miércoles, 30 de mayo de 2012
domingo, 27 de mayo de 2012
jueves, 24 de mayo de 2012
domingo, 20 de mayo de 2012
Olisippo
Sobre sete colinas, que sao outros tantos pontos de observaçao de onde se podem desfrutar magníficos panoramas, espalha-se a vasta, irregular e multicolorida massa de casas que constitui Lisboa.
Para o viajante que chega por mar, Lisboa, vista asimm de longe, ergue-se como uma bela visao de sonho, sobressaindo contra o azul-vivo do céu, que o sol anima. E as cúpulas, os monumentos, o velho castelo elevam-se acima da massa das casas, como arautos distantes deste delicioso lugar, desta abençoada regiao.
O espanto do turista começa quando o barco se aproxima da barra e, depois de passar o farol do Bugio - a pequena torre- guardia na embocadura do rio, construída há três séculos sobre planta de Frei Joao Turriano- lhe aparece o baluarte que a Torre de Belém, como un exemplar magnífico da arquitectura militar do século CVI, em estilo romano-gótico-mourisco. Á medida que o barco avança, o rio torna-se mais estreito, para logo alrgar de novo, formando um dos mais largos portos naturais do mundo, podendo nele ancorar as maiores frotas. Esntao, á esquerda, as massas de casas agrupam-se vivamente como cachos sobre as colinas. E aí temos Lisboa.
...Á esquerda fica o monumento ao Poeta Chiado, nome popular dado a um frade do século XVI, António do Espíritu Santo, que abandonou o hábito para se tornar uma espécie de encarnaçao do espírito galhofeiro da época e se manifestar no poeta popular favorito.....
......encontrar-nos-emos em frente do grande monumento que é o Mosteiro dos Jerónimos, uma obra-prima de pedra que todos os turistas visitam e nunca conseguem esquecer. É , de facto, o mais notável monumento que a capital possui. A sua construçao foi ordenada pelo Rei D Manuel I em 1502....
Lisboa: O que o turista deve ver / what the tourist should see
Fernando Pessoa
Para o viajante que chega por mar, Lisboa, vista asimm de longe, ergue-se como uma bela visao de sonho, sobressaindo contra o azul-vivo do céu, que o sol anima. E as cúpulas, os monumentos, o velho castelo elevam-se acima da massa das casas, como arautos distantes deste delicioso lugar, desta abençoada regiao.
O espanto do turista começa quando o barco se aproxima da barra e, depois de passar o farol do Bugio - a pequena torre- guardia na embocadura do rio, construída há três séculos sobre planta de Frei Joao Turriano- lhe aparece o baluarte que a Torre de Belém, como un exemplar magnífico da arquitectura militar do século CVI, em estilo romano-gótico-mourisco. Á medida que o barco avança, o rio torna-se mais estreito, para logo alrgar de novo, formando um dos mais largos portos naturais do mundo, podendo nele ancorar as maiores frotas. Esntao, á esquerda, as massas de casas agrupam-se vivamente como cachos sobre as colinas. E aí temos Lisboa.
(António Ribeiro Chiado) |
......encontrar-nos-emos em frente do grande monumento que é o Mosteiro dos Jerónimos, uma obra-prima de pedra que todos os turistas visitam e nunca conseguem esquecer. É , de facto, o mais notável monumento que a capital possui. A sua construçao foi ordenada pelo Rei D Manuel I em 1502....
Lisboa: O que o turista deve ver / what the tourist should see
Fernando Pessoa
sábado, 19 de mayo de 2012
Esquizofrenia contable
Fuente: http://yometiroalmonte.blogspot.com.es/2012/05/esquizofrenia-contable.html
El mundo ya no es lo que era. La repentina necesidad de hacer rentable absolutamente todo ha convertido nuestra mente en un auténtico hervidero de cifras, estadísticas, gráficos con subidas y bajadas, porcentajes, fracciones...
El Ministro de Justicia no habla de Justicia, sino de las pérdidas monetarias de su cartera. El de Cultura, de lo mucho que cuestan los músicos que amenizan las fiestas de los pueblos. La de Sanidad, que si los parados y los inmigrantes le echan mucho cuento a los catarros para sacarle brillo a la tarjeta de la SS, y así con todo.
