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El día 18 de junio de 2010, en su hogar de la localidad de Tías
(Lanzarote) y acompañado de su compañera Pilar del Río, falleció José
Saramago, a la edad de 87 años. Se cumplen once años desde que cerrase
sus ojos al mundo el genial autor portugués, voz entrañable y escritor
universal.
Pero nos dejó sus palabras escritas, sus libros y el ejemplo de un hombre bueno que vivió como él quería. Se fue un hombre de los que nunca sobran en el mundo, sino todo lo contrario, hacen falta muchos como él. Saramago, como dice Galeano, "seguirá siendo un voz entrañable y extrañable"por necesario, por justo, porque su voz nos convocó a ser más y mejores. Nos conovocó a volar más alto y a sentir más hondo
José de Sousa Saramago murió dejando tras de sí un legado literario donde cuestionó tanto los sistemas políticos y religiosos como la dominación en la que vivía la sociedad del siglo XX.
Saramago fue autor de novelas que se han vuelto elementales en las librerías recomendadas: Ensayo sobre la ceguera, El evangelio según Jesucristo, Las intermitencias de la muerte, Caín, El viaje del elefante y Ensayo sobre la lucidez, en los cuales pone puntos sobre las íes sobre distintos problemas de la sociedad a través de la ficción o la recuperación e interpretación de pasajes de historia religiosa.
Conquistó el Nobel de liteartura en 1988. La Academia Sueca destacó su capacidad para «volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía»
"Alzado del suelo" es considerada la primera gran novela del escritor portugués en la que cuenta la historia de un pueblo que se ve inmiscuido en la Revolución de los Claveles, movimiento armado en el que participó el novelista y que significó la caída de la dictadura de António Oliveira de Salazar, restaurando la democracia en el país y las independencias de las últimas colonias portuguesas.
"Creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven", es una de las frases fundamentales de Ensayo sobre la ceguera, quizá la obra más conocida de Saramago, un título que une a personas con intereses y ocupaciones tan distintas que, tras sufrir una "epidemia" de ceguera, se dan cuenta de sus semejanzas pero también desnudan todos sus errores y faltas contra las demás personas, incluyendo sus familias.
"Recordando a José Saramago, 10 años que marchó físicamente, pero sigue vivo y presente en nuestras vidas" y "Un escritor que abre puertas a nuevas percepciones a través de la ficción" son algunas de los comentarios con que lectores de Saramago recuerdan al escritor que estuvo ligado a causas solidarias y que en México incluso mostró su apoyo a los zapatistas en Chiapas y con las víctimas de Acteal.
Por otro lado, "Nuestra única defensa contra la muerte es el amor", "Existen dos superpotencias en el mundo, una es Estados Unidos, otra, eres tú", "La alternativa al neoliberalismo se llama conciencia" son algunas de las frases con las que se recuerda la intelectualidad, solidaridad y obra del ganador del Nobel, considerada por críticos de todo el mundo como una de las más importantes de la literatura contemporánea.
El último amor de Saramago
Los relojes en la casa de José Saramago están detenidos a las 4 de la tarde, hora en la que el escritor se citó por primera vez con su esposa Pilar: “Eso no significa que el tiempo se haya quedado ahí, sino que es como si el reloj marcara la hora en la que el mundo empezó”.
El escritor portugués decía que todo lo bueno en su vida vino a ocurrirle tarde, refiriéndose a su faceta formal de escritor y, por supuesto, al amor. Saramago conoció a novelista, periodista y traductora española María del Pilar a la edad de 63 años, un 14 de junio de 1986, cuando la intrépida periodista se atrevió a citar al escritor, así, sin mayor intención que conocerlo. Meses después Pilar recibió una carta de Saramago pidiéndole volverse a ver, y a partir de ese momento el escritor y la periodista se unieron para construir su propia historia.
Desde ese entonces, Pilar se volvió su compañera de vida, su mano derecha, gracias a sus traducciones todos los que hablamos español tuvimos la oportunidad de deleitarnos con la obra del excelso escritor. Pilar tradujo todas las novelas de Saramago, a partir de Ensayo sobre la ceguera. Siempre se complementaron.
