En el documento interno elaborado por la empresa de alimentos más grande
del mundo no se incluyen la leche de fórmula para bebés, los alimentos
para mascotas, el café ni la división de ciencias de la salud
Fotografía Nestlé
L.I
La empresa de alimentos más grande del mundo, Nestlé, ha reconocido en un documento interno que más del 60 por ciento de sus productos de alimentos y bebidas no cumplen con una "definición reconocida de salud" y
que algunas de sus categorías y productos "nunca lo serán". Así lo
reconocería una presentación que circuló a principios de año entre los
altos ejecutivos de la compañía y a la que ha tenido acceso el 'Financial Times'.
En
el documento en cuestión se reconoce que solo el 37 por ciento de los
alimentos y bebidas de Nestlé en términos de ingresos logran una
calificación superior a 3,5 según la calificación de estrellas de salud
de Australia. Este sistema califica los alimentos con cinco
estrellas y es utilizado en investigaciones por grupos internacionales
como la Access to Nutrition Foundation. Nestlé describe el umbral de 3,5 estrellas como una "definición reconocida de salud".
En ese 60% de alimentos que no alcanzan el umbral mínimo de lo que se considerarían como alimentos saludables no se incluyen ni la leche de fórmula para bebés ni los alimentos para mascotas. Tampoco el café y la división de ciencias de la salud, que elabora alimentos para personas con afecciones médicas específicas.
De
acuerdo con la información publicada por 'FT', alrededor del 70 por
ciento de los productos alimenticios de Nestlé no alcanzaron ese umbral,
según la presentación, junto con el 96 por ciento de las bebidas,
excluyendo el café puro, y el 99 por ciento de la cartera de productos
de confitería y helados de Nestlé. El agua y los productos lácteos
obtuvieron mejores resultados: el 82% de las aguas y el 60% de los
lácteos alcanzaron el umbral.
84.416 millones de euros en ingresos afectados
“Hemos
realizado mejoras significativas en nuestros productos. . . [pero]
nuestro portafolio aún tiene un desempeño inferior en comparación con
las definiciones externas de salud en un panorama donde la presión
regulatoria y las demandas de los consumidores se están disparando ”,
asegura la presentación a la que ha tenido acceso el diario financiero
británico. Todos estos productos representan aproximadamente la mitad de los ingresos anuales de Nestlé, que ascienden en total a 92.600 millones de francos suizos (alrededor de 84.416,65 millones de euros).
La
noticia se ha hecho pública cuando los fabricantes de alimentos se
enfrentan a un impulso global para combatir la obesidad y promover una
alimentación más saludable. Nestlé ocupó el puesto más alto entre los
grandes fabricantes de alimentos y bebidas del mundo en un índice de
2018 que mide los esfuerzos para fomentar mejores dietas y que elabora
la Access to Nutrition Foundation, aunque la fundación advirtió que "todas las empresas deben hacer mucho más".
Nestlé
dijo: “En los últimos años, hemos lanzado miles de productos para niños
y familias que cumplen con criterios de nutrición externos. También
hemos distribuido miles de millones de dosis de micronutrientes a través
de nuestros asequibles y nutritivos productos ". Añadió: “Creemos que
una dieta saludable significa encontrar un equilibrio entre el bienestar
y el disfrute. Esto incluye tener algo de espacio para comidas
indulgentes, consumidas con moderación. “Nuestra dirección no ha
cambiado y es clara: continuaremos haciendo que nuestra cartera sea más
sabrosa y saludable”.
La bióloga neoyorkina
Nancy Hopkins se ha destacado tanto por su investigación del pez cebra
para el estudio del cáncer, como por su activismo de género. Ya
jubilada, dice que nunca dejará de investigar y ha creado con otras
colegas un grupo para ayudar a las mujeres a emprender en biotecnología.
Nancy Hopkins (Nueva York, 1943) comenta en el documental Picture a Scientist que acabó convirtiéndose en una “activista de género
radical” en contra de sus deseos. Cuando entró en el Instituto de
Tecnología de Massachusetts (MIT) hace casi 50 años, no creía que el
hecho de ser mujer fuera a tener unimpacto negativo en su carrera.
Sin
embargo, esta catedrática emérita de biología molecular y miembro de la
Academia Nacional de Ciencias de EE UU, enseguida comenzó a ver cómo
sus colegas masculinos recibían mejor trato y tenían más oportunidades. Entonces tomó conciencia de que la infravaloración estaba condicionando su carrera y la de otras mujeres investigadoras.
Aun
así, siempre se ha considerado una apasionada de su trabajo. Se casó en
segundas nupcias a los 64 años. “Me divorcié de mi primer marido cuando
tenía 30 años y no tenía intención de volver a casarme, me veía a mí
misma como una ‘monja’ de la ciencia”, comentó con sorna a The New York times en una bonita pieza que este diario dedicó a su boda.
Usted es catedrática emérita de biología en el MIT. ¿Cuál es el foco de su trabajo? ¿Continúa investigando?
Nuestra
investigación se enfoca en el uso del pez cebra en el laboratorio para
estudiar los genes esenciales para el desarrollo temprano, la longevidad
y la predisposición al cáncer. Hemos logrado desarrollar herramientas
para la investigación del pez cebra e idear un método eficaz de
mutagénesis de inserción a gran escala. Con esta tecnología,
identificamos y clonamos el 25 % de los genes esenciales para que un
huevo de pez cebra fecundado se convierta en una larva nadadora. Estos
genes incluían genes conocidos y nuevos que predisponen a los peces al
cáncer.
Ya no dirijo el laboratorio porque me he jubilado, aunque
creo que los científicos en realidad nunca nos retiramos del todo.
Además, sigo trabajando en cuestiones de igualdad de género que afectan a
las mujeres en el ámbito científico.
Entró a trabajar en
el MIT en 1973. Al principio le costó creer que su género pudiera tener
una influencia negativa en su carrera. ¿Era esta institución un entorno
hostil para las mujeres?
El MIT ha cambiado mucho, pero,
mirando hacia atrás, veo claramente que no era la institución la que
era hostil hacia la mujer, sino la sociedad en general que aún no estaba
preparada para aceptarnos como científicas de alto nivel. Mi generación
de mujeres fue la primera que pudo conseguir trabajo en las grandes
universidades de investigación. En aquel momento, no sabíamos que el
hecho de que nos abrieran las puertas no era todo lo que se necesitaba
para crear un entorno inclusivo.
En el documentalPicture a Scientistusted
relata varios episodios de discriminación flagrante en su institución,
pero cuenta que al principio aguantó y no hizo nada.
Sí,
al principio, cuando empecé a sentir esa discriminación por ser mujer,
estaba tan sorprendida que no sabía qué hacer. Los posdoctorales me
veían más como una técnica que como un miembro de la facultad y por eso
me hacían esperar, por ejemplo, para usar mi propio equipo. En aquella
época, las mujeres teníamos que ser amables porque si no te tildaban de
desagradable y difícil, y te evitaban. Cuando empecé a publicar
artículos científicos en revistas, me di cuenta de que también tenía
problemas para conseguir el crédito por mis descubrimientos. Pero seguí
trabajando y me ascendieron a profesora asociada. Luego, tras conseguir
la titularidad, empecé a tener ya problemas muy significativos y decidí
actuar. Ya fui plenamente consciente de que me infravaloraban por el
simple hecho de ser mujer y que esto estaba condicionando mi carrera y
la de otras mujeres investigadoras. Lo peor es darse cuenta, es algo
difícil de aceptar.
¿Cuál fue la gota que colmó el vaso?
Creo
que fue alrededor de 1990. Iba establecer mi investigación con peces
cebra y necesitaba conseguir 200 pies cuadrados [18 metros cuadrados] de
espacio en mi laboratorio para instalar las peceras. Así que fui a
administración y les dije que era profesora de investigación senior y
que tenía menos espacio que algunos investigadores junior. El hombre me
dijo: “Eso no es cierto”. Así que cogí una cinta métrica, recorrí el
edificio cuando estaba vacío, medí los laboratorios y anoté y coloreé
los espacios que tenía cada persona para saber cuánto espacio tenían.
Hice también una tabla con todas las sumas, así que me llevó bastante
tiempo.
Pensé que así podría demostrar con datos que tenía menos
sitio que los investigadores varones. Pero cuando obtuve las mediciones y
se las enseñé a la persona encargada de distribuir el espacio, se negó a
mirarlas. Y fue entonces cuando me convertí en una ‘activista radical’,
supongo que en contra de mis deseos, como cuento en el documental.
Y desde entonces ha estado involucrada en la defensa del avance de las mujeres en la ciencia.
Sí,
durante los noventa un grupo de mujeres del MIT empezamos a organizar
debates y establecer comités para analizar y combatir la desigualdad. Yo
presidí el primer comité entre el 1995 y 1997. En 1999, escribimos un informe,
que publicamos en el boletín del MIT. No imaginamos la repercusión que
iba a tener. Aún pensábamos que nuestro problema era el de unas pocas
mujeres de élite en instituciones punteras que querían hacer ciencia de
muy alto nivel. Por supuesto, resultó ser un problema universal. Aquello
causó una gran conmoción comenzaron a pedirnos declaraciones a los
medios de comunicación y muchas mujeres nos escribieron desde todo el
mundo con problemas similares, lo cual ha seguido sucediendo hasta el
presente.
En 2018 usted y otras colegas del MIT crearon el Boston Biotech Working Group. ¿En qué consiste y cuál es el objetivo?
El
grupo lo creamos tres mujeres del MIT, yo misma, Susan Hockfield,
expresidenta del MIT e investigadora de neurociencia, y Sangeeta Bhatia,
investigadora de ingeniería biomédica, que además ha cofundado y forma
parte del consejo asesor de varias firmas de biotecnología. Entre los 39
miembros del grupo, están los principales grupos de capital riesgo,
ejecutivos de la escena biotecnológica de Boston, investigadores del
MIT, responsables políticos y administradores académicos.
Estamos
trabajando para aumentar el número de mujeres que formen parte de los
consejos de administración de las empresas de biotecnología y abrir más
vías para que las investigadoras funden sus propias compañías.
Este grupo ha publicado un estudio que demuestra con datos la poca representación de las investigadoras del MIT en el sector de la biotecnología.
