jueves, 1 de septiembre de 2022

Busquen una pradera

"Un trébol y una abeja bastan para crear un prado:
un trébol, una abeja 
y fantasía.
La fantasía basta por sí sola,
cuando hay pocas abejas".
 
 Emily Dickinson

Tengo que hacer una confesión. Podría argumentar que la biodiversidad es impresindible para nuestra supervivencia, que necesitamos a las abejas para que polinicen nuestros cultivos y todo lo demás y que, por tanto, deberíamos reservar determinadas zonas para la conservación. Pero es que creo que, lisa y llanamente, no hay un lugar más hermoso para pasar un día de verano que una pradera. Si nunca lo han hecho, busquen una pradera de flores silvestres -aunque quedan pocas, es probable que encuentren alguna no desmasiado lejos-, vayan sin compañía y siéntense entre la hierba para empaparse de su ambiente. Presten atención a los sonidos: el zumbido de los abejorros, el canto de los grillos, los gritos de las musarañas que combaten escondidas entre los tallos y los melodiosos trinos de las alondras perfiladas contra el fondo del cielo. Deléitense con el perfume de las flores y la fragancia que desprenden la albahaca, el tomillo y el galio al pisarlos. Fíjense en el tumulto de colores: malvas, amarillos, púrpuras y rosas. Es lo más parecido al paríso que la mayoría de nosotros probablemente lleguemos a conocer. ¿Qué más razones necesitamos para crear y cuidar estos espacios?

Una historia con aguijón
Dave Goulson  

No hay comentarios:

Publicar un comentario