Las competencias del Estado y sus gestores han sucumbido de esta forma al imperio ficticio del recorte y su paranoia. El déficit cero se alza como el nuevo becerro de la idolatría financiera, y a uno le entra complejo de crápula hasta por darse el capricho más asequible: no lo hagas, no vivas por encima de tus posibilidades, busca un precio mejor, lucha por tu supervivencia...
Los números, fríos y distantes, objetivos por definición, calan por contra hondo en el estado de ánimo. Las conversaciones sobre la crisis forman un manto de resignación y asco en los ambientes laborales, y nadie quiere oir ninguna cifra que esté por encima de 500. La prima de riesgo hace así la función de Dios castigador que todo lo puede, omnipresente en cada rincón del planeta, observando cada loncha pasada de chorizo, cada trozo de queso mohoso que, egoistamente, hemos cometido el pecado de tirar a la basura.
Las necesidades básicas, por tanto, han dejado de ser productivas. Actividades vacías como tomar el sol, pasear, hablar con amigos o echar un polvo, suponen la pérdida irrecuperable de un tiempo precioso que deberíamos estar ocupando con el reciclaje, la comparativa de precios o el esclarecimiento de las diferencias insalvables que los más expertos encuentran entre Grecia y España.
Hispanistán siempre fue un país de entrenadores de fútbol. Ahora, con la nueva religión invadiéndolo todo, es también un país plagado de economistas. Nadie sabe mejor que cada español cómo está el patio de Bankia, las fluctuaciones siniestras del Ibex35, por qué no va a haber ningún corralito, oficial u oficioso, la letra pequeña de las preferentes y las características que distinguen a los funcionarios del personal estatutario fijo...
Al consumidor de cultura ya no le interesan Borges o Sorolla, sino Keynes y Milton Friedman. La infamia del azar bursátil tampoco importa, y a Mandelbrot le sustituimos por Krugman. No sólo la música, sino el arte en general, la ciencia, el conocimiento en definitiva, se han transformado en algo insostenible. Sólo se rentabilizan los datos económicos, la austeridad pragmática de los programas de ajuste y su apisonadora de guarismos.
Como el torturado o la mujer maltratada, pensamos que, si alargamos la vida del tubo de la pasta de dientes, quizá en algún momento dejarán de recortarnos. Adaptamos nuestra rutina a la fusta impía de los decimales y guardamos dinero en lugares que, también según los expertos, podrían no estar garantizados ni por el contable más optimista.
Todo palidece cuando el fantasma de la crisis agita su guadaña. Desde el Presidente del Gobierno hasta el parado de larga duración, el camino aparece como un terreno yermo y agrietado, donde las hormigas dan vueltas en círculos esperando el surgimiento de algún brote verde que permita de nuevo volver a disfrutar de aquella canción, esa película que unió nuestros caminos, el sexo por el sexo, el dolce far niente bajo la sombra de un árbol...
Cuando la guerra termine, nos habremos vuelto más sensibles hacia el gasto y los valores que no se pueden contar. Es posible que alguien aprecie más la cultura, la amistad, los pequeños detalles... En ese momento, los emperadores de las finanzas habrán visto cumplida su misión desde la suite del hotel de cinco estrellas; el shock propinado a miles de millones de consumidores ha dejado una huella imborrable de compromiso con la pobreza que se hará perdurable durante varias generaciones.
El mundo ya no es lo que era. La repentina necesidad de hacer rentable absolutamente todo ha convertido nuestra mente en un auténtico hervidero de cifras, estadísticas, gráficos con subidas y bajadas, porcentajes, fracciones...
El Ministro de Justicia no habla de Justicia, sino de las pérdidas monetarias de su cartera. El de Cultura, de lo mucho que cuestan los músicos que amenizan las fiestas de los pueblos. La de Sanidad, que si los parados y los inmigrantes le echan mucho cuento a los catarros para sacarle brillo a la tarjeta de la SS, y así con todo.
Las competencias del Estado y sus gestores han sucumbido de esta forma al imperio ficticio del recorte y su paranoia. El déficit cero se alza como el nuevo becerro de la idolatría financiera, y a uno le entra complejo de crápula hasta por darse el capricho más asequible: no lo hagas, no vivas por encima de tus posibilidades, busca un precio mejor, lucha por tu supervivencia...