Nuestro
estudio indica que entre 2000 y 2018, las investigadoras del MIT solo
participaron en el 9 % de los eventos del MIT relacionados con
biotecnología y otras industrias y que si las mujeres emprendedoras
hubieran fundado empresas al mismo ritmo que los hombres, habrían
lanzado 40 empresas más fuera del MIT en el mismo periodo de tiempo. Así
que había que hacer algo para que las cosas comenzaran a cambiar.
Volviendo al documental Picture a Scientist.
Algo que me dejo impactada es el comportamiento de Francis Crick con
usted cuando era una joven investigadora en prácticas en el laboratorio
de James Watson [Watson y Crick ganaron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por la estructura del ADN en 1962].
Si,
bueno, lo que ocurrió fue que Francis Crick vino de visita al
laboratorio para dar una charla. Yo tenía 19 años y estaba emocionada
porque creía que tanto Watson como él eran genios. Estaba sentada en el
pequeño laboratorio en el que trabajaba, entró Crick, me tocó los pechos
y a continuación me preguntó como si nada: “¿En qué estás trabajando?”.
Me quedé tan estupefacta y avergonzada que no supe qué decir o hacer.
En
ese momento, solo me preocupaba que Jim Watson lo viera y que pudiera
afectar a mi relación de estudiante-mentor con él —no lo vio, por
cierto—. Yo admiraba mucho a Watson y me habría mortificado si lo
hubiera visto. Tampoco quería avergonzar a Crick. Quería estar segura de
poder interactuar con él científica y socialmente más adelante, sin que
quedara ningún residuo de vergüenza. Así que hice como si no hubiera
pasado nada.
Además, ¿a quién se lo iba a decir y qué iba a
decir?, era una época diferente. El término ‘acoso sexual’ no existía.
Ni siquiera yo sabía lo que era.
Un comportamiento así hoy sería inadmisible. Algo se ha mejorado, ¿no?
¡Sí!
Ahora es muy diferente. Las mujeres pueden hacer cualquier cosa. Aunque
sigue siendo más difícil para nosotras debido a las mayores
responsabilidades familiares y a algunos prejuicios de género que aún
existen, pero todo es mucho mejor ahora.
Mi generación —tal y como
describíamos en nuestro informe de 1999— descubrió cómo el sesgo
inconsciente da lugar a la exclusión, la marginación y la
infravaloración de las científicas, y cómo esto conduce a desigualdades
en la distribución de los recursos y la compensación para las mujeres.
En aquel momento, pedimos al MIT que solucionara estos problemas
mediante un seguimiento y una medición constantes, y que luego se
ajustara para garantizar la equidad.
¿Cree que las nuevas generaciones de científicas son más exigentes?
¡Claro!
Hoy las jóvenes investigadoras piden mucho más. Esperan que la
institución ofrezca una cultura inclusiva. No quieren tener que pedir
que se les trate de forma equitativa, ni hacer el duro trabajo de
señalar constantemente las desigualdades. Quieren cambiar la propia
cultura, recompensando a las personas que son grandes científicas y que
además saben cómo crear entornos de trabajo inclusivos.
Sin
embargo, una de las cosas importantes que hay todavía que cambiar es la
equiparación de las responsabilidades familiares entre las mujeres y los
hombres que trabajan. También en este caso se trata de una cuestión
social amplia y profunda en la que todavía se necesitan muchos cambios.
¿Qué consejo le daría a una joven que quiera dedicarse a la investigación?
¡Hazlo!
¡No lo dudes! Ser científica ha sido el mayor privilegio de mi vida. Es
la profesión más apasionante que conozco. Cualquiera que consiga ser
científica es una persona afortunada.
Dolours Price, fotografiada por la revista italiana L`Europeo@ Phil Montgomery
Jean McConville tenía treinta y ocho años cuando desapareció, y se había pasado casi media vida embarazada o recuperándose de un parto. Dio a luz catorce hijos y perdió a cuatro de ellos; así pues, le quedaron diez, de edades comprendidas entre los veinte años de Anne, la mayor, y los seis años de los mellizos Billy y Jim. Traer al mundo diez hijos, y no digamos ya criarlos, puede parecer una verdadera hazaña, pero hablamos de Belfast en el año 1972, donde eran habituales las familias ultranumerosas y desorganizadas, así que Jean McConville no aspiraba a conseguir ningún premio. Y ninguno le dieron.
Todo lo contrario, pues la vida le planteó otra dura prueba cuando su marido, Arthur, falleció tras una larga y penosa enfermedad. De repente, se quedó sola, viuda, con una exigua pensión, sin un empleo remunerado y un montón de hijos a su cuidado. Desmoralizada por la magnitud de su desventura, Jean hizo cuanto estuvo de su mano para mantener una cierta estabilidad emocional. No salía apenas de casa, echaba mano de los hijos mayores para controlar a los más pequeños, y mientras tanto buscaba conservar el equilibrio -como quien ha sufrido un acceso de vértigo- a base de encender un pitillo con la colilla del anterior. Plantó cara a su desdicha y se esforzó por hacer planes para el futuro. Pero la verdadera tragedia del clan McConville no había hecho sino empezar.
La familia acababa de dejar el piso donde Arthur pasara sus últimos día y se había mudado a otro ligeramente más amplio en Divis Flats, un complejo de viviendas de protección oficial, húmedas y feas, ubicado en West Belfast. Aquel diciembre fue muy frío, y a media tarde la ciudad quedaba sumida en tinieblas. El hornillo para cocinar, en el piso nuevo, no estaba conectado todavía, así que Jean mandó a su hija Helen, que tenía entonces quince años, a por una bolsa de fish and chips. Mientras el resto de la familia esperaba a Helen, Jean llenó la bañera de agua caliente. Cuando se tienen hijos pequeños, a veces el único lugar donde uno puede gozar de cierta intimidad es el cuarto de baño y con el pestillo echado.Jean era una mujer menuda y pálida de rasgos delicados y cabellos oscuros, que solía peinar hacia atrás. Se metió en la bañera y allí se quedó un buen rato. Después, cuando acababa de salir del agua, la piel toda colorada, alguien llamó a la puerta de la vivienda. Eran aproximadamente la siete, y los niños supusieron que sería Helen que regresaba con la cena.
Pero al abrir la puerta, varias personas irrumpieron en el interior. Fue todo tan brusco que ninguno de los McConville pudo decir con exactitud cuántos eran; tal vez ocho, o quizá diez o incluso doce. Una banda de hombres y mujeres. Unos llevaban la cara tapada con pasamontañas, otros con medias de nailon que daban a sus facciones un toque siniestro. Y al menos uno de ellos empuñaba un arma de fuego.
Jean salió del baño vistiéndose sobre la marcha, los niños asustados a su alrededor, y uno de los intrusos dijo de mala manera: "Ponte el abrigo". Jean temblaba sin poder controlarse cuando intentaron sacarla del piso. "Pero ¿qué pasa?", preguntó, aterrorizada. Fue entonces cuando los niños reaccionaron. Michael, que tenía once años, intentó agarrar a su madre. Billy y Jim, entre gemidos, quisieron abrazarla. Los de la banda les dijeron que se calmaran, que la traerían de vuelta; solo querían hablar un rato con ella; serían un par de horas nada más.
Archie, que con dieciséis años era el mayor de los que estaban en casa, preguntó si podía acompañar a su madre a dondequiera que fuesen, y los de la banda accedieron. Jean McConville se puso un abrigo de tweed y un pañuelo de cabeza mientras los más pequeños eran conducidos a una de las habitaciones. Los intrusos procuraron calmarlos con escuetas garantías; al dirigirse a ellos los llamaban por su nombre de pila. Dos no iban enmascarados y Michael McConville se dio cuenta, con horror, de que las personas que se llevaban a su madre no eran gente desconocida: eran vecinos suyos.
Army Patrol, de Clive Limpkin. Tomada en 1971 en Irlanda del Norte.
Divis Flats era una pesadlla sacada de un dibujo de Escher, una madriguera de escaleras, pasadizos y pisos atestados de gente. Los ascensores estaban siempre averiados. La pequeña melé sacó a Jean de su piso, la condujo hacia un pasillo y escaleras abajo. Normalmente, siempre había alguien rondando de noche por allí, incluso en invierno: chavales jugando a la pelota o gente que volvía del trabajo. Sin embargo, Archie se fijó en que todo parecía misteriosamente desierto, casi como si hubieran hecho despejar toda la zona. No había nadie a quien avisar, y ningún vecino que pudiera dar la alarma.
Iban andando muy juntos, madre e hijo, ella aferrada a Archie, pero al llegar al pie de la escalera había otro grupo de gente, esperándolos. Varios de ellos armados. Con el motor al ralentí, una furgoneta Volkswagen esperaba en la calle. De repente, uno de los hombres giró en redondo. Por un momento, el brillo mate del arma que empuñaba se destacó en la oscuridad. El hombre apoyó la punta del cañón en la mejilla de Archie y dijo entre dientes: "Lárgate". Archie se quedó tieso, notando el tacto frío del metal en la piel. Quería proteger a su madre fuera como fuese, pero ¿qué podía hacer? Era solo un muchacho, no iba armado, y ellos eran muchos. De mala gana, giró en redondo y volvió escaleras arriba.
En la segunda planta, una de las paredes no era toda de hormigón sino que tenía una serie de listones verticales que los niños McConville llamaban "casilleros". Atisbando entre los resquicios, Archie pudo ver cómo metían a su madre en la fugoneta y cómo el vehículo se alejaba de Divis Flats hasta perderse de vista. Más tarde comprendió que la banda no había tenido la mernor intención de permitir que acompañara a su madre, que solo le habían utilizado para sacar a Jean del piso. Archie se quedó allí de pie, en el espantoso silencio invernal, tratando de asimilar lo ocurrido. Un rato después, volvió a casa. Las últimas palabras que su madre lehabía dicho eran "Vigila a los niños hasta que yo vuelva"...
