martes, 9 de febrero de 2021

El Monte Testaccio

 

Las ánforas no podían reutilizarse porque el aceite se filtraba en el material de la vasija y se volvía rancio

   Una pequeña colina en la margen del río Tíber en Roma, es conocida hoy con el nombre de monte Testaccio ("monte de las Ánforas Rotas"), y evoca mejor que cualquier otra cosa la escala del comercio de alimentos básicos que mantenía con vida al millón de personas que vivían en la ciudad, y la red de servicios de transporte, envío, almacenamiento y venta al por menor requeridos para mantenerlo operativo. A pesar de su aspecto, no es en absoluto una colina natural, sino los restos de un vertedero de basura hecho por el hombre, fragmentos rotos de 53 millones de recipientes de aceite de oliva, ánforas de cerámica con una capacidad de unos 60 litros cada una. Casi todos habían sido importados desde el sur de Hispania a lo largo de cien años aproximadamente, desde mediados del siglo II d.C. hasta mediados del siglo III d. C., y fueron desechados de inmediato después de decantar el aceite. Era parte de un enorme comercio de exportación que transformó la economía de aquella zona de Hispania en un monocultivo agrícola que entregaba a la ciudad de Roma parte de lo que esta necesitaba para sobrevivir. Según un cálculo aproximado, aquel requisito básico ascendía a 20 millones de litros de aceite de oliva por año, empleados para iluminar, limpiar además de cocinar...

SPQR
UNA HISTORIA DE LA ANTIGUA ROMA
Mary Beard

El Monte Testaccio es una de las colinas, y vertedero de basura, más sorprendentes del mundo.


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