Los números, fríos y distantes, objetivos por definición, calan por contra hondo en el estado de ánimo. Las conversaciones sobre la crisis forman un manto de resignación y asco en los ambientes laborales, y nadie quiere oir ninguna cifra que esté por encima de 500. La prima de riesgo hace así la función de Dios castigador que todo lo puede, omnipresente en cada rincón del planeta, observando cada loncha pasada de chorizo, cada trozo de queso mohoso que, egoistamente, hemos cometido el pecado de tirar a la basura.
Las necesidades básicas, por tanto, han dejado de ser productivas. Actividades vacías como tomar el sol, pasear, hablar con amigos o echar un polvo, suponen la pérdida irrecuperable de un tiempo precioso que deberíamos estar ocupando con el reciclaje, la comparativa de precios o el esclarecimiento de las diferencias insalvables que los más expertos encuentran entre Grecia y España.
Hispanistán siempre fue un país de entrenadores de fútbol. Ahora, con la nueva religión invadiéndolo todo, es también un país plagado de economistas. Nadie sabe mejor que cada español cómo está el patio de Bankia, las fluctuaciones siniestras del Ibex35, por qué no va a haber ningún corralito, oficial u oficioso, la letra pequeña de las preferentes y las características que distinguen a los funcionarios del personal estatutario fijo...
Al consumidor de cultura ya no le interesan Borges o Sorolla, sino Keynes y Milton Friedman. La infamia del azar bursátil tampoco importa, y a Mandelbrot le sustituimos por Krugman. No sólo la música, sino el arte en general, la ciencia, el conocimiento en definitiva, se han transformado en algo insostenible. Sólo se rentabilizan los datos económicos, la austeridad pragmática de los programas de ajuste y su apisonadora de guarismos.
Como el torturado o la mujer maltratada, pensamos que, si alargamos la vida del tubo de la pasta de dientes, quizá en algún momento dejarán de recortarnos. Adaptamos nuestra rutina a la fusta impía de los decimales y guardamos dinero en lugares que, también según los expertos, podrían no estar garantizados ni por el contable más optimista.
Todo palidece cuando el fantasma de la crisis agita su guadaña. Desde el Presidente del Gobierno hasta el parado de larga duración, el camino aparece como un terreno yermo y agrietado, donde las hormigas dan vueltas en círculos esperando el surgimiento de algún brote verde que permita de nuevo volver a disfrutar de aquella canción, esa película que unió nuestros caminos, el sexo por el sexo, el dolce far niente bajo la sombra de un árbol...
Cuando la guerra termine, nos habremos vuelto más sensibles hacia el gasto y los valores que no se pueden contar. Es posible que alguien aprecie más la cultura, la amistad, los pequeños detalles... En ese momento, los emperadores de las finanzas habrán visto cumplida su misión desde la suite del hotel de cinco estrellas; el shock propinado a miles de millones de consumidores ha dejado una huella imborrable de compromiso con la pobreza que se hará perdurable durante varias generaciones.
miércoles, 16 de mayo de 2012
Adiós a Carlos Fuentes
lunes, 14 de mayo de 2012
domingo, 13 de mayo de 2012
La gallina
Cuento para niños tontos
Había una gallina que era idiota. He dicho idiota. Pero era más idiota todavía. Le picaba un mosquito y salía corriendo. Le picaba una avispa y salía corriendo. Le picaba un muerciélago y salía corriendo.
Todas las gallinas temen a las zorras. Pero esta gallina quería ser devorada por ellas. Y es que la gallina era una idiota. No era una gallina. Era una idiota.
En las noches de invierno la luna de las aldeas da grandes bofetadas a las gallinas. Unas bofetadas que se sienten por las calles. Da mucha risa. Los curas no podrán comprender nunca por qué son estas bofetadas, pero Dios sí. Y las gallinas también.
Será menester que sepáis todos que Dios es un gran monte VIVO. Tiene una piel de moscas y encima una piel de avispas y encima una piel de golondrinas y encima una piel de lagartos y encima una piel de hombres y encima una piel de leopardos y todo. ¿Veis todo? Pues todo y además una piel de gallinas. Esto era lo que no sabía nuestra amiga.
¡Da risa considerar lo simpáticas que son aquellas gallinas! Todas tienen cresta. Todas tienen culo. Todas ponen huevos. ¿Y qué me vais a decir?.