Jean McConville, con Robert, Helen, Archie, y su marido Arthur
Si todos podemos ser judíos, también todos podemos ser nazis. Porque el
verdadero mal, como revela ‘El mercader de Venecia’, es ese de no
reconocer en el otro, mientras nos creemos buenos, un hermano carnal
Conocemos el argumento de El mercader de Venecia, drama
escrito por Shakespeare entre 1596 y 1598. Antonio, un rico y honesto
comerciante, para atender las necesidades de su amigo Bassanio, se
resigna a pedir un préstamo a Shylock, un usurero judío cuya única hija,
Jessica, mantiene amores clandestinos con un cristiano. Shylock, que
odia a Antonio por razones que enseguida se dirán, accede a prestarle
dinero con una condición extravagante, cuyo refinado sadismo, en
realidad, tranquiliza al deudor: la de que, en caso de no poder saldar
su deuda en el plazo establecido, Antonio le entregue una libra de su
propia carne, extraída de la zona “más próxima al corazón”. Esta
cláusula parece a todos una broma truculenta, imposible de aplicar en la
práctica, pero llegado el momento, tras la ruina económica del
prestatario, Shylock exige su cumplimiento y la república de Venecia,
muy celosa de sus leyes, de las que depende su credibilidad comercial,
no tiene más remedio que dar la razón al judío. Solo la intervención de
una mujer enamorada, disfrazada de leguleyo, invierte la situación, en
estricta legalidad, en el último momento.
En 1596 no había judíos en Inglaterra: habían sido
expulsados en 1290 y sólo volverían cuarenta años después de la muerte
de Shakespeare, en 1657, gracias a un edicto de Cromwell. El dramaturgo
inglés, como tantas veces, toma la historia de una fuente anterior, en
este caso Il pecorone, atribuida a un tal Giovanni Fiorentino, una popular colección de novelle, en la estela del Decamerón, difundida por primera vez en Italia en 1378 e impresa y traducida al inglés en 1558. En la “jornada cuarta” Il pecorone
relata, con otros nombres y algunas variaciones narrativas, tanto la
historia de amor entre Bassanio y Porcia como la de la “deuda de carne”
entre Antonio y Shylock, al que la versión medieval italiana –detalle
digno de reseñar– no da ese nombre. No le da, de hecho, ningún nombre.
Comparece una y otra vez bajo el apelativo de “el Judío”, así en
mayúsculas, arquetipo, pues, y no personaje, cifra abstracta de todos
los tópicos negativos asociados a “los verdugos de Cristo”.
En Shakespeare el judío tiene nombre, porque solo los nombres
catalizan energía dramática, pero Shylock reúne todos los vicios de la
caricatura antisemita tradicional, a los que suma otro terrible: el odio
sectario. Shylock es avaro, mezquino, interesado, insensible: incluso
prefiere perder a su hija antes que sus ahorros de logrero. Antonio, por
contra, presenta todas las virtudes: es rico por sus propios méritos, a
fuerza de correr riesgos y sin parasitar a nadie; es dadivoso y leal
con sus amigos; y también un buen cristiano, pues a veces presta dinero a
los más pobres sin cobrar intereses. Shakespeare no nos dice –y su
público no lo sabe– que no hubiese podido cobrarlos sin violar la ley.
Los judíos ricos, como sabemos, eran ricos porque no se les dejaba ser
otra cosa. El Derecho Canónico prohibía a los cristianos el préstamo con
interés (con el hermoso argumento de que “no se puede extraer beneficio
del tiempo, que pertenece a Dios”), pero se lo permitía a los judíos,
funcionalmente situados, en este caso, al margen de su jurisdicción.
Entre Guillermo el Conquistador, con el que entran en Inglaterra las
primeras comunidades hebreas, y Eduardo I, que los expulsa del reino,
los judíos son utilizados por los reyes a fin de succionar riqueza
cristiana sin menoscabar su prestigio: los usureros, que “chupan la
sangre” de los nobles y burgueses y se ganan así el odio de las clases
populares, son gravados con impuestos abusivos, de manera que la riqueza
de sus víctimas acaba, por esta vía interpuesta, en la hacienda real.
Esto fue así, con ligeras variantes, en toda Europa, como lo refleja la
propia trama italiana de El mercader de Venecia.
En todo caso, ¿por qué se muestra tan implacable Shylock? ¿Por qué no se arredra ni ante los requerimientos del Dux? El mercader de Venecia
es, como todas las obras de Shakespeare, una tragedia de matriz e
intención popular. El autor inglés pone en juego “tipos” reconocibles
por el público plebeyo y que, por su filiación misma, despiertan la
simpatía o antipatía inmediata de los espectadores. La Inglaterra de
finales del XVI, que no tenía más judíos que los pocos clandestinos
llegados de España y Portugal, era normal y espontáneamente antisemita.
El judío era “universal” en Europa; señalaba, mucho más que el pobre o
el turco, al “otro” por excelencia. Shakespeare, en consecuencia,
también compartía el imaginario de su época, aunque su maestría
literaria convierte a Shylock en un personaje tan ambiguamente trágico
que un lector de hoy puede encontrar en él recursos para protegerse del
antisemitismo y denunciarlo. Pensemos, por ejemplo, en los motivos por
los que el usurero shakespeariano se muestra tan implacable frente a las
súplicas y exige con sombría tozudez la libra de carne del cuerpo de
Antonio a la que le da derecho su contrato. El espectador de la época
aceptaba sin duda que esa obstinación sañuda formaba parte de la
“naturaleza” judía; el lector avisado de hoy interpreta que ese era el
mensaje que Shakespeare, convencido o pragmático, transmitía. Pero si se
lee con atención, y se profundiza en los matices del personaje,
enseguida nos damos cuenta de que la terquedad de Shylock no se nutre –o
no solamente– del odio que le inspira la bondad hipócrita de los
cristianos –que enfatiza por contraste su maldad– sino del recuerdo de
las repetidas vejaciones y humillaciones que le ha infligido el buen
mercader veneciano. En la escena III del primer acto, cuando Antonio va a
pedirle el dinero para su amigo Bassanio, Shylock le recuerda todas las
veces que le ha maltratado, de palabra y de obra, en la cámara de
comercio de Rialto: “Me habéis llamado descreído, perro malhechor, me
habéis escupido sobre mi gabardina de judío y me habéis echado a
puntapiés” y abunda enseguida con evidente rencor: “Arrogante señor,
habéis escupido sobre mí el miércoles último, me habéis arrojado con el
pie tal día; en otra ocasión me llamasteis dogo”.
Antonio no se inmuta; ni siquiera improvisa unas hipócritas disculpas
en una situación de dependencia en la que está solicitando un favor. Al
contrario. Reconoce con naturalidad sus violencias y hasta se
vanagloria de su actitud: “Me dan ganas de llamarte otra vez lo mismo,
de escupirte de nuevo y darte también de puntapiés”, responde. No hay
vergüenza ni remordimiento. Se puede ser bueno, honesto, abnegado amigo,
virtuoso esposo e insultar, escupir y dar patadas a un judío. Se le
puede pedir dinero sin dejar de despreciarlo o despreciándolo aún más
por ello. Ese desprecio es, de hecho, una virtud que se añade a todas
las demás. Maltratar a la vaca que te da leche, a la oveja que te da
lana, al burro que tira del arado, sería estupidez y hasta cobarde
baldón; despreciar al judío que te saca del apuro con su dinero sucio
neutraliza cualquier amenaza de equivalencia y asegura la superioridad
moral del pedigüeño.
Porque la cuestión es ésta: el terror cristiano a la equivalencia.
Para comprender lo que quiero decir hay que acudir al pasaje más célebre
y más citado de El mercader de Venecia, ése que, cada vez que
es interpretado por un buen actor, nos traslada de un salto del siglo
XVI al XX. Cuando en la escena I del primer acto, Salarino, amigo de
Antonio y Bassanio, pide cuentas a Shylock por esa cláusula indecente
(“entre su carne y la tuya”, le dice al judío con rotundo y apacible
racismo, “hay más diferencia que entre el ébano y el márfil o entre el
vino tinto y el vino del Rhin”), el usurero enumera de nuevo los
agravios recibidos, se pregunta a su vez qué le ha hecho merecedor de
ese trato y añade tembloroso de ira y de dolor: “Soy un judío. ¿Es que
un judío no tiene ojos? ¿Es que un judío no tiene manos, órganos,
proporciones, sentidos, afectos, pasiones? ¿Es que no está nutrido de
los mismos alimentos, herido por las mismas armas, sujeto a las mismas
enfermedades, curado por los mismos medios, calentado y enfriado por el
mismo verano y el mismo invierno que un cristiano? Si nos pincháis, ¿no
sangramos? Si nos cosquilleáis, ¿no nos reímos? Si nos envenenáis, ¿no
nos morimos?”. A un mal poeta, ablandado ya el lector, se le habría
impuesto enseguida el colofón ideológico: ¿acaso no somos humanos? Va de
suyo en lo ya dicho. En cambio, Shakespeare dobla de nuevo el vuelo
hacia el lado más sombrío del personaje. La reclamación de “humanidad”
de Shylock –de equivalencia– incluye también las pasiones negativas. Así
que, cuando parece estar solicitando reconocimiento y piedad,
interrumpe el tono quejumbroso y añade una pregunta disruptiva: “Y si
nos ultrajáis, ¿no nos vengaremos?”.
Porque ahora Shylock voltea el humanismo en acusación. Si somos
iguales, viene a decir, ¿no tendré que seguir vuestro ejemplo? Si
vosotros nos maltratáis cuando os sentís ultrajados por un judío, ¿qué
tendré que hacer yo? ¿No tendré que responder a los ultrajes, como
hacéis vosotros, con la venganza? “La villanía que me enseñáis, la
pondré en práctica”, le dice a Salarino con amargura. Toda esta
complejidad autoconsciente late, como vemos, bajo la caricatura del
antisemitismo más plano. Shylock se sabe malo, pero también sabe por qué
lo es: no porque sea judío sino porque no le tratan como a un ser
humano. El usurero denuncia, pues, la violencia y la indiferencia de los
cristianos, frente a la cual reivindica su derecho a la respuesta: su
derecho, digamos, a ser igual también en maldad.
