viernes, 9 de marzo de 2012

Crónica de pueblo

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Desde que en el pueblo sólo quedan once alumnos y cuatro maestros, que en su conjunto integran la llamada escuela primaria, el maestro de educación física enseña también agronomía. Desde entonces, en las clases de agronomía se practica el salto de longitud sobre una poza de arena siempre húmeda y lo que se conoce como el juego de las naciones, en verano con pelotas auténticas y en invierno con bolas de nieve. En este juego los alumnos se agrupan por países. El que recibe un pelotazo debe retirarse tras la línea de tiro, y, como está muerto, ha de seguir mirando hasta que todos los demás jugadores de su país hayan sido liquidados, o, como se dice en el pueblo, hayan caído por la patria. El maestro de educación física suele tener problemas a la hora de agrupar a los alumnos. Por eso, al terminar cada clase se anota a qué país ha pertenecido cada alumno. El que en la clase anterior pudo ser alemán, deberá ser ruso en la clase siguiente, y el que en la clase anterior fue ruso, podrá ser alemán en la siguiente. A veces el maestro no consigue convencer a un número suficiente de alumnos de que sean rusos. Cuando ya no sabe qué hacer, les dice: sois todos alemanes y basta. Y como en este caso los alumnos no entienen por qué habrían de combatir, son agrupados en sajones y suabos.
  En verano, los alumnos también tienen tinta roja, y tras caer abatidos a tiros, se pintan manchas coloradas en la piel y en la camisa.
  El maestro de educación física, es decir, el director de la escuela, que además enseña música y alemán, también se hizo cargo hace unos días de las clases de historia, pues aquel juego es igualmente idóneo para la clase de historia.
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En tierras bajas
Herta Müller

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