El psicólogo y sexólogo José Luis García lleva muchos años analizando y difundiendo las consecuencias de que la educación sexual de nuestros hijos pase por la pornografía. Nos advierte de que, nos guste o no, más pronto que tarde nuestros hijos e hijas van a ver porno y hay que estar preparados. ¿Niños de seis u ocho años viendo porno? Aquí no somos precisamente mojigatos, nos gusta el sexo, claro, pero nos preocupan los impactos en la salud que pueda tener una mala educación sexual.
-¿A qué edad vienen introduciéndose en el porno los niños hoy? ¿Cómo suele producirse el primer contacto con ese ámbito?
Dos recientes estudios en España nos indican que algunos niños comienzan a los 6 y otros a los 8 años. La compra del móvil es determinante y el regalo de la primera comunión también. La industria del porno busca a los menores y estos se toparán más temprano que tarde con él. A los 12 hay un grupo muy numeroso y a los 16 la gran mayoría.
Observamos un progresivo descenso de la edad de acceso: cada vez es más precoz.
A los 18 hay muy pocos chicos que nunca lo han visionado. Una queja de los investigadores es que no encuentran chicos que nunca hayan visto porno, para comparar sus efectos en dos grupos experimentales. Es evidente que esto va a más…
El consumo de pornografía, con dosis de violencia hacia las mujeres y chicas aniñadas, está completamente normalizado en nuestra sociedad.
-El porno en sí mismo ¿es malo?
Desde muy antiguo el ser humano ha buscado estímulos sexuales para mantener y alimentar su deseo sexual. Lo hace ahora y lo seguirá haciendo. Los estímulos han ido paralelos a la evolución tecnológica y/o artística. La aparición de la fotografía, del cine y luego internet han sido una revolución en el porno.
La estrategia de darlo gratis por parte de la industria ha sido un éxito y determinante para la generalización del consumo. Está completamente normalizado en nuestra sociedad. Seguramente habrá pocos hombres que nunca han visto porno. Jóvenes de 18 años, tal vez, ninguno. Los actores y actrices porno se presentan como héroes sociales y personas exitosas.
Yo distingo entre películas sexuales eróticas y películas sexuales pornoviolentas. Y he estudiado sobre todo los efectos en menores. Un consumo razonable, según edad, de películas eróticas no parece tener efectos negativos. Salvando las distancias del tratamiento del hombre y de la mujer, como todas las conductas adictivas (alcohol, tabaco,) el consumo, el tipo de porno, la edad… y otras variables pueden ser determinantes del daño que puede producir.
Con la diferencia que el alcohol, el tabaco y las drogas tienes que salir de casa, comprarlo y metértelo en el cuerpo, el porno lo tienes en tu móvil, gratis los 365 días del año. Además, lo más importante es que el placer sexual, que acompaña a la masturbación asociada al consumo de porno, es uno de los refuerzos psicológicos más poderosos que inunda el cerebro de dopamina.
-Tú aludes al «porno violento»; ¿puedes explicarnos en concreto a qué te refieres? ¿Está muy extendido? ¿Por qué tiene «éxito»?
Para nosotros la sexualidad es una dimensión amorosa, saludable, divertida, tierna y placentera que tiene todo el sentido cuando se da en un entorno de deseo y acuerdo mutuo, afecto, respeto, libertad y corresponsabilidad en el placer del otro/a. En el momento en que alguien no respeta la libertad de la otra persona, le impone sus deseos y la instrumentaliza, ya ha traspasado la línea roja.
Eso es inaceptable desde la ética. Sexualidad y violencia son incompatibles. Todas las películas que crucen esa línea creo que no deben estar a disposición de los menores.
-¿Por qué hay agresividad en las relaciones sexuales?
La sociedad es violenta porque se fomenta la violencia, de muchas y variadas maneras. Las películas reflejan esa realidad, pero la amplifican y refuerzan por intereses puramente económicos.
En nuestra sociedad neoliberal el sexo es una fuente importante de negocios varios. También porque hay muchas desigualdades, intereses de toda índole…
En Estados Unidos hay matanzas y asesinos en mayor medida que en otros sitios porque hay una cultura de tolerancia hacia las armas, leyes.