Es importante recordar esta lección –dejemos caer– cuando los buenos
desprecian, humillan y matan a los más vulnerables y les reprochan luego
su insumisión. No nos gusta Shylock porque nos gustaría que las
víctimas demostraran su superioridad moral respecto de los verdugos; nos
gustaría que quebraran precisamente esa equivalencia que reproduce la
hidra de la violencia y da siempre ventaja propagandística a los más
fuertes. En todo caso, antes de ese paso ulterior –que Shakespeare da,
si se quiere, por razones caracteriológicas, llevado de la profundidad
dramática que distingue El mercader de Venecia de El judío de malta
de Marlowe–, antes de ese paso ulterior, digo, Shylock ha enunciado el
principio de la igualdad entre los seres humanos y se ha planteado la
cuestión decisiva: la de por qué esa igualdad, en ciertas condiciones,
no es inmediata y naturalmente perceptible: por qué nadie se da cuenta
de que tenemos ojos, manos, proporciones, sentidos; de que si nos
pinchas, sangramos; de que si nos cosquilleas, reímos.
La respuesta es esa: soy judío. Se dice, pues, “judío” de aquel al
que despreciamos, maltratamos y eventualmente matamos, pero también de
aquel al que no reconocemos capacidad para sangrar si le pinchan, para
reírse si le acarician, para reaccionar con dignidad si le ultrajan. Las
dos cosas, lo sabemos, son inseparables: para despreciar a un ser
humano, maltratarlo y eventualmente matarlo es necesario distanciarlo de
nosotros en las funciones más elementales: le pegamos, en realidad,
porque no siente nada. No –cuidado– porque creamos que no le duelen los
golpes (golpear así no nos proporcionaría el placer de confirmar nuestra
superioridad civilizada), sino porque la seguridad asumida de que no le
duelen lo ha excluido de entrada del recinto de la humanidad, de manera
que podemos permitirnos golpearlo sin ningún malestar moral y hasta con
orgullo religioso, ideológico o patriótico. Se dice “judío”, pues, de
aquel que es negado por todos, de facto y ex animo, en su existencia más
carnal, más común, más moralmente terrestre. Por eso Shylock pide la
carne de Antonio, para recordarle su propia carne herida. Por desgracia
ha cometido un error que, revelando la falsedad de su proclama (si me
pinchas, ¿no sangro?), inhabilita la acción judicial. Shylock desmiente
su condición sangrante al olvidar citar la sangre en su cláusula y pedir
solo carne. Es un judío, aunque pretenda lo contrario. Los cristianos
sí sangran y el usurero lo sabe, de manera que no podría cortar el pecho
de Antonio sin cometer un abuso de contrato, razón por la que el juez,
cuando aquél parece ya condenado, rechaza la demanda e impone al
demandante los dos castigos que más pueden dañarlo en su integridad
existencial: renunciar a su fortuna y a su fe.
¿A dónde quiero ir a parar? Cientos de años de antisemitismo, ese
producto estrictamente europeo, conducen a mediados del siglo pasado al
Holocausto, después del cual “judío” pasa a ser una categoría universal;
es decir, los “judíos” pasan a representar a la humanidad superviviente
en la medida en que ellos han sufrido la más radical deshumanización.
No se trata de reconocer la particularidad de los judíos, ni como
amenaza ni como víctimas, ni como objetos de racismo ni como luminarias
de compasión, sino de recordar que, después de esa experiencia, la
medida universal de todo sufrimiento particular es precisamente el
“judaísmo”: los gitanos, por ejemplo, víctimas también del genocidio nazi,
quedan de algún modo “judaizados” tras ese sufrimiento compartido (y
tan olvidado). Lo que hay que reprochar a Israel, dicho sea de paso, es
que haya particularizado ese universal; que se haya ido sionizando más y
más y, por lo tanto, desjudeizando sin parar. Lo ha hecho a través de
mitos ferozmente nacionalistas (el del “pueblo judío”, como demuestra el
judío israelí Slomo Sand, o el de “una tierra sin pueblo para un pueblo
sin tierra”, como ha demostrado el judío israelí Ilan Pappé) y mediante
el secuestro sectario del sufrimiento judío y de la negación sectaria
del sufrimiento “judío” (como demuestra, por su parte, el escritor judío
neoyorquino Norman Finkelstein). Hay muy pocos “judíos” hoy en Israel y
son casi todos de origen palestino. Hay muchos “judíos” en Palestina y
son todos negados en su humanidad elemental por el banal nihilismo
israelí que permite o alienta su destrucción.
Pero no es ésta la cuestión. No es difícil empezar conmovido en
Shylock y acabar asqueado en Israel, y más en estos momentos, pero de la
obra de Shakespeare yo quería extraer una lección más sencilla y
general, que es también, creo, la lección de los lager: la de
que el pueblo elegido es cualquiera cuyos miembros tengan ojos y manos y
sentidos y pasiones y afectos. Todos somos los elegidos y, por lo
tanto, los amenazados. Todos hemos sido o podemos ser “judíos”. Lo han
sido los judíos durante siglos en Europa; también los negros
esclavizados y trasladados a América; también los gitanos despreciados,
perseguidos y asesinados; también ahora los musulmanes en las ciudades
europeas o los inmigrantes que dejan sus países y mueren en el mar
tratando –sé lo que digo– de volver a casa. Pero esta lección sencilla
tiene otra concomitante igualmente simple y trágica: la de que, si todos
podemos ser judíos, también todos podemos ser nazis. Porque el
verdadero mal, el más banal de todos, como lo revela El mercader de Venecia, el
mal rutinario y orgulloso sobre el que luego los fantasiosos
excepcionales construyen sus grandes crímenes, es ese de no reconocer en
el otro, mientras nos creemos buenos, un hermano carnal, un igual
fisiológico y afectivo, un gemelo de pasiones alegres y de efusiones
tristes. Shylock, sí, sangra; Salima llora; Seydou echa de menos a su
madre. Salwa y Ali se sienten felices de haber salvado a sus pececitos.
Cuando mucha gente olvida esto –y hay incluso partidos o gobiernos
que nos dicen que olvidarlo nos hace mejores– es que la Historia se está
afilando los dientes para darse de nuevo un banquete.
Una
trabajadora de salud prepara la vacuna COVID-19 para administrársela a
una colega en el hospital de Mogadishu, Somalia, en que trabajan.
A
17 meses del inicio de la mayor crisis de salud en generaciones, la
situación mundial sigue siendo peligrosa. Pese al avance de los
conocimientos sobre el coronavirus, a la creación de varias vacunas, a
los esfuerzos de los gobiernos y comunidades y a la ardua labor de los
trabajadores sanitarios, en lo que va de este año se ha registrado más
casos y muertes por COVID-19 que en todo 2020, subrayó este lunes el
director general de la Organización Mundial de la Salud.
En su discurso de apertura de la Asamblea Mundial de la Salud, que se
celebra de manera virtual, Tedros Adhanom Ghebreyesus, advirtió que la
tendencia actual indica que en las próximas tres semanas se superará el total de decesos del año pasado.
Tedros definió la actual coyuntura global como “trágica” y señaló que
si bien se ha observado una baja del número de infectados y fallecidos
por tres semanas consecutivas, “la situación mundial sigue siendo
frágil”.
“Ningún país debe dar por hecho que ha superado la crisis
independientemente de su tasa de vacunación”, alertó, argumentado que
aunque por ahora no ha surgido variantes del virus resistentes a las
vacunas, tratamientos o diagnósticos, no hay la certeza de que esto será
así siempre.
“Este virus cambia constantemente y los cambios por venir podrían
hacer ineficientes nuestras herramientas para combatirlo y colocarnos de
nuevo en el punto inicial”, recalcó.
En este contexto, enfatizó la importancia de acelerar la vacunación de toda la población
para restar las oportunidades de evolución del coronavirus y lamentó la
inequidad del acceso a las vacunas que condena a la gente que vive en
los países pobres o de renta media baja.
Una enfermera en Nueva Delhi muestra una ampolleta de la vacuna COVID-19
Inequidad rampante
Señaló que un pequeño grupo de países que fabrican y compran la
mayoría de las vacunas del mundo controlan el destino del resto de la
humanidad, agregando que las naciones que están inmunizando en este
momento a los grupos de bajo riesgo, lo hacen a expensas de los trabajadores de salud y los colectivos de alto riesgo en otros países.
“La crisis de vacunas COVID-19 denota una desigualdad escandalosa
que está perpetuando la pandemia”, aseveró, instando a los Estados
miembros a apoyar un “esfuerzo adicional de aquí a septiembre” para
vacunar al menos al 10% de la población de todos los países en ese
plazo, y a acelerar el paso para lograr el objetivo de vacunar al menos
al 30% de la gente antes de fin de año.
“La pandemia no terminará a menos que la transmisión esté controlada en todos los países”, insistió el titular de la Organización Mundial de la Salud.
Tedros se refirió a la propuesta del Fondo Monetario Internacional, aún más ambiciosa, de inmunizar al 40% de la población mundial para fines de 2021 y al 60% para mediados de 2022
Financiamiento y suministros insuficientes para COVAX
Al hablar del mecanismo COVAX, que busca el acceso equitativo a las
vacunas, aseguró que la cantidad de dosis disponibles continúa siendo
“muy inadecuada”.
Detalló que, hasta la fecha, la iniciativa COVAX ha enviado 70
millones de dosis a 124 países y economías, una cifra que alcanza a
menos del 0,5% de la población combinada de esas naciones.
En este sentido, listó tres necesidades urgentes: financiar al COVAX, compartir las dosis de vacunas y ampliar la fabricación de las inmunizaciones.
Asimismo, el jefe de la OMS dijo que todos los países pueden hacer
más en materia de vigilancia, pruebas, secuenciación e intercambio de
información; empoderamiento de personas y comunidades; apoyo a empresas y
lugares de trabajo; e implementación de estrategias nacionales de vacunación.
Añadió que no se puede construir un mundo más seguro de arriba hacia
abajo, sino que se debe empezar de cero: “prepararse, prevenir, detectar
y responder rápidamente a las epidemias no comienza en los corredores
de poder, comienza en las calles de privaciones y hacinamiento donde la gente vive sin alimentos suficientes, sin acceso a personal sanitario, agua potable y electricidad”, explicó.
Estos trabajadores sanitarios de la India participan en una campaña de información sobre las vacunas COVID-19 en Mumbai.