La novela El Evangelio según Jesucristo (1991) lo catapultó a la fama a causa de una polémica sin precedentes en Portugal —que se considera una república laica—, cuando el gobierno vetó su presentación al Premio Literario Europeo de ese año, alegando que «ofende a los católicos».
Como acto de protesta, Saramago abandonó Portugal y se instaló junto a su esposa en la isla canaria de Lanzarote. En 1995 publicó una de su icónica Ensayo sobre la ceguera. En 1997 publica su novela Todos los nombres, que gozó también de gran reconocimiento.
En 1998 ganó el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose en el primer escritor —y hasta ahora el único— de lengua portuguesa en ganar este premio. Desde entonces compartió su residencia entre Lisboa y la isla canaria, participando en la vida social y cultural de ambos países cuyas estrechas relaciones justificó en una entrevista para proponer su idea utópica de creación de una Iberia unida.
Ateo declarado, colaboró ocasionalmente en prensa, aportando su punto de vista, siempre agudo y comprometido. En definición suya, "Dios es el silencio del universo, y el ser humano, el grito que da sentido a ese silencio". Una de sus últimas obras fue Las intermitencias de la muerte, cuenta de un país cuyo nombre no será mencionado y se produce algo nunca visto desde el principio del mundo: la muerte decide suspender su trabajo letal, la gente deja de morir.
De ahí en adelante, se relatarán situaciones inimaginables o no, ya que nadie muere pero siguen envejeciendo. La frase que cierra su última novela, Caín, es «La historia ha acabado, no habrá más que contar».
Tanto su casa, como la biblioteca privada, se encuentran abiertas al público todo el año en el pueblo de Tías. Por los pasillos, es fácil toparse con Pilar del Río, quien aún frecuenta la vivienda y preside la Fundación José Saramago. Allí, entre otras cosas, está la colección de relojes que el escritor portugués detuvo a las cuatro, como símbolo de amor hacia ella, pues se conocieron a esa hora.
Porque diez años no es nada y es todo. Porque hay voces que nacieron para la eternidad.
A diez años de la muerte de José Saramago, os dejamoss una colección de sus citas y frases más trascendentes. Que las disfrutéis.
El viaje no termina jamás. Sólo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración... El objetivo de un viaje es sólo el inicio de otro viaje.
La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva.
Las tres enfermedades del hombre actual son la incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo personal.
Soy un comunista hormonal.
Ahora no hay duda de que la búsqueda incondicional del triunfo personal implica la soledad profunda. Esa soledad del agua que no se mueve.
Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos.
No creo en dios y no me hace ninguna falta. Por lo menos estoy a salvo de ser intolerante. Los ateos somos las personas más tolerantes del mundo. Un creyente fácilmente pasa a la intolerancia. En ningún momento de la historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen unos a los otros. Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar. No creo en dios, no lo necesito y además soy buena persona.
No he sentido jamás la necesidad de un triunfo, la necesidad de tener una carrera, la necesidad de ser reconocido, la necesidad de ser aplaudido, no lo he sentido jamás en mi vida. No he hecho en cada momento nada más que lo que tenía que hacer y las consecuencias han sido éstas, podrían haber sido otras.
Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio. Que es bueno para mi salud. Pero nunca he escuchado a nadie que le diga a un deportista; tienes que leer.
Para qué sirve el arrepentimiento, si eso no borra nada de lo que ha pasado. El mejor arrepentimiento es sencillamente cambiar.
He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro.
Sólo si nos detenemos a pensar en las pequeñas cosas llegaremos a comprender las grandes.
El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir.
Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir.
Entraré en la nada y me disolveré en ella.
Es
hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos
gobiernan, y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que
nos merecemos lo que tenemos.
Cuanto más te disfraces más te parecerás a ti mismo
El caos es un orden sin descifrar.
La mejor manera de defender los secretos propios es respetando los ajenos
El éxito a toda costa nos hace peor que alimañas.
Si las conociéramos, las cosas del cielo tendrían otros nombres.
Yo no escribo para agradar ni tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar.
Yo no escribo por amor, sino por desasosiego; escribo porque no me gusta el mundo donde estoy viviendo
Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia.
