miércoles, 3 de noviembre de 2021

El despertar

 
 
    El mundo en su totalidad está sumido en una crisis del agua. Alrededor de dieciocho países, donde vive la mitad de la población mundial, están secando sus acuíferos.En la provincia de Hebei, en el centro de la parte septentrional del cinturón del cereal chino, el nivel medio del agua en el acuífero profundo está descendiendo casi tres metros al año. Los niveles de las aguas suberráneas están cayendo tan rápido en las tierras bajas de la India rural que en algunas localidades tienen que llevar el agua potable en camiones cisterna.En Oriente Medio es cada vez más obvio que el odio y la inestabilidad no se deben tanto a las diferencias religiosas y los recuerdos de justicia histórica como a que están sobrepoblados y padecen una carencia enorme de tierras arables y de agua.
   Los más de siete mil millones de habitantes de la Tierra son un conjunto de hambrientos consumidores de todas las bondades insuficientes del planeta. Se espera que a finales de siglo sean diez mil millones uno arriba o uno abajo, y estarán más hambrientos a menos que la agrobiología y la alta tecnología cambien el curso de los acontecimientos.  [...] A menos que no se orqueste una nueva Revolución Verde, el consumo humano pondrá en riesgo la mayor parte de la biodiversidad terrestre.
   La conclusión fundamental es siempre la misma: al destruir la mayor parte de la biosfera mediante métodos arcaicos cortoplacistas, estamos abocados a un desastre auoinfligido. Durante eones, la diversidad de las especies ha creado ecosistemas que proporcionan el máximo nivel de estabilidad. Los cambios climáticos y las catástrofes incontrolables provocadas por terremotos, erupciones volcánicas y caídas de asteroides han hecho que la naturaleza pierda el equilibrio, pero el daño se ha reparado en periodos geológicos relativamente cortos debido a la gran variedad y capacidad de adaptación de las formas de vida de la Tierra.
   Durante el Antropoceno, el escudo de biodiversidad se ha hecho añicos y los trozos se han tirado a la basura. En su lugar se ha introducido la promesa de que todo puede solucionarse mediante el ingenio humano. Algunos tienen esperanzas en que asumamos el control, observemos los sensores y apretemos los botones adecuados para que la tierra avance en el sentido deseado. En respuesta, todos los demás deberíamos preguntarnos: ¿es posible que una especie inteligente maneje el planeta como si fuera una nave espacial? Sin duda seríamos estúpidos aceptando un riesgo tan grande y peligroso. No hay nada que nuestros líderes científicos y políticos puedan hacer para sustituir el inimaginable conjunto de nichos y las interacciones de los millones de especies que los ocupan. Si lo intentamos, como parece que estamos dispuestos a hacer, y aunque obtengamos algún éxito parcial, recordemos que no podremos dar marcha atrás. Los resultados serán irreversibles. Sólo tenemos un planeta y podemos permitirnos un único experimento. ¿Por qué crear una amenaza mundial y correr un riesgo innecesario si existe una opción segura?

Edward O. Wilson

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