“Hacen cosas heroicas, pero no son superhéroes”
El director general dedicó parte de su discurso a los trabajadores
sanitarios de todo el mundo, rindiéndoles un tributo especial por sus esfuerzos sostenidos para proteger a las personas del COVID-19.
Tedros laureó el compromiso y sacrificio de estos profesionales y condenó las agresiones inaceptables que han sufrido muchos de ellos.
“Los trabajadores de salud hacen cosas heroicas, pero no son
superhéroes. Son humanos como todos nosotros. Sudan y maldicen, ríen y
lloran, tienen miedo y esperanzas. Muchos se sienten frustrados e indefensos ya que carecen de equipo de protección personal y vacunas, así como de herramientas para salvar vidas”, puntualizó.
“Muchos se han infectado y, aunque la información es escasa, estimamos que al menos 115.000 trabajadores sanitarios y del cuidado han pagado el precio máximo al servicio de los demás”, deploró e hizo un llamado protegerlos con los insumos necesarios y el trato just
Tsunami de sufrimiento
El Secretario General
de las Naciones Unidas, se sumó al homenaje a los trabajadores
sanitarios de primera línea, calificándolos como “los héroes de esta
pandemia”.
“Millones de profesionales de la salud continúan poniéndose en peligro todos los días. Les debemos nuestro más profundo agradecimiento.
Esto incluye a nuestros colegas de la Organización Mundial de la Salud,
que trabajan en todo el mundo para ayudar a los Estados Miembros a
salvar vidas y proteger a los vulnerables”, acotó António Guterres en un
mensaje de video.
El líder de la ONU citó los 3,4 millones de vidas que han sucumbido
al COVID-19 como un “tsunami de sufrimiento” que, además ha provocado
la pérdida de unos 500 millones de puestos de trabajo y ha costado
billones de dólares a las arcas nacionales de los países.
Guterres habló una vez más con gran preocupación sobre el peligro de la respuesta global a la pandemia en “dos velocidades”,
lo que significa la vacunación masiva y la apertura de las economías de
los países ricos, y la persistencia, circulación y mutación del virus
en las naciones más pobres.
“Los más vulnerables son los que más sufren, y me
temo que esto está lejos de terminar”, dijo y advirtió de más picos y
oleadas que podrían cobrar cientos de miles de vidas y ralentizar la
recuperación económica mundial.
Esta mujer recibe su vacuna COVID-19 en Guwahati, India.
No se puede derrotar en un país a la vez
“El COVID-19 no se puede vencer a un país a la vez”, agregó reforzando el mensaje del director general de la OMS.
Pugnó una vez más por una acción global coordinada que coloque al mundo en la senda de la recuperación y el desarrollo.
Guterres especificó que esa acción debe ser resuelta y solidaria
para lograr detener el virus con un plan de acceso equitativo a las
vacunas, pruebas y tratamientos de COVID-19, recalcando la importancia
de financiar al COVAX.
Precisamos la urgencia de una economía de guerra
“Necesitamos la lógica y la urgencia de una economía de guerra para
impulsar la capacidad de nuestras armas”, señaló, haciendo referencia a
su solicitud al G20 para crear un grupo de trabajo que negocie con las
farmacéuticas y otras partes clave con la intención de duplicar la capacidad de fabricación
“explorando todas las opciones, desde las licencias voluntarias y las
transferencias de tecnología hasta la puesta en común de patentes y la
flexibilidad en los derechos de propiedad intelectual”.
Otro elemento de la acción global requerida es reforzar los sistemas
de atención primaria y la cobertura universal de salud. Actualmente, al
menos la mitad de la población mundial carece de acceso a los servicios sanitarios esenciales.
En este renglón, consideró que el COVID-19 no puede verse aislado de los problemas fundamentales de los sistemas de salud en los que imperan la desigualdad, la falta de financiamiento, la complacencia y la negligencia.
“Con los sistemas de atención primaria de salud adecuados, nos
recuperaremos más rápidamente de esta pandemia y evitaremos la siguiente
antes de que se afiance”, afirmó.
Compromiso político
El tercer punto de la acción es la preparación para la próxima emergencia sanitaria mundial.
“Los sistemas de salud primaria sólidos son un comienzo, pero no son suficientes. El mundo necesita un compromiso político al más alto nivel para
transformar el sistema existente a través de un enfoque de todo el
gobierno y la sociedad coordinado internacionalmente. La OMS debe estar
en el centro de la preparación para una pandemia mundial. Necesita
recursos sostenibles y predecibles, y debe estar plenamente capacitado
para hacer el trabajo que se le exige”, señaló.
Guterres concluyó su mensaje conminando a los líderes mundiales “a tomar las decisiones audaces necesarias para poner fin a la pandemia y construir comunidades y sociedades seguras y saludables para el futuro”.
Una pareja de abejas durmiendo la siesta en una flor. Las abejas duermen entre 5 y 6 horas al día y muchas lo hacen sosteniéndose las patas entre ellas
Samera Esmeir / activista y profesora palestina en la Universidad de Berkeley
Samera nació en la ciudad de Haifa, la ciudad palestina que en la
guerra de 1948 fue ocupada por las fuerzas sionistas, tras el fin del
mandato británico en Palestina. Su familia fue parte de quienes fueron
encerrados en un barrio pobre mientras la ciudad era tomada por
completo. Estudió abogacía en la la Facultad de Leyes de Haifa y en 1995
se mudó a Jerusalén Oriental para trabajar en el Centro de Apoyo Legal
Cuáquero. “Era un centro ilegal que ofrecía apoyo legal gratuito a los
habitantes de Jerusalén Oriental y a los palestinos de Cisjordania. Así
empecé mi práctica como abogada”, nos cuenta. Detalla que los casos que
le tocaban eran de dos tipos: derecho de residencia y desalojos. “En los
años 90, el estado de Israel aceleró la revocación del estatus de
residente de los habitantes palestinos de Jerusalén Oriental como
técnica para su proyecto de limpieza étnica y de volver minoritaria a la
población palestina: entonces, trabajé en esos casos para impedir la
revocación del estatus”. Agrega que, por entonces Israel tenía planes de
urbanización en Cisjordania, proyectando grandes calles. “Podíamos
armar casos en contra de las órdenes israelíes de demolición que
destruían casas en la zona. Fue así que nos enteramos de proyectos de
desarrollo de autopistas, avenidas y calles, como parte de un proyecto
de urbanización que obstruye la circulación de lxs palestinxs y que
facilita la movilidad de los colonos”. Luego empezó a trabajar en un
despacho de abogados en Jerusalén Oriental, representando a palestinxs
en la Corte Suprema israelí. En el ínterin hizo una maestría en leyes en
la universidad de Tel Aviv. Luego se fue a Nueva York a hacer un
doctorado. Dice que entonces tomó la decisión de dejar de ejercer como
abogada: “Me di cuenta de que la ruta de la ley no era la ruta para
poder liberar a Palestina”. Sin embargo, entonces cofundó la revista Adalah Review,
vinculada a un centro de apoyo legal en Haifa en defensa de los
derechos de lxs palestinxs, o sea de alguna manera el trabajo legal
continuaba, aunque por otros medios. Desde el 2005, se convirtió en
profesora e investigadora en la Universidad de California en Berkeley,
sin dejar su activismo.
¿Qué elementos, tanto históricos como coyunturales,
permiten comprender mejor el ataque actual contra Palestina y, en
particular, que el foco esté otra vez en Gaza?
Gaza y Cisjordania fueron ocupados en 1967 por Israel y así completó
entonces la ocupación de Palestina. El proceso de paz empezó en los años
90 pero fue interrumpido y en 2005 Israel se retiró por completo de la
Franja de Gaza, donde había pocos asentamientos, de manera unilateral
porque no quería negociar con Palestina. Estamos hablando de un área
total de la Franja de Gaza de 41 kilómetros de largo y entre 6 y 12
kilómetros de ancho, con casi dos millones de palestinxs, de los cuales
un millón cuatrocientos mil son refugiadxs de la guerra israelí. Es una
población muy densa en un espacio pequeño de tierra. Señalar la
unilateralidad de la retirada es importante porque establece la
superioridad de Israel y su no voluntad de negociar con lxs palestinxs.
En 2007, sin embargo, Israel impone un bloqueo en Gaza impidiendo
cualquier movimiento por mar, tierra y aire. Dice que el bloqueo es
porque lxs palestinxs votaron en sus elecciones por el partido islámico
de Hamas: es decir, el bloqueo es un castigo al voto. La elección de
Hamas fue considerada como un desafío al gobierno israelí y a su
supremacía porque Hamas es abiertamente un movimiento de resistencia.
Podemos decir muchas cosas sobre Hamas, y hay varias posiciones al
respecto, pero la reacción de Israel y la comunidad internacional que la
respaldó, fue que imponer el bloqueo en Gaza tenía que ver con que
Hamas es un movimiento de resistencia armado. Entonces, por casi quince
años dos millones de personas en Gaza han estado viviendo en esa pequeña
porción de tierra bajo bloqueo. Gaza reúne así historias de desposesión
y sintetiza un estado de pobreza de la mayoría.
¿Cómo se ubica el bombardeo actual entonces?
En mi análisis, el actual bombardeo contra Gaza es una performance de
supremacía. Una performance de que Israel puede y quiere destruir vidas
cuando sea que se decidan a resistir. El bombardeo aéreo es la
principal tecnología y la práctica clave en la performance de
supremacía. Entonces, lxs palestinxs en Gaza respondieron enviando
cohetes para atacar Israel. Estos cohetes son caseros porque Palestina
no tiene el poderío militar de Israel. Y es esa la resistencia que cada
vez Israel intenta aplastar. Esta ocasión, cuando estaban intentando
desalojar hogares palestinos de Jerusalén, hubo un llamado de activistas
palestinos pidiendo apoyo a Gaza, para ayudarles con la resistencia.
Gaza respondió enviando cohetes en apoyo a la gente que luchaba contra
los desalojos en Jerusalén este. Y así es cómo este nuevo episodio de
destrucción empezó. Pero recordemos que Israel no necesita que haya
cohetes para atacar en Gaza. Solo para hablar de la última década, entre
2012 hasta 2021 Israel continuó con rutinas, estructurales o
esporádicas pero rutinas al fin, de bombardeo contra la Franja de Gaza.