La gallina idiota odiaba los huevos. Le gustaban los gallos, es cierto, como les gusta a las manos derechas de las personas esas picaduras de las zarzas o la iniciación del alfilerazo. Pero ella odiaba su propio huevo. Y sin embargo no hay nada más hermoso que un huevo.
Recién sacado de las espigas, todavía caliente, es la perfección de la boca, el párpado y el lóbulo de la oreja. La mejilla caliente de la que acaba de morir. Es el rostro. ¿No lo entendéis? Yo sí. Lo dicen los cuentos japoneses, y algunas mujeres ignorantes también lo saben.
No quiero defender la belleza enjuta del huevo, pero ya que todo el mundo alaba la pulcritud del espejo y la alegría de los que se revuelcan en la hierba, bien está que yo defienda un huevo contra una gallina. Un huevo inocente contra una gallina idiota.
Lo voy a decir: una gallina amiga de los hombres.
Una noche, la luna estaba repartiendo bofetadas a las gallinas. El mar y los tejados y las carboneras tenían la misma luz. Una luz donde el abejorro hubiera recibido las flechas de todo el mundo. Nadie dormía. Las gallinas no podían más. Tenían las crestas llenas de escarcha y los piojitos tocaban sus capanillitas eléctricas por el hueco de las bofetadas.
Un gallo se decidió al fin.
La gallina idiota se defendía.
El gallo bailó tres veces pero los gallos no saben enhebrar bien las agujas.
Tocaron las campanas de las torres porque tenían que tocar, y los cauces y los corredores y los que juegan al golf se pusieron tres veces morados y tintineantes. Empezó la lucha.
Gallo listo. Gallina idiota. Gallina lista. Gallo idiota. Listos los dos. Los dos idiotas. Gallo listo. Gallina idiota.
Luchaban. Luchaban. Luchaban. Así toda la noche. Y diez. Y veinte. Y un año. Y diez. Y siempre.
Poemas en prosa
Federico García Lorca
(Ilustración: Pablo Amargo) |
viernes, 11 de mayo de 2012
El puñal
En un cajón hay un puñal.
Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado; Luis Melián Lafinur se lo dio a mi padre, que lo trajo del Uruguay; Evaristo Carriego lo tuvo alguna vez en la mano.
Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él; se advierte que hace mucho que lo buscaban; la mano se apresura a apretar la empuñadura que la espera; la hoja obediente y poderosa juega con precisión en la vaina.
Otra cosa quiere el puñal.
Es más que una estructura hecha de metales; los hombres lo pensaron y lo formaron para un fin muy preciso; es, de algún modo eterno, el puñal que anoche mató a un hombre en Tacuarembó y los puñales que mataron a César. Quiere matar, quiere derramar brusca sangre.
En un cajón del escritorio, entre borradores y cartas, interminablemente sueña el puñal su sencillo sueño de tigre, y la mano se anima cuando lo rige porque el metal se anima, el metal que presiente en cada contacto al homicida para quien lo crearon los hombres.
A veces me da lástima. Tanta dureza, tante fe, tan impasible o inocente soberbia, y los años pasan, inútiles.
Evaristo Carriego
Jorge Luis Borges
Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado; Luis Melián Lafinur se lo dio a mi padre, que lo trajo del Uruguay; Evaristo Carriego lo tuvo alguna vez en la mano.
Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él; se advierte que hace mucho que lo buscaban; la mano se apresura a apretar la empuñadura que la espera; la hoja obediente y poderosa juega con precisión en la vaina.
Otra cosa quiere el puñal.
Es más que una estructura hecha de metales; los hombres lo pensaron y lo formaron para un fin muy preciso; es, de algún modo eterno, el puñal que anoche mató a un hombre en Tacuarembó y los puñales que mataron a César. Quiere matar, quiere derramar brusca sangre.
En un cajón del escritorio, entre borradores y cartas, interminablemente sueña el puñal su sencillo sueño de tigre, y la mano se anima cuando lo rige porque el metal se anima, el metal que presiente en cada contacto al homicida para quien lo crearon los hombres.
A veces me da lástima. Tanta dureza, tante fe, tan impasible o inocente soberbia, y los años pasan, inútiles.