Nuestra única defensa contra la muerte es el amor.
Vivimos observando sombras que se mueven y creemos que eso es la realidad.
El alma humana es una caja de donde siempre puede saltar un payaso haciéndonos mofas y sacándonos la lengua, pero hay ocasiones en que ese mismo payaso se limita a mirarnos por encima del borde de la caja, y si ve que, por accidente, estamos procediendo según lo que es justo y honesto, asiente aprobadoramente con la cabeza y desaparece pensando que todavía no somos un caso perdido.
Hay personajes de novela que están más vivos que algunos que andan por allí.
El poder real es económico, entonces no tiene sentido hablar de democracia.
A lo mejor estoy en un momento de la vida en que me creo tontamente saber algo de la vida.
Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran.
Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada.
La mejor manera de defender los secretos propios es respetando los ajenos.
Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay.
Dios quiso lo que hizo e hizo lo que quiso.
La alegría y el dolor no son como el aceite y el agua, sino que coexisten
Me gustaría escribir un libro feliz; yo tengo todos los elementos para ser un hombre feliz; pero sencillamente no puedo. Sin embargo hay una cosa que sí me hace feliz, y es decir lo que pienso.
La vejez empieza cuando se pierde la curiosidad.
Hay quien se pasa la vida entera leyendo sin conseguir nunca ir más allá de la lectura, se quedan pegados a la página, no entienden que las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río, si están allí es para que podamos llegar a la otra margen, la otra margen es lo que importa.
Actualmente los laboratorios invierten más en mejorar y producir viagra y en desarrollar mejores prótesis mamarias que en medicamentos para el Alzheimer. Esto provocará -en el curso de unos años- que más gente de la tercera edad tendrá mejores erecciones y senos más prominentes, pero no recordarán para que los tienen.
El día en que sea posible construir sobre el amor no ha llegado todavía...
Quien va a morir está ya muerto y no lo sabe.
Espero morir como he vivido, respetándome a mí mismo como condición para respetar a los demás y sin perder la idea de que el mundo debe ser otro y no esta cosa infame.
De esa manera estamos hechos, mitad indiferencia mitad ruindad.
En verdad aún está por nacer el primer humano desprovisto de esa segunda piel que llamamos egoísmo.
Creo que nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven.
Escribo para comprender, y desearía que el lector hiciera lo mismo, es decir, que leyera para comprender. ¿Comprender qué? No para comprender en la línea que yo estoy tratando de hacerlo; él tiene sus propios motivos y razones para comprender algo, pero ese algo lo determina él”.
En cierto sentido se podría decir que, letra a letra, palabra a palabra, página a página, libro a libro, he venido, sucesivamente, implantando en el hombre que fui los personajes que creé. Considero que sin ellos no sería la persona que soy hoy, sin ellos tal vez mi vida no hubiese logrado ser más que un esbozo impreciso, una promesa como tantas otras que de promesa no consiguieron pasar, la existencia de alguien que tal vez pudiese haber sido y no llegó a ser.
La importancia que puede tener usar una palabra en vez de otra, aquí, más allá, un verbo más certero, un adjetivo menos visible, parece nada y finalmente lo es todo.
La idea de yo no puedo hacer nada, es la excusa, es la coartada para no hacer nada.
Llevamos siglos preguntándonos los unos a los otros para qué sirve la literatura y el hecho de que no exista respuesta no desanimará a los futuros preguntadores. No hay respuesta posible. O las hay infinitas: la literatura sirve para entrar en una librería y sentarse en casa, por ejemplo. O para ayudar a pensar. O para nada. ¿Por qué ese sentido utilitario de las cosas? Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada. Un tenedor tiene una función. La literatura no tiene una función. Aunque pueda consolar a una persona. Aunque te pueda hacer reír. Para empeorar la literatura basta con que se deje de respetar el idioma. Por ahí se empieza y por ahí se acaba.
Cuanto más viejo, más libre, y cuanto más libre más radical
Si la literatura pudiera cambiar el mundo, ya lo habría hecho.
Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte”. (Última entrada en el blog de José Saramago, bajo el título “Pensar, pensar”).
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