Recordemos que desde el 30 de marzo 2018, el día de la Tierra, hasta
diciembre de 2019, Gaza participó en la que se llamó la Gran Marcha del
Retorno demandando el fin del bloqueo y el retorno a los hogares
mientras que recibían cientos de balas del ejército israelí. La marcha
pacífica continuó aún cuando decenas fueron asesinados y cientos
heridos. Lxs palestinxs en Gaza son asesinadxs cada vez que muestran
algún signo de resistencia. Israel no tolera esto porque aspira al
control total y a la pacificación total. No hace falta decir que esto es
imaginario porque es imposible de lograr.
¿Cómo sintetizarías las demandas históricas de la lucha
palestina por la autodeterminación? ¿Sigue siendo ese el vocabulario
principal de los reclamos?
La ironía es que lxs palestinxs están siendo obligadxs a reconocer a
Israel como un Estado para el pueblo judío, pero eso implica reconocer
la autodeterminacion de los judíos en su tierra mientras que, al mismo
tiempo, es su propia autodeterminación la que está negada. Ningún
documento reconoce la autodeterminacion del pueblo palestino. Dicho
esto, en el momento actual de la lucha palestina, el lenguaje no es el
de la autodeterminación, incluso cuando fue muy importante por muchas
décadas, porque fue el lenguaje de los movimientos anti coloniales de la
segunda mitad del siglo veinte y porque se convirtió en una herramienta
legal contra la colonización. Y Argelia fue un ejemplo para la
organización de la liberación palestina, por ejemplo. Pero volviendo a
este momento coyuntural, no escuchamos el lenguaje de la
autodeterminación, sino otro lenguaje incluso preexistente: el lenguaje
de la liberación, de la libertad. Liberación solía ser el concepto
principal de la lucha palestina y ahora está de nuevo surgiendo.
¿Qué diferencias implica?
Este lenguaje está menos interesado en la cuestión de la estatalidad y
más interesado en deshacer y destruir la tecnología colonial de
gobierno y sus operaciones. Liberar es descolonizar. Liberar es lograr
libertad. Liberar es deshacer la estructura de ocupación y conseguir
dignidad y equidad en nuestra tierra. Liberar es deshacer el estatus de
refugiadxs y permitirles volver a su hogar. Esta es la diferencia hoy
entre el lenguaje de la liberación y el lenguaje de la
autodeterminación. Quiero repetir: la lógica de la estatalidad puede
volver a emerger y es parte de lo que introduce el liderazgo
convencional, pero la gente en las calles no canta por la
autodeterminación ni por la estatalidad después de todo lo que se
intentó en relación a la promesa de estatalidad por casi tres décadas,
desde el acuerdo de Madrid en principio de los 90. El lenguaje hoy es un
revival de un concepto anterior de liberación. Nadie está analizando
esto, pero esta diferencia y este revival es importante. Todavía no
sabemos las consecuencias que tendrá.
Ha habido muchas manifestaciones en Palestina, donde
sobresale la presencia joven. ¿Podrías explicarnos cómo el derecho al
retorno, ese que impulsó las marchas los últimos años, y la oposición a
la solución de los “dos estados” se expresó estos días concretamente en
las calles?
El derecho a regresar ha estado en el centro de la lucha palestina
hace ya varias décadas, mientras se discutía la opción de los dos
estados. Lxs refugiadxs palestinxs se sentían excluídxs del proyecto de
solución vía los dos estados y continuaron demandando el derecho a
regresar. Lxs refugiadxs se han convertido en una fuerza central de la
lucha palestinx. O sea, habían sido centrales ya en los años 60 y 70,
pero los Acuerdos de Paz de Oslo los habían marginado porque Israel no
permitía que regresen porque eso desarticularía la mayoría israelí en el
territorio. Ha habido algunas propuestas que permitirían el regreso de
algunos pocos a Cisjordania. En los Acuerdos de Paz, la OLP
(Organización de Liberación Palestina) dejó de lado el tema de lxs
refugiadxs para negociaciones futuras. También el tema de los
asentamientos, de Jerusalén y la cuestión del agua. Es decir: cuatro
temas centrales para la vida palestina fueron dejados de lado para que
avanzaran los acuerdos de Oslo. Pero son los temas más centrales en
cierto modo. Lxs refugiadxs palestinxs han estado imponiendo sus propias
demandas en sus movilizaciones y en sus organizaciones. Hay también un
movimiento dentro de Israel, de palestinxs que fueron desplazadxs dentro
de su propia tierra, como mis padres, como yo, y hay un movimiento de
regreso dentro del territorio mismo. En mi aldea, por ejemplo, los
jóvenes y los mayores regresaron hace unos años, retomando la vida en la
aldea destruída. Lo hicieron durante un año hasta que Israel los
expulsó, otra vez. En las calles ves personas de todas las generaciones y
el reclamo es por nuestra existencia, por nuestras vidas, generando
espacio para que regresen lxs refugiadxs más allá de la forma política
que tome Palestina. Esto es un cambio radical muy reciente aunque
recordemos que esta era la demanda de la OLP cuando se formó en los años
60.
Se habla de un cambio generacional, tanto en el liderazgo como en las movilizaciones. ¿Cómo caracterizarías ese cambio?
La OLP, que en los 80 decíamos que era la única
representación política de lxs palestinxs porque queríamos que el resto
del mundo la reconociera como nuestro movimiento de liberación nacional,
se transformó en la Autoridad Palestina que gobierna en particular
Cisjordania. Hoy está haciendo el trabajo de ocupación en Cisjordania.
No es ningún secreto, ya que está en todos los acuerdos publicados.
Ellos tienen lo que llaman la coordinación de seguridad: esto significa
que la Autoridad Palestina en Cisjordania colabora y coopera con Israel,
le entrega información sobre las personas a quienes debe detener,
liderada por una facción, Fatah, y algunos de sus aliados. La nueva
generación está harta de esa organización. Y lo que están haciendo hoy
es reactivar otra historia de lucha, una que ya no está interesada en
lograr un estado, sino en la liberación de Palestina. Pueden articular
una lucha que no está limitada por los lenguajes de la ley y la
diplomacia internacional.
En ese sentido, ¿qué significó el llamado a huelga general esta semana?
La huelga general desafía el desmembramiento de la sociedad
palestina. Cuando las fuerzas sionistas ocuparon Israel en 1948
inmediatamente desmembraron la sociedad palestina en tres grupos. La
mayoría de lxs palestinos se convirtieron en refugiadxs, en Líbano,
Siria y Jordania. Una minoría permaneció dentro de Israel y se les dio
ciudadanía israelí. En 1967 Israel ocupa Cisjordania, incluyendo
Jerusalén Oriental y Gaza y les impone un gobierno militar. La historia
que se dibuja es una de fragmentación de la comunidad política en por lo
menos cuatro partes: lxs palestinxs del 48, lxs palestinxs viviendo
bajo ocupación en Gaza y Cisjordania, lxs refugiadxs palestinxs en la
diáspora y en campos de refugiados, y lxs palestinxs residentes de
Jerusalén Oriental. Después de la ocupación de la Jerusalén palestina en
1967, Israel anexó ese territorio, no se les dió ciudadanía israelí a
lxs residentes palestinxs de la zona ocupada para no desestabilizar la
mayoría y supremacía isrealí en el territorio, pero se les otorgó
residencia a lxs palestinxs de Jerusalén. Una residencia como la que se
le daría a un inmigrante que llega a un nuevo país que logra obtener una
visa. O sea, es gente que queda marcada como no perteneciendo a ese
territorio.
¿La huelga general funcionó como un acto de conexión de todo eso?
Sí, porque estamos desmembrados, quebrados y rotos como sociedad, en
grupos con diferentes identidades y aspiraciones. Lo que hace la huelga
general es que consolida, agrupa, y colectiviza a lxs palestinxs. Ese es
su mayor éxito. Reúne a lxs palestinxs en su tierra. Por primera vez en
muchas décadas somos un pueblo palestino, con nuestras pluralidades,
nuestras diferencias, y emergemos como uno. Esta huelga nos da una
aspiración colectiva. La belleza de la huelga es que, cada unx desde su
lugar, nos permite participar a todxs. No miramos acciones a la
distancia. La huelga, además, habla sobre el acto de protestar, sobre
las confrontaciones que ocurren de modo cotidiano en los checkpoints.
Hemos estado viendo potentes y bellas actividades ligadas a la
educación, tours dentro de los territorios palestinos que buscan
re-educarnos sobre la conexión a la tierra. El día de la huelga general
hablamos de esa belleza, de la unidad, de prefigurar un futuro, de una
libertad que llegará, pero en este día nuestro corazón también está roto
porque Gaza se ha convertido en el laboratorio para la destrucción,
para el bombardeo y los rituales de supremacía israelí. Es por y para
Gaza que está sucediendo esta huelga general.
¿Cómo ha sido la respuesta de la comunidad internacional? ¿Y desde Estados Unidos en particular?
La respuesta de la comunidad internacional ha sido muda. Y nadie
debería de esperar otra cosa más que EEUU defendiendo el derecho de
Israel a defenderse porque financian esta guerra. Hace sólo unas semanas
EEUU le dio a Israel cientos de millones de dólares en financiamiento
militar. Lo que sí están haciendo, que es bastante común cada vez que
bombardean Gaza, es darle tiempo a Israel para defenderse y después,
gradualmente empiezan a hablar sobre la necesidad del cese de
hostilidades. Y después de dos semanas, generalmente, hay un alto de
fuego. Pero de hecho le dan a Israel dos o tres semanas para que
complete su destrucción de la resistencia en Gaza y también la
destrucción de las posibilidades de vida y de insurgencia en contra de
la ocupación israelí. Ya es un ritual conocido. También sabemos que
cuando Israel llega hacia el final de su campaña intensifica sus
ataques. Estos días estamos siendo testigos de una destrucción
horrorosa, porque Israel sabe que tiene licencia internacional de
continuar destruyendo por unos par de días más hasta que la comunidad
internacional participe en otro ritual más de negociación de un alto del
fuego.
