Los activistas del Centro para la Belleza Política crearon una empresa ficticia de reparto y se hicieron con el material electoral, que ahora ofrecen para ser reciclado.
Militantes de Alternative für Deutschland. Imagen de thebureauinvestigates.com |
Meses antes de las elecciones del domingo, la empresa Flyerservice Hahn contactó a decenas de grupos regionales del partido ultra Alternativa por Alemania con una oferta: repartir sus octavillas electorales. La empresa era, al parecer, una tapadera de los artistas activistas del Centro para la Belleza Política que tenían la intención de evitar el reparto de dicha propaganda electoral.
Más de 80 grupos del partido confiaron, según la versión de los activistas, el reparto de unos cinco millones de octavillas con un peso de unas 72 toneladas a la empresa en cuestión. Los artistas justifican su acción con frases como que, a diferencia de la AfD, su empresa ficticia no habría mentido a los electores “sino que no hemos hecho nada, en el sentido más amplio de la palabra”. La empresa se ha autodeclarado “líder mundial en el no-reparto de propaganda nazi”. Al principio de la campaña electoral, aseguran, se acercaron a stands de la AfD y dejaron que sus miembros les repartiesen octavillas, para, según explican, tirarlas a la papelera más cercana. “Es algo que puede hacer cada ciudadano libremente y nosotros solo hemos industrializado ese proceso”.
El pasado viernes, el partido había publicado una nota de prensa en la que acusaban al colectivo de artistas de haberles tendido una trampa, pero sin presentar pruebas, por lo que la noticia no tuvo repercusión. La empresa les habría comunicado que no había sido repartir los flyers y que los podían recoger el sábado. El candidato del partido, Tino Chrupalla, aseguró en la nota de prensa que con la acción se había “dañado de forma muy grave la democracia” en el país. El portavoz Jörg Meuthen aseguró que “todo aquel que impide a un partido mediante actos criminales en su trabajo no está cometiendo solo un delito, sino que atenta directamente contra nuestra democracia liberal”.
Ahora los activistas han abierto un crowdfunding para financiar el proceso al que tendrán que hacer frente. Ahí explican que “por desgracia nuestro único cliente está muy enfadado y no quiere remunerar nuestros honorarios acordados para el reparto, y además pide una compensación económica y nos llevará a juicio”. Con la compra de una “acción popular”, financiarán “la inactividad de nuestra empresa más exitosa”. Los abogados de los activistas defenderán “la libertad artística”.
Los artistas son muy conocidos en Alemania y en 2017 le colocaron al jefe del partido en Turingia y máximo exponente del ala más ultra, Björn Höcke, una reproducción del monumento al holocausto en miniatura delante de su casa, que fue financiado a través de donaciones. Las autoridades comenzaron a investigar el grupo por posible “organización criminal”, aunque no encontraron pruebas en ese sentido. Otros colectivos de artistas como Peng! también han denunciado la persecución de la justicia tras sus acciones artísticas.
El colectivo de artistas lleva realizando acciones de protesta desde hace unas dos décadas. En agosto denunciaron al Ministro de Exteriores Heiko Maas por, según ellos, haber incurrido en omisión de auxilio en el caso de unos 2.000 a 7.000 ciudadanos afganos con derecho a asilo en Alemania por la tardanza en el rescate antes de la llegaba de los talibanes. En 2014 robaron las cruces que recuerdan a algunos de los fallecidos en el muro de Berlín frente al Bundestag para llevarlas a la frontera europea y hacer reflexionar sobre las muertes de inmigrantes que tratan de llegar a Europa.
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