Aprendemos a ser violentos. Eso se traslada a la sexualidad: el poderoso impone sus reglas con el fin de satisfacer sus impulsos sexuales a costa de los más vulnerables; la mujer y los menores son un claro ejemplo.
El porno refleja y amplifica este modelo. Además, como hay muchos consumidores y adictos la industria les ofrece sin control productos cada vez más violentos. Una loca carrera que no tienen ningún sentido. Hay películas que son intolerables desde cualquier punto de vista por su odio, vejación y degradación de las mujeres y de las chicas aniñadas.
-¿Existe relación entre la violencia del porno y la violencia contra las mujeres?
Claro. Es un reflejo más de las relaciones de poder existentes en la sociedad. El poderoso, el varón, impone su ley: el clásico guión de un vídeo porno es que la chica está a disposición del varón para darle placer. Igual que en la prostitución.
Es cierto que la industria está cambiando y ofrece vídeos donde la mujer tiene un mayor protagonismo. Sin embargo, casi siempre está para darle placer al hombre. El drama de muchas niñas es extraordinario: no disfrutan, soportan el dolor y están a disposición del chico para darle gusto y no perderlo.
Las agresiones sexuales a mujeres, conducta deleznable como pocas, es un fenómeno que se debe a diferentes causas, pues bien, el consumo de porno violento es una de ellas, a mi juicio significativa. Este tema es abordado en mi trabajo educativo Tus hijos ven porno con varios apartados, porque me preocupa sobremanera.
-¿Cuáles son los peligros del porno para la infancia? ¿Cuáles son los principales efectos en su salud?
En un momento evolutivo de desarrollo cerebral y personal, construir un significado y un sentido de su sexualidad en base a un modelo pornográfico, más aún si es violento, me parece lamentable y entraña riesgos para su futuro y su salud.
Un ejemplo: la noticia de hace unas semanas en los que 34 menores fueron detenidos por intercambiar pornografía de violaciones de bebes de meses y de niñas de dos años. Repito, bebés y niñas de dos años. Algo terrible que nunca antes había pasado. Los informes de la Fiscalía española de 2019 y 2020 indican un aumento del 40% de los delitos sexuales cometidos por menores entre menores. Esto es solo un síntoma de lo que yo llamo generación de niños y niñas pornográficos y que tienen unas características muy concretas.
-¿Qué podemos hacer los padres? Supongo que ofrecer la educación sexual que no dan en los colegios, pero me gustaría que me lo explicases brevemente.
Reconocer lo que pasa y no delegar bajo ningún concepto la responsabilidad de educar a nuestros hijos en las películas pornográficas o en internet.
Es demasiado arriesgado. Hay que competir con el porno.
Tenemos que decidir si dejamos que el porno sea el principal educador sexual de nuestros menores o la familia y la escuela, sumando esfuerzos, le hacen la competencia.
Mi trabajo está encaminado a ayudar a padres, madres y profesionales a llevar a cabo esta tarea de manera exitosa, con un programa específico concreto relativo a contenidos, ejercicios, vídeos, libros, cuentos…
-Al hilo de lo anterior ¿no debería crearse en los colegios una asignatura de educación sexual que comenzase a impartirse a la edad en la que los niños empiezan a tener contacto con la pornografía?
Debería. Estamos muy lejos de una situación razonablemente satisfactoria. Veo un futuro lleno de nubarrones. Hay una desidia de las familias y de los responsables educativos y sanitarios incomprensible.
Lamentablemente no tenemos una cultura de la prevención y al final nos pilla el toro. Lo que ha ocurrido con la Covid-19 es un ejemplo bien claro. Padres, madres y profesionales deben formarse en este tema. Sí o sí. Sus hijos e hijas se merecen un futuro afectivo y sexual saludable.
A los padres y madres con los que yo trabajo les digo que más temprano que tarde sus hijos (no los de sus vecinos, no, sus hijos) verán porno, les guste o no, estén de acuerdo o no. Van a ver porno. ¿Qué tipo de porno? El que tienen dosis de violencia y es agresivo. El que abunda más en Internet.
Los padres tienen que decidir si dejan que la educación afectiva y sexual de sus hijos la hagan las películas porno violentas o por el contrario ellos mismo. No hay otro camino. Ese, y no otro, es el dilema que está en el hogar en este momento.
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