Claro, pero las protestas en el mundo fueron rápidas y en
muchísimos lugares. Incluso varias conexiones entre la represión en
Palestina y en Colombia, con carteles que se viralizaron...
Sí. Hay protestas en todo el mundo, y en el mundo árabe también,
porque los estados árabes han abandonado a lxs palestinxs, pero no lo
han hecho los pueblos árabes. Esta solidaridad es importante para que
sepamos que no estamos reducidxs a los estados a los que pertenecemos, y
a su orden internacional. Tenemos otras existencias políticas que
importan en la lucha contra la desposesión, contra la colonización, y
contra el racismo. Hay muchas conexiones y puntos de convergencia y
obviamente diferencias con lo que está sucediendo en Colombia. La huelga
de Colombia es contra las medidas neoliberales y la de Palestina es
contra el proyecto de ocupación colonial, del llamado colonialismo de
colonos (“settler colonialism”). Pero hay convergencias en
relación a la desposesión y la violencia racista. Nos corresponde poner
en diálogo estas prácticas y procesos de desposesión y racismo para
poder cartografiar otro mapa del mundo, más allá del que está satisfecho
con representar al mundo a través de los estados nación.
¿Cuál es el rol de los colectivos feministas palestinas y el impulso de acciones transnacionales de apoyo y solidaridad?
Palestina siempre ha tenido colectivos y luchas feministas desde el
comienzo de las luchas palestinas anti-coloniales. Yo participé en esas
luchas en los 90 cuando terminaba la secundaria y empezaba la facultad.
La agenda feminista ha cambiado durante estos últimos años. En
particular, ha habido un vuelco hacia la oenegización en Cisjordania,
donde el apoyo internacional llega de la mano de talleres de
capacitación. Es una agenda vía las ONG que separa las luchas feministas
de la lucha palestina, que convierte al feminismo en una cuestión de
igualdad de género principalmente, aunque también aborda cuestiones de
violencia doméstica contra las mujeres. Pero no tiene ningún interés en
explorar la intersección de raza, clase y género. Las feministas
palestinas, en cambio, continúan pensando que el feminismo es una lucha
en contra del proyecto de ocupación colonial, de opresión y violencia de
género. Hace dos días la coalición de mujeres de Jerusalén hizo una
declaración en apoyo a la lucha Palestina en contra de la ocupación
colonial, enfocándose en cómo ha afectado de modo desproporcionado a
mujeres, niñes, embarazadxs. Pero también hemos visto cómo en el mundo
occidental no se asocia a Palestina con las luchas feministas. De hecho
se da por sentado, de modo generalizado, que no hay posible intersección
o alianza entre el feminismo y la lucha palestina. Por eso, las
feministas palestinas en EEUU han insistido en categorizar la cuestión
palestina como una cuestión feminista. Hace poco un colectivo feminista
palestino en EEUU emitió una carta de amor a la gente en palestina
aclamándolos por la incansable insistencia de permanecer en sus tierras,
y describiendo esa lucha de perseverancia y potencia como una
inspiración para la lucha feminista. Esta renovada lucha feminista, que
se está dando principalmente por colectivos feministas palestinos en la
diáspora, insiste en lo que siempre ha sido fundamental para la lucha
feminista palestina previa a la ONGeización: la lucha contra todas las
formas de opresión incluyendo la opresión del proyecto racista de
ocupación y opresión colonial. En Palestina hay varios grupos feministas
cuyas intervenciones se posicionan en la intersección de problemas de
violencia género, en particular femicidios por familiares, y el modo en
que la Autoridad Palestina ha encubierto a los culpables y asesinos. O
sea que la lucha feminista se posiciona en contra de la Autoridad
Palestina y de Israel. Las feministas se niegan a separar el feminismo
de las problemáticas anti-coloniales, del mismo modo en que eso viene
ocurriendo en América Latina, y en tantos otros movimientos feministas
en el mundo hoy. O sea que la lucha feminista se ha convertido en un
gran paraguas para fomentar y apoyar todo tipo de luchas en contra de la
opresión colonial, la subyugación, el racismo y la violencia de género.
"El tiempo. El tiempo no existe. Tengo 15 minutos para convencerlos de eso", dice Carlo Rovelli, tras mirar su reloj de pulso.
Así
comienza una charla TEDx Talk que ofreció en 2012 el físico italiano
para el que la prensa internacional no ahorra reconocimientos.
Uno de los más contundentes lo escribió George Eaton en la revista New Statesman, en un artículo titulado "Rock star physicist Carlo Rovelli on why time is an illusion" (El físico estrella de rock Carlo Rovelli explica por qué el tiempo es una ilusión"):
"La determinación de Rovelli por hacer accesible la física cuántica y sus prodigiosas ventas de libros, lo han llevado a ser calificado como 'el nuevo Stephen Hawking'".
En 2020, en "La naturaleza del tiempo", una presentación organizada por la revista New Scientist, el físico teórico tomó una cuerda y la extendió desde un extremo del escenario hasta el otro.
Le colgó un bolígrafo en el medio para marcar el presente y dijo: "Aquí es donde estamos".
Levantó el brazo derecho y apuntó hacia la derecha: "Ese es el futuro".
Seguidamente, subió el brazo izquierdo y señaló hacia la izquierda: "Y ese es el pasado".
"Este es el tiempo en nuestra vida diaria: una línea larga, una secuencia de momentos
que podemos ordenar, que tiene una dirección predilecta, que podemos
medir con relojes, y todos estamos de acuerdo con los intervalos de
tiempo entre dos diferentes momentos a lo largo de esta línea".
Luego añadió: "Casi todo lo que he dicho está errado. En términos fácticos, es incorrecto, es como si dijera que la Tierra es plana".
"El tiempo no funciona así, lo hace de una manera diferente".
Y
aclaró: "Estas no son ideas especulativas de sueños raros de los
físicos. Estos son hechos que medimos en el laboratorio, con
instrumentos y que pueden ser verificados".
"Pura rebeldía"
Nacido en Verona, Italia, en 1956, Rovelli confiesa que su adolescencia fue "pura rebeldía".
El
mundo era distinto del que le hubiera parecido "justo y hermoso" y en
medio de esa desilusión, la investigación científica llegó a su
encuentro.
En ella descubrió "un espacio de libertad ilimitada", plasmó en su libro "¿Y si el tiempo no existiera?".
"En
el momento en que mi sueño de construir un mundo nuevo chocó con la
realidad, me enamoré de la ciencia, que contiene un número infinito de
mundos nuevos".
"Mientras
escribía con mis amigos un libro sobre la revolución estudiantil (libro
que no le gustó a la policía y me costó una paliza en la comisaría de
Verona: '¡Dinos el nombre de tus amigos comunistas!'), me sumergía cada vez más en el estudio del espacio y del tiempo, intentando comprender los escenarios que hasta entonces se habían propuesto".
La gravedad cuántica
Rovelli
decidió "consagrar" su vida al reto de ayudar a conciliar dos teorías:
la mecánica cuántica (que describe el mundo microscópico) y la
relatividad general de Albert Einstein.
"Para
llegar a una nueva teoría, debemos construir un esquema mental que nada
tiene que ver con nuestra concepción usual del espacio y del tiempo",
indica en su obra.
"Hay que pensar en un mundo en el que el tiempo ya no es una variable continua que fluye, sino que se convierte en otra cosa".
Al
buscar posibles soluciones al problema de la gravedad cuántica, Rovelli
fue uno de los fundadores de la teoría de la gravedad cuántica de
bucles o teoría de los bucles, la cual plantea una estructura fina y granular del espacio. Es como una red de bucles cuantizados de campos gravitacionales.
Esa
teoría tiene aplicaciones en diferentes campos, por ejemplo, para
estudiar el Big Bang o para abordar las propiedades de los agujeros
negros.
El italiano ha tenido una carrera brillante que incluye numerosos premios y libros. Uno de ellos, "Siete breves lecciones de física"
se ha traducido a 41 idiomas y ha vendido más de 1 millón de copias.
También ha sido profesor en Italia, Estados Unidos, Reino Unido,
Francia, y es investigador del Centro de Física Teórica de Marsella.
Rovelli
aceptó responder por escrito las preguntas de BBC Mundo, cuyas
respuestas publicamos intercaladas con extractos de su obra.
La primera pregunta no podía ser otra…
¿Qué es el tiempo? ¿Realmente existe?
Sí, claro que el tiempo existe. De lo contrario ¿qué sería eso que siempre nos falta?
Pero
la idea común que tenemos sobre lo que es el tiempo y cómo funciona no
sirve cuando tratamos de entender átomos y galaxias.
Nuestra concepción habitual del tiempo funciona solo a nuestra escala y siempre y cuando midamos las cosas con mucha precisión.
Si queremos aprender más acerca del universo, tenemos que cambiar nuestras visiones sobre el tiempo.
Porque
lo que usualmente llamamos "tiempo", sin pensar mucho en lo que
significa, es realmente una maraña de diferentes fenómenos.
El
tiempo pareciera simple, pero es realmente complejo: está formado por
muchas capas, algunas de las cuales son sólo relevantes para ciertos
fenómenos y no para otros.
¿Qué halló cuando se preguntó: por qué solo podemos conocer el pasado y no el futuro?
La
razón por la que tenemos información del pasado y no del futuro es
estadística. Tiene que ver con el hecho de que no vemos los detalles de
las cosas. Tenemos una visión muy vaga de los detalles.
No vemos las moléculas individuales que forman el aire del cuarto en el que estamos.
Pero en el mundo microscópico, no hay una distinción similar entre el pasado y el futuro.
Usted
ha hablado sobre la elasticidad del tiempo y sobre un día en el que
"experimentemos directamente cosas como encontrarnos con nuestros hijos
más viejos que nosotros en nuestro regreso a casa". Eso es fascinante.
¿Cómo podría pasar?
La
pregunta correcta es la opuesta: ¿por qué cuando nos separamos y nos
volvemos a encontrar, tu reloj y mi reloj miden el mismo intervalo de
tiempo? No hay razón por la cual debieran hacerlo
Nuestra
experiencia nos dice eso sólo porque nuestras mediciones no son lo
suficientemente precisas. Si lo fueran, veríamos que el tiempo corre a
velocidades diferentes para personas distintas, dependiendo de dónde
están y cómo se mueven.
