domingo, 22 de diciembre de 2024

La obsolescencia del hombre

   Eva Mutter

 

  Para sofocar de antemano cualquier revuelta, no es necesario emprender acciones violentas. Los métodos hitlerianos son obsoletos. Basta con crear un condicionamiento colectivo tan poderoso que la idea misma de la revuelta ni siquiera se le ocurra a la gente

  Lo ideal sería formatear a los individuos desde su nacimiento limitando sus capacidades biológicas innatas. Luego, el condicionamiento continuaría reduciendo drásticamente la educación a una forma de integración profesional. Un individuo inculto solo tiene un horizonte de pensamiento limitado, y cuanto más se limita su pensamiento a preocupaciones mediocres, menos puede rebelarse. Debemos conseguir que el acceso al conocimiento sea cada vez más difícil y elitista. Que la brecha entre pueblo y la ciencia se amplíe, que la información destinada al público en general se anestesie de cualquier contenido subversivo.

   Especialmente la filosofía. También en este caso hay que acudir a la persuasión, no a la violencia directa: los espectáculos que apelen a las emociones o a lo instintivo se difundirán masivamente por televisión. La mente se ocupará de lo que es fútil y juguetón. Es bueno evitar que la mente piense en una charla constante y en la música. La sexualidad se situará en el primer plano de los intereses humanos. Como tranquilizante social, no hay nada mejor.

  En general, se hará de tal manera que se destierre la seriedad de la vida, se burle todo lo de alto valor, se mantenga una constante apología de la ligereza: para que la euforia de la publicidad se convierta en norma de felicidad humana y en modelo de libertad. De este modo, el condicionamiento producirá una integración tal que el único miedo -que debe mantenerse- será el de ser excluido del sistema y, por tanto, el no poder acceder a las condiciones necesarias para la felicidad.

     El hombre masa, así producido, debe ser tratado como lo que es: un ternero, y debe ser vigilado como debe serlo un rebaño. Todo lo que pueda dormir su lucidez es socialmente bueno, todo lo que despierte debe ser ridiculizado, sofocado, combatido. Cualquier doctrina que desafíe al sistema debe ser designada primero como subversiva y terrorista, y quienes la apoyan deben ser tratados como tales.


GÜNTHER ANDERS

La obsolescencia del hombre (1980)

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