Evaristo Carriego
Jorge Luis Borges
jueves, 10 de mayo de 2012
miércoles, 9 de mayo de 2012
martes, 8 de mayo de 2012
lunes, 7 de mayo de 2012
Cuando la realidad supera a la demagogia
Fuente:http://yometiroalmonte.blogspot.com.es/2012/05/cuando-la-realidad-supera-la-demagogia.html
En paralelo al aumento del paro, las reformas laborales, los recortes y los ajustes, la hipersensibilidad hacia las diversas opiniones sobre el panorama general se va acentuando, quizá por la desesperación (que cada individuo lleva lo mejor que puede), el miedo a que vayamos a peor, o perder aquello que nos queda, incluso en el ámbito más íntimo y personal.
En paralelo al aumento del paro, las reformas laborales, los recortes y los ajustes, la hipersensibilidad hacia las diversas opiniones sobre el panorama general se va acentuando, quizá por la desesperación (que cada individuo lleva lo mejor que puede), el miedo a que vayamos a peor, o perder aquello que nos queda, incluso en el ámbito más íntimo y personal.
Uno construye su visión de los problemas, cómo interactúan en un mundo
donde todo parece desmoronarse a pedazos, las posibles soluciones o
algún parche temporal que por lo menos ceda algo de espacio para poder
respirar. Es la vida al límite, cuando los datos van y vienen, las informaciones desmienten titulares que ya corrían por todo el país,
y el acto de acceder a las noticias se convierte en la exploración a
cuchillo de una selva, donde deben cortarse las ramas que no nos dejan
ver los árboles que no nos dejan ver el bosque.
Es tanta la cantidad de sucesos y opiniones sobre los mismos que los
senderos se bifurcan exponencialmente: si alguien quiere demostrar el
auge del populismo encontrará miles de fuentes, lo mismo pasará con los
gurús de las llamadas doctrinas neoconservadoras, los amantes de la
tortilla de patatas sin cebolla o las alcachofas gratinadas.
No obstante, los datos en frío que representan la realidad objetiva e innegable siguen hablando por sí solos. Que a un ayuntamiento le de por sacar un "impuesto dominguero"
para cobrar a los mayores de 10 años (terribles, los usuarios del aire
libre de 11 años...) por entrar a los parques, por ejemplo, es un hecho.
Pero si alguien escribe un artículo sobre impuestos escandalosos, puede
ser tachado de sensacionalista, demagógico o populista aunque en todo
el escrito no aparezca ni por asomo un caso tan grotesco como el real.
Así pues, como estrategia para minimizar el impacto mediático, esas acusaciones son muy útiles. Si aparece aquel artículo que habla de robo, atraco, asalto al bolsillo del ciudadano (cosa que en este rincón hacemos habitualmente, unas veces con sentido del humor, otras no tanto) o cualquier otra expresión en la misma línea para referirse a la mencionada tasa, entonces es un demagogo. Para acabar de transformar la realidad en una información demagógica, entra en escena el experto en impuestos de parques, que nos aclarará con suma precisión en qué consisten, por qué se hacen y quiénes deberán pagar. Es como el chiste:
- En un juicio laboral pregunta el fiscal al acusado:
¿Es cierto que usted el día de los hechos se cagó "en los muertos" del denunciante, en "toda su puta familia", y en "la perra de su madre"? Respuesta del acusado:
No, no es cierto... Yo estaba tranquilamente trabajando en la fundición y entonces le dije: "Antonio, ¿tendrías la amabilidad de dejar de salpicarme en la espalda con el acero fundido? Es que resulta muy molesto..."
Contención frente al gasto y contención frente a las informaciones sobre la contención del gasto. El círculo se va cerrando sobre sí mismo y se alarga infinito en su propio reflejo; regar las plantas cuesta dinero, el césped no es gratuito, hay muchos inmigrantes gastando el suelo, los jardineros son unos vagos, los botellones ensucian mucho, etc., etc...
Toda esa metralla de mantras, sin embargo, no es sensacionalista, pues se basa en algo que, tristemente, nos afecta a todos: la crisis. De este modo, el hundimiento de la economía ha precipitado una realidad que deviene "sensacionalista" en sí. Una vez establecido esto, al multiplicar menos por menos tenemos más, o lo que es lo mismo: como las palabras que se limitan a explicar esa realidad son demagógicas, los mantras que pretenden justificarla, finalmente, no lo son.