Por
eso, yo podría separarme de mis hijos y reunirme otra vez con ellos en
un tiempo que es un año para mí y 50 años para ellos. Yo estoy todavía
joven y ellos han envejecido. Con seguridad, esto es posible.
La
razón por la que no lo experimentamos normalmente es solo que nuestra
vida en la Tierra se mueve a velocidades lentas entre nosotros y en ese
caso las diferencias de tiempo son pequeñas.
"Diez años antes de descubrir la teoría
de la relatividad general, Einstein había llegado a la conclusión de que
tiempo y espacio no son dos entidades separadas, sino más bien dos
aspectos de una misma entidad. A este descubrimiento se le da el nombre
de relatividad especial o restringida".
"El
ejemplo más claro de la relatividad del tiempo es la llamada paradoja
de los gemelos, aunque no tienen nada de paradójico. Si uno de los
gemelos viaja a gran velocidad alejándose del otro, y luego regresa,
cuando se encuentren tendrán edades diferentes: el que nunca ha cambiado
de velocidad será el más viejo".
"El
tiempo no es un 'continente' absoluto en el que los objetos
evolucionan; el tiempo es propio de cada objeto y depende de su
movimiento".
"Se
han realizado experimentos concretos (no con gemelos, sino con relojes
idénticos muy precisos a bordo de aviones rápidos) y cada vez se ha
comprobado que el mundo funciona exactamente como lo entendió Einstein:
los dos relojes marcan horas distintas cuando se reúnen de nuevo".
Rovelli en: "¿Y si el tiempo no existiera?"
¿Alguna vez seremos capaces de viajar al pasado?
Lo considero extremadamente improbable. Viajar hacia el futuro, en cambio, es lo que hacemos todos los días.
¿Qué quiere decir?
Viajar
al pasado es difícil. Pero viajar al futuro es muy fácil. Hagas lo que
hagas, estás viajando hacia el futuro: mañana estarás en el futuro de
hoy.
"Si quieres viajar al próximo milenio, es suficiente
construir una nave espacial veloz, viajar lo suficientemente rápido de
un lado a otro y en unos pocos días (de los tuyos) definitivamente
puedes estar de regreso aquí en la Tierra dentro de un milenio, en el
futuro. La ciencia de esto es completamente indiscutible y clara. El
único problema es encontrar el dinero para una nave espacial de este
tipo.
Si,
por el contrario quieres viajar un milenio atrás, las cosas son más
complicadas. La razón es que hay que vencer la flecha entrópica del
tiempo.
Esto
no es imposible porque la flecha del tiempo es estadística, por lo
tanto, es solo una cuestión de probabilidad e improbabilidad. Pero la
improbabilidad es abrumadora. Entonces, en un sentido muy técnico, creo
que ir al pasado es muy improbable".
Rovelli en un artículo de The Guardian
Como
sé que le gustan los gatos y que prefiere no referirse al gato de
Schrödinger en términos de vivo o muerto ¿podría decirnos cómo el gato del famoso experimento puede estar despierto y durmiendo al mismo tiempo?
Creo que el gato no está realmente despierto y durmiendo al mismo tiempo.
Considero
que con respecto a sí mismo, el gato está definitivamente despierto o
dormido. Pero con respecto a mí y a ti, puede que no esté ni una cosa ni
la otra.
Porque
pienso que las propiedades de las cosas (incluyendo átomos y gatos) son
relativas a otras cosas y sólo se hacen reales en interacciones. Si no
hay interacciones, no hay propiedades.
Como
usted ha explicado, la discusión entre físicos en mecánica cuántica no
es sólo sobre el gato que puede estar vivo y muerto al mismo tiempo,
sino también sobre el experimento con dos eventos, A y B, en el que A viene antes que B, pero también B viene antes que A. ¿Cómo puede ser eso posible?
Cuando
decimos que un evento A es anterior a un evento B, lo que queremos
decir es que puede haber una señal que va de A a B. Por ejemplo, su
pregunta es anterior a mi respuesta porque me llega antes de que yo
pueda responderla.
Sin
embargo, algunas veces puede pasar que en realidad es imposible enviar
una señal de A a B, pero también imposible enviar una señal de B a A.
Entonces, ninguno es anterior al otro.
La
razón por la que no estamos acostumbrados a esto es porque la luz viaja
muy rápido, por lo que tendemos a pensar que podemos verlo todo
"instantáneamente".
Pero en realidad no podemos. Así que siempre existen eventos que no están ordenados en el tiempo.
¿A qué se refiere cuando dice que hay muchas versiones diferentes de la realidad aunque parezcan la misma a gran escala?
Las
propiedades de todas las cosas son relativas a otras cosas. Las
propiedades del mundo con respecto a ti no son necesariamente las mismas
con respecto a mí.
Por lo general, no vemos estas diferencias en las propiedades físicas porque los efectos cuánticos son muy pequeños.
Pero, en principio, podemos ver mundos ligeramente diferentes.
Ha dicho
que tenemos que reorganizar la forma cómo pensamos sobre la realidad.
¿Cómo lo podemos hacer? ¿Qué nos estamos perdiendo si no intentamos
hacerlo?
Podemos
seguir viviendo nuestras vidas ignorando la física cuántica, pero si
sentimos curiosidad por saber cómo funciona la realidad, tenemos que
afrontar que las cosas son realmente raras.
"La
física en la que yo trabajo, la gravedad cuántica, es el esfuerzo por
comprender y dar sentido coherente a este paisaje extremo y hermosísimo:
el mundo sin tiempo".
Rovelli en: "El orden del tiempo".
Me
encanta la metáfora que usted hace sobre la mecánica cuántica y su
intersección con la filosofía como una pareja que está junta, se separa,
después regresa y rompe otra vez y así sucesivamente. ¿La mecánica
cuántica y la filosofía se necesitan?
Sí, lo creo. En el pasado, la física fundamental ha avanzado también gracias a la inspiración de la filosofía.
Todos
los grandes científicos del pasado fueron ávidos lectores de filosofía.
No hay razón por la cual las cosas sean diferentes hoy.
En
mi opinión, lo contrario también es cierto: los filósofos que ignoran
lo que hemos aprendido sobre el mundo con la ciencia terminan siendo
superficiales.
Para usted, su libro "El orden del tiempo"
es muy especial porque "pretende ser sobre física, pero secretamente es
mi libro sobre el sentido y la finitud de la vida". ¿Cuál es el
significado de la vida para Carlo Rovelli?
El
sentido de la vida para Carlo Rovelli es el que creo que es el sentido
de la vida para todos nosotros: la rica combinación de necesidades,
deseos, aspiraciones, ambiciones, ideales, pasiones, amor y entusiasmo,
que en varias medidas y en diferentes versiones surge naturalmente desde
dentro de nosotros.
La vida es una explosión de sentido.
Algunos
hemos proyectado el sentido de la vida fuera de nosotros mismos y
algunos se sienten decepcionados al darse cuenta de que había algo
ilusorio en esperar que el sentido viniera de afuera.
Una
de mis respuestas favoritas a esa pregunta se le ha atribuido a un
antiguo sioux: el propósito de la vida es abordar con una canción
cualquier cosa que encontremos.
Usted ha señalado que en la ciencia se cometen muchos errores cuando pretendemos tener certeza, cuando
de hecho muchas veces no la tenemos. El nuevo coronavirus ha traído
mucha incertidumbre a nuestras vidas. ¿Cómo ha manejado esa
incertidumbre?
Me
he esforzado no sólo por minimizar el riesgo para mí y las personas que
amo, sino por minimizar mi propia participación en la propagación de la
infección.
Pero
sabiendo bien que el riesgo ha sido y sigue siendo real y que millones
de personas han muerto y siguen muriendo, todavía podría pasarme a mí y a
mis seres queridos.
Creo que eso no debe ser motivo para sentir pánico, pero tampoco me gusta esconder la cabeza en la arena.
¿Qué
reflexiones ha hecho en estos tiempos tan desafiantes para millones de
personas en todo el mundo y muy tristes para otros millones?
Lo
que sigo pensando es simple. ¿No sería el momento para que la humanidad
trabaje junta, en lugar de unos contra otros como seguimos haciendo?
Occidente está construyendo nuevos enemigos: China, Irán, Rusia.
¿No
podemos vivir con respeto y en colaboración, sin esa necesidad de
abrumarnos unos a otros, de prevalecer sobre los demás, de ganar y
ganar, en lugar de cooperar por el bien común?
La
humanidad está enfrentando una pandemia, millones de muertes, desastres
ambientales y todavía no podemos aprender a vernos como miembros de una
sola familia, como lo que somos.
La
mecánica cuántica es el descubrimiento de que la realidad está tejida
por relaciones, pero seguimos ciegos al hecho de que florecemos en
relación a los otros, no contra los otros.
Puede que sea ingenuo, pero es lo que pienso todos los días cuando veo las noticias.
Una última pregunta: ha
dicho que disfrutó leer "El amor en los tiempos del cólera" de Gabriel
García Márquez porque "en estos tiempos oscuros, es bueno leer sobre el
amor verdadero". ¿Nos puede decir más sobre lo que le gustó del libro?
Es
un libro lleno de gracia y luminosidad. Retrata muchas y muy diferentes
formas de amar y compartir, con una mirada a nuestras vidas que sonríe
ante esta complejidad.
Una
forma de amor es la lealtad de Fermina Daza hacia su esposo, una forma
de amor es la intimidad y amistad de Florentino Ariza con decenas y
decenas de mujeres.
Pero
el amor absoluto que él siente por ella es una forma maravillosa de
amor, venerado y atesorado por décadas para luego florecer
maravillosamente entre dos seres humanos ya mayores
"La
novedad que aporta hoy la gravedad cuántica es la idea de que el
espacio no existe. Solo existe el campo gravitatorio que, como ya he
dicho, está formado de nubes de probabilidad de granos unidos en red.
Combinando
esa idea con la relatividad especial, se llega a la conclusión de que
la no existencia del espacio implica también la no existencia del
tiempo, puesto que espacio y tiempo están íntimamente vinculados (…)
El tiempo no existe. Habrá que aprender a pensar el mundo en términos no temporales, aunque intuitivamente resulte difícil".