viviendo en una sociedad de consumidores, resistirse a ser un consumidor es una opción posible pero muy difícil. Por lo tanto, la probabilidad de que la mayoría de las personas decida resistirse al consumismo es una probabilidad muy lejana, aunque todas las mayorías empezaron siendo minorías.

¿Alguna solución individual?
Uno no sólo puede, sino que debe vivir su propia vida y el modelo de vida que le encaje, consciente de las consecuencias y costes que acarrea. Y el problema de mejorar la sociedad, y esta es la respuesta a todas las preguntas futuras que me pueda hacer usted.

¿...?
Se resume en hacer que la sociedad sea más benevolente, menos hostil, más hospitalaria a las opciones más humanas. Una buena sociedad sería la que hace que las decisiones correctas sean las más fáciles de tomar.

viernes, 8 de junio de 2012

Félix de Azúa sobre Guy Debord y la sociedad del espectáculo .......


La expresión «sociedad del espectáculo» fue puesta en circulación en 1967 por Guy Debord, jefe de la Internacional Situacionista (un grupúsculo de extrema izquierda revolucionaria que actuó en Francia e Italia hasta finales de los años setenta) y es la hipótesis artística más radical (o quizá la más funeraria) del fin de siglo. Debord se suicidó el primer día de diciembre de 1994, y me ha parecido que sus ocurrencias debían figurar en este diccionario, ya que es uno de los filósofos del acabamiento de la modernidad con más probabilidades de seguir siendo leído en los próximos diez años, sobre todo porque escribiendo era clasicista y su modelo era Boileau. Sus tesis, de otra parte, ya no pueden variar demasiado.
En su primer y famosísimo ensayo de 1967, titulado La sociedad del espectáculo describía Guy Debord a las naciones postindustriales como obras de arte totales en su nivel más bajo, es decir, como obras de entretenimiento y diversión de la calidad más baja y degenerada. El «espectáculo» que exhiben es,
el reino autocrático de la economía de mercado, una vez ha accedido al estatuto de soberanía irresponsable, junto con las nuevas técnicas de gobierno que acompañan a su reinado. [1]
La «irresponsabilidad» se refiere, claro está, a que no hay ya mecanismos capaces de exigir responsabilidad ninguna a los dominadores del mercado, los cuales, por otra parte, no lo controlan en absoluto, sino que tan sólo se enriquecen (o arruinan) tratando de adivinar sus variaciones. En su estadio último, este totalitarismo de mercado carece de negaciones (ni internas ni externas, pues el islam no puede considerarse una negación), por lo que procede a exponerse a sí misino sin limitación y espectacularmente, sin que nada se interponga entre lo que presenta como verdadero y la verdad verdadera. Todo lo que la sociedad del espectáculo presenta es verdadero, bueno y necesario por el mero hecho de haberlo presentado.
Aquellos que censuran, critican o pretenden reformar seriamente lo que se presenta son eliminados de los medios de formación de masas (los media); pero si insisten, son eliminados físicamente. La eliminación física, sin embargo, no es casi nunca necesaria en los países avanzados, aunque es de uso habitual en lugares como México o Rusia, y queda como momento arcaico de la sociedad del espectáculo.
[...]
Con sus taras seculares, España ha alcanzado ya el espectáculo integral, del que da una versión un poco casposa pero de moderado éxito.
Cuando se produce el espectáculo integral, lo verdadero desaparece y lo falso que aparece aparece como lo único verdadero por ausencia de todo lo demás. Un circuito cerrado y obsesivo de informaciones ocultadoras, falsas o deformadoras convierte a lo falso en lo único verdadero, sin posibilidad de comprobación. La historia se desintegra en presentes puros que no dejan huella. Naturalmente, el pasado es también ahistórico, como se ha podido comprobar con la desaparición de la guerra civil española en España, convertida actualmente en una infinidad de espectáculos contradictorios, como se puede comprobar en los libros de texto de las diferentes regiones autonómicas.
En tales circunstancias, todo cuanto se exhibe es arte y todo el arte que se exhibe es verdadero. La sociedad ha alcanzado su momento de máxima artisticidad, aunque todo lo que produce seguramente es falso, pero nunca podremos comprobarlo. La comprobación o reprobación sólo podrían venir del personal mediático, pero estos empleados son sumamente prudentes:
La avalancha de idioteces que se lanzan espectacularmente sólo podría ser criticada por los mediáticos mediante respetuosas rectificaciones o protestas, pero no suele suceder así, ya que, además de su extrema ignorancia, por solidaridad de oficio y de alma con la autoridad general del espectáculo (y la sociedad que en él se expresa), los mediáticos se sienten en la obligación, para ellos extremadamente placentera, de no apartarse ni un milímetro de una autoridad cuya majestad ha de mantenerse siempre a salvo.[2]
Así que en estas sociedades avanzadas cuyo modelo administrativo mejora al de la Mafia, el arte ha alcanzado su máxima racionalidad: el valor artístico lo fija la venta y punto. Ni la crítica, ni el periodismo, ni la universidad harán otra cosa que repetir lo sancionado por el mercado, pero no por ello ha terminado la tarea de los artistas:
Desde que el arte ha muerto, sabemos que es sumamente fácil disfrazar de artistas a los policías. [...] Arthur Cravan veía venir ese mundo (cuando escribía en Maintenant: «Pronto ya no veremos por la calle más que artistas y será un trabajo ímprobo encontrar un hombre».[3]
De manera que los artistas hacen de policías: dicen quién es artista y quién no lo es, o denuncian a los ciudadanos que detestan las obras de arte que ellos producen, o producen obras de arte que nos orientan moral y pedagógicamente. Recuerdo al lector que muchos artistas son ahora galeristas, críticos de diario, presentadores de televisión, o simplemente burócratas de la administración del espectáculo. Todos ellos están obligados a mantener el orden en y del arte.
La falsificación generalizada lo convierte todo en arte. Si lo que se vende como «automóvil de lujo» es un fraude que dura tres años y lo que se vende como «filete de ternera» es veneno hormonal, resulta a todas luces lógico suponer que lo que se vende como «arte actual» o incluso como «arte de vanguardia» no deba ser otra cosa que la falsificación del arte convertida en verdad por ausencia de crítica y de criterio.