Estas "palabras demagógicas" son entonces vencidas por la realidad y sus datos (especialmente los viernes): "7.000 millones de dinero público para Bankia". Efectivamente, ¿cómo exagerar semejante información sin que llueva sobre mojado, y más teniendo en cuenta que no hace ni dos semanas que se han cepillado 10.000 millones en educación y sanidad? ¿Y podrían ser éstas afirmaciones populistas, simplistas o sensacionalistas? Claro que podrían; pero lo terrible es que describen unos hechos certificados por los propios actores que los llevan a cabo y por los despidos, el aumento de la jornada laboral, la fuga de cerebros y otras tantas noticias que desafían hora tras hora nuestra capacidad de aguante.
Aunque quizá estemos exagerando, quién sabe...
Así pues, como estrategia para minimizar el impacto mediático, esas acusaciones son muy útiles. Si aparece aquel artículo que habla de robo, atraco, asalto al bolsillo del ciudadano (cosa que en este rincón hacemos habitualmente, unas veces con sentido del humor, otras no tanto) o cualquier otra expresión en la misma línea para referirse a la mencionada tasa, entonces es un demagogo. Para acabar de transformar la realidad en una información demagógica, entra en escena el experto en impuestos de parques, que nos aclarará con suma precisión en qué consisten, por qué se hacen y quiénes deberán pagar. Es como el chiste:
- En un juicio laboral pregunta el fiscal al acusado:
¿Es cierto que usted el día de los hechos se cagó "en los muertos" del denunciante, en "toda su puta familia", y en "la perra de su madre"? Respuesta del acusado:
No, no es cierto... Yo estaba tranquilamente trabajando en la fundición y entonces le dije: "Antonio, ¿tendrías la amabilidad de dejar de salpicarme en la espalda con el acero fundido? Es que resulta muy molesto..."
Contención frente al gasto y contención frente a las informaciones sobre la contención del gasto. El círculo se va cerrando sobre sí mismo y se alarga infinito en su propio reflejo; regar las plantas cuesta dinero, el césped no es gratuito, hay muchos inmigrantes gastando el suelo, los jardineros son unos vagos, los botellones ensucian mucho, etc., etc...
Toda esa metralla de mantras, sin embargo, no es sensacionalista, pues se basa en algo que, tristemente, nos afecta a todos: la crisis. De este modo, el hundimiento de la economía ha precipitado una realidad que deviene "sensacionalista" en sí. Una vez establecido esto, al multiplicar menos por menos tenemos más, o lo que es lo mismo: como las palabras que se limitan a explicar esa realidad son demagógicas, los mantras que pretenden justificarla, finalmente, no lo son.
Estas "palabras demagógicas" son entonces vencidas por la realidad y sus datos (especialmente los viernes): "7.000 millones de dinero público para Bankia". Efectivamente, ¿cómo exagerar semejante información sin que llueva sobre mojado, y más teniendo en cuenta que no hace ni dos semanas que se han cepillado 10.000 millones en educación y sanidad? ¿Y podrían ser éstas afirmaciones populistas, simplistas o sensacionalistas? Claro que podrían; pero lo terrible es que describen unos hechos certificados por los propios actores que los llevan a cabo y por los despidos, el aumento de la jornada laboral, la fuga de cerebros y otras tantas noticias que desafían hora tras hora nuestra capacidad de aguante.
Aunque quizá estemos exagerando, quién sabe...
domingo, 6 de mayo de 2012
Cantiga de Mendinho
- Sedia-m'eu na ermida de San Simion
- e cercaron-mi as ondas, que grandes son:
- eu atendend'o meu amigo,
- eu atendend'o meu amigo!
- Estando na ermida ant'o altar,
- cercaron-mi as ondas grandes do mar:
- eu atendend'o meu amigo,
- eu atendend'o meu amigo!
- E cercaron-mi as ondas, que grandes son,
- non ei (i) barqueiro, nen remador:
- eu atendend'o meu amigo,
- eu atendend'o meu amigo!
- E cercaron-mi as ondas do alto mar,
- non ei (i) barqueiro, nen sei remar:
- eu atendend'o meu amigo,
- eu atendend'o meu amigo!
- Non ei i barqueiro, nen remador,
- morrerei fremosa no mar maior:
- eu atendend'o meu amigo,
- eu atendend'o meu amigo!
- Fuente: http://gl.wikipedia.org/wiki/Mendinho
Estaba yo en la ermita de San Simón/ y me cercaron las olas que grandes son / ¡esperando yo a mi amigo! / Estando yo en la ermita ante el altar, / me cercaron las olas grandes del mar, / ¡esperando yo a mi amigo, / esperando yo a mi amigo! / Cercáronme las olas que grandes son, / ni tengo barquero ni remador, / ¡esperando yo a mi amigo, / esperando yo a mi amigo! Cercáronme las olas de la alta mar/ ni tengo barquero ni sé remar, / ¡esperando yo a mi amigo / esperando yo a mi amigo! / Ni tengo barquero ni remador, / moriré hermosa en el mar mayor, / ¡ esperando yo a mi amigo, / esperando yo a mi amigo !
viernes, 4 de mayo de 2012
jueves, 3 de mayo de 2012
La invención de la soledad
........
Siempre fue un hombre de rutina. Se iba a la mañana temprano, trabajaba duro todo el día y luego, cuando volvía a casa (los días que no trabajaba hasta tarde) hacía una breve siesta antes de la cena. Una vez, durante nuestra primera semana en la casa nueva, antes de que nos estableciéramos del todo, cometió un curioso error. En lugar de conducir hacia la casa nueva a la salida del trabajo, se dirigió a la vieja tal como había hecho durante años; aparcó su coche en el camino, entró en la casa por la puerta trasera, subió las escaleras, se metió en el dormitorio y se acostó a dormir. Durmió durante una hora y como es obvio, cuando la nueva dueña de la casa volvió y se encontró a un extraño durmiendo en su cama se sorprendió mucho. Pero a diferencia de Rizos de Oro, mi padre no dio un salto y salió corriendo. al final la confusión se aclaró y todo el mundo rio de buena gana. El recuerdo de aquel incidente todavía me hace gracia, y sin embargo, no puedo dejar de considerar esta historia como un hecho patético. Una cosa es que un hombre vuelva por error a su antigua casa, pero otra muy distinta es que no note que todo ha cambiado en su interior. Hasta a la mente más cansada o distraída le queda un resabio de instinto animal que confiere al cuerpo una ligera idea de su situación. Era necesario estar casi inconsciente para no ver, ni siquiera intuir, que la casa ya no era la misma. Como dice uno de los personajes de Becket, "el hábito es el mayor insensibilizador". Y si la mente no es capaz de responder a la evidencia material, ¿cómo reaccionará ante la evidencia emocional?.................
La invención de la soledad
Paul Auster
Siempre fue un hombre de rutina. Se iba a la mañana temprano, trabajaba duro todo el día y luego, cuando volvía a casa (los días que no trabajaba hasta tarde) hacía una breve siesta antes de la cena. Una vez, durante nuestra primera semana en la casa nueva, antes de que nos estableciéramos del todo, cometió un curioso error. En lugar de conducir hacia la casa nueva a la salida del trabajo, se dirigió a la vieja tal como había hecho durante años; aparcó su coche en el camino, entró en la casa por la puerta trasera, subió las escaleras, se metió en el dormitorio y se acostó a dormir. Durmió durante una hora y como es obvio, cuando la nueva dueña de la casa volvió y se encontró a un extraño durmiendo en su cama se sorprendió mucho. Pero a diferencia de Rizos de Oro, mi padre no dio un salto y salió corriendo. al final la confusión se aclaró y todo el mundo rio de buena gana. El recuerdo de aquel incidente todavía me hace gracia, y sin embargo, no puedo dejar de considerar esta historia como un hecho patético. Una cosa es que un hombre vuelva por error a su antigua casa, pero otra muy distinta es que no note que todo ha cambiado en su interior. Hasta a la mente más cansada o distraída le queda un resabio de instinto animal que confiere al cuerpo una ligera idea de su situación. Era necesario estar casi inconsciente para no ver, ni siquiera intuir, que la casa ya no era la misma. Como dice uno de los personajes de Becket, "el hábito es el mayor insensibilizador". Y si la mente no es capaz de responder a la evidencia material, ¿cómo reaccionará ante la evidencia emocional?.................
La invención de la soledad
Paul Auster
miércoles, 2 de mayo de 2012
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