jueves, 7 de junio de 2012

Sixeart

Fuente: http://rollingstone.es/specials/view/el-grafitero-espanol-que-reina-en-el-mundo-del-arte

Cuando en 2008 la Tate Modern de Londres invitó a una serie de grafiteros a exponer su obra y a “intervenir” en la exposición Street Art, algo pegó un giro en el mercado del arte contemporáneo. Ese algo tenía un precedente en los años ochenta, cuando Keith Haring o Jean-Michel Basquiat se convirtieron en los primeros artistas urbanos en vender sus piezas a precio de subasta. En aquella muestra a orillas del Támesis expuso sólo un grafitero español, Sixeart, un artista urbano de Badalona que con 36 años ha conseguido que el aerosol cotice al alza en el arte mundial....Más información








http://www.sixeart.net/sixeart/canvases.html

viernes, 1 de junio de 2012

SI PUDIERA DECÍRTELO

No dirá nada el tiempo, pero yo te lo dije,
El tiempo sólo sabe el precio que tenemos que pagar;
Si puediera decírtelo, te lo haría saber.

Si debiéramos llorar cuando los payasos ofrecen su
         espectáculo,
Si debiéramos tropezar cuando los músicos tocan,
No dirá nada el tiempo, pero yo te lo dije.

No hay buenaventuras que echar, sin embargo,
Porque te quiero más de lo que pueda decir,
Si pudiera decírtelo, te lo haría saber.

Los vientos deben venir de alguna parte cuando soplan,
Debe de haber razones por las que las hojas se marchitan;
No dirá nada el tiempo, pero yo te lo dije.

Quizá las rosas quieren crecer realmente,
La visión intenta, en serio, permanecer;
Si puediera decírtelo, te lo haría saber.

Supón que todos los leones se levantan y se van,
Y que todos los arroyos y soldados huyen;
¿No dirá nada el tiempo, pero yo te lo dije?
Si pudiera decírtelo, te lo haría saber.

_W